En el 2014, el espacio dominical de Panóptico Rojo lo titulamos “¡Salvemos a la vaquita marina!” y, en aquel entonces, quedaban 97 ejemplares en el Alto Golfo de California, en México; en el 2016 su población mundial se estimaba en 30 ejemplares y hoy en día, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Saint Andrews (Reino Unido), publicado en la revista Royal Society Open Science, el número de ejemplares en el otoño del 2018 sería inferior a 19.
Tal como lo señalamos en el mes de julio de aquel año, 2014, el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (Cirva), conformado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la Marine Mammal Commission de Estados Unidos y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), alertó que la “vaquita marina”, especie endémica de México, disminuía a una tasa de 18.5 por ciento anual: de 200 individuos que había en 2012, sólo quedaban 97.
También en diversas ocasiones hemos comentado en este espacio acerca de la contaminación por plásticos y la importancia de cuidar los océanos. Hicimos referencia, en específico, a la cumbre de Davos de enero de 2016 en la que fue presentada una investigación que lleva por título “La nueva economía de los plásticos: repensando el futuro”, realizada por la Fundación Ellen MacArthur: el primer estudio dedicado a medir dicho fenómeno y cuyo objetivo es concientizar sobre el uso masivo que se hace de este material tan contaminante, además de los daños que está produciendo en el agua del planeta.
En el documento se refiere que, cada año, ocho millones de toneladas de materiales plásticos acaban en los océanos y mares (lo que equivale a verter en los mismos un camión de residuos por minuto), además de que entre el 60 y el 90 por ciento de la basura marina está compuesta por diferentes tipos de polímeros de plásticos; si esta tendencia no cambia, se prevé que en tan sólo diez años habrá en los océanos una tonelada de residuos de este material por cada tres toneladas de peces, y en 2050 la cifra sobrepasaría en gran medida a la cantidad de peces.
Es en 1933 es cuando se crea el plástico más comúnmente utilizado, el polietileno, por accidente en una planta química en Northwich, Inglaterra, y posteriormente, en 1965, la bolsa de polietileno de una sola pieza es patentada por la empresa sueca Celloplast, siendo la bolsa de plástico la que comienza a reemplazar a las de tela en Europa; en contraparte y hasta el año de 2002, Bangladesh es el primer país del mundo en prohibir las bolsas de plástico, después de que se descubriera que tenían un papel clave en la obstrucción de los sistemas de drenaje durante las grandes inundaciones.
De acuerdo con datos de ONU Medio Ambiente, cada minuto se utilizan más de un millón de bolsas plásticas; llama la atención que las bolsas de plástico eran una novedad en 1970, pero ahora son un producto omnipresente en todo el mundo, de las cuales se fabrican hasta un billón de ellas cada año.
Otro dato que pone de relieve lo preocupante de la situación sobre la contaminación en los océanos es que en el 2015 se produjeron 322 millones de toneladas de plásticos: el equivalente a 900 edificios del “Empire State Building”; asimismo, los plásticos permanecen en el ambiente por cientos de años y pueden entrar en la cadena alimentaria.
El primer impacto que provocan los plásticos es en la vida marina e incluso se calcula que para el año 2050, el 99 por ciento de las aves marinas habrá ingerido plásticos, además de que 600 especies marinas están hoy afectadas por dicho problema; 15 por ciento de ellas son especies en riesgo, tanto por ingerir plásticos como por estrangulamiento.
Hoy recordamos estos temas pasados debido a que el reciente fin de semana se dio a conocer que una cría huérfana de dugongo (mamífero de la familia de los sirenios, como el elefante marino, y a la cual también se le llama "vaca marina"), la cual fue hallada varada en una playa de Tailandia, en mayo y con apenas seis meses de edad, murió la madrugada del sábado por una infección agravada por residuos plásticos que se encontraron en su estómago.
El pequeño mamífero marino herbívoro despertó un profundo interés por la protección de los océanos y recibía cuidados por parte del personal del Phuket Marine Biological Centre; y es que la bebé dugongo, la cual había sido llamada "Mariam", despertó un gran cariño de usuarios en las redes sociales después de que las fotos en las que aparece siendo mecida, alimentada y nadando con sus cuidadores fueron compartidas mundialmente, fomentando un aumento del interés por la protección y conservación de las aguas del sur de Tailandia, muy contaminadas por plástico y en las que habitan alrededor de 240 "vacas marinas", en peligro de extinción.
El centro Phuket también señaló en un comunicado que los dugongos quedan varados en las playas a causa de la pesca y otras actividades humanas.
Chaiyapruk Werawong, responsable del parque marino de la provincia de Trang al que se trasladó al animal, declaró a la agencia de noticias AFP que "Mariam murió justo después de medianoche, por un traumatismo y no logramos salvarla", al tiempo de añadir que falleció a raíz de "una infección sanguínea y en el estómago, encontramos residuos plásticos en su tubo digestivo"; cabe agregar que Nantarika Chansue, una de las veterinarias, anotó en su página de Facebook que la necropsia "mostró que el plástico causó la obstrucción del estómago del animal".
En su mensaje correspondiente al Día Mundial del Medio Ambiente, en el 2018, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, señalaba que "ya hay más microplásticos en los mares que estrellas en nuestra galaxia. De las islas remotas al Ártico, no queda ningún lugar intacto. Si se mantiene la tendencia actual, en 2050 nuestros océanos tendrán más plástico que peces. El mensaje de este es simple: rechaza el plástico descartable. Si no puedes reusarlo, rehúsalo. Juntos podemos trazar el camino hacia un planeta más limpio y verde". Coincidimos.