Año tras año, en diversas ocasiones, hemos citado en este espacio el principio 9 de la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que señala: “El asesinato, secuestro, intimidación, amenaza a los comunicadores sociales, así como la destrucción material de los medios de comunicación, viola los derechos fundamentales de las personas y coarta severamente la libertad de expresión. Es deber de los Estados prevenir e investigar estos hechos, sancionar a sus autores y asegurar a las víctimas una reparación adecuada".
Y es que el pasado 2 de noviembre se conmemoró el “Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas”, fecha elegida en recuerdo del reclamo de justicia por el homicidio de dos periodistas franceses en Malí, ocurrido en el 2013; según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de mil periodistas han sido asesinado en los últimos 12 años por realizar su labor informativa, y de estos casos nueve de cada diez han quedado impunes.
Además, durante la semana que concluye, fue presentado el "Informe de la Directora General sobre la Seguridad de los Periodistas y el Peligro de la Impunidad", publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en el cual se revela que por primera vez en 2017, la mayoría de los periodistas asesinados (55 por ciento) lo fueron en países libres de conflictos armados.
Por desgracia, también cabe destacar que según los datos contenidos en dicho informe, México es el país con más periodistas asesinados en los últimos dos años: nuestro país y Afganistán registraron 26 y 24 decesos, respectivamente.
El informe sobre la seguridad de los periodistas y el peligro de la impunidad dado a conocer por la Unesco proporciona una visión general de los datos recopilados por la Unesco sobre los asesinatos de comunicadores ocurridos entre enero 2016 y diciembre 2017, y destaca que el 89 por ciento de los casos no son resueltos a nivel internacional.
Entre las principales conclusiones 2016-2017 contenidas en el informe, se anota que las tres regiones que registraron el número más alto de asesinatos fueron Estados Árabes, América Latina y el Caribe, y Asia y el Pacifico; en 2017 ocurrieron más asesinatos en Asia y el Pacifico que en los Estados Árabes, además de que, en ambos años, menos del 10 por ciento de todos los asesinatos tuvieron lugar en África, Europa occidental y América del Norte, y Europa Central y Oriental, respectivamente.
La Unesco también apunta que el número de asesinatos de periodistas parecía ir a la baja desde 2015; sin embargo, esa tendencia cambió en el 2018, año durante el cual se registraron 80 homicidios hasta el mes de octubre, según el Observatorio de la Unesco.
Una cuestión preocupante es el aumento del número de mujeres periodistas entre las víctimas: en el 2017, la Unesco registró el número más elevado de mujeres periodistas asesinadas, contabilizando 11 víctimas, desde que la organización comenzó a informar sobre los asesinatos de periodistas en 2006; los hombres continúan representando la inmensa mayoría de víctimas (86 por ciento en el 2017) de ataques mortales en contra de periodistas.
Otro de los datos proporcionados, en el informe de referencia, es que el mayor número de asesinatos se registra entre los periodistas de televisión: en 2017, casi la mitad de los periodistas asesinados trabajaban para cadenas de televisión, mientras que en 2016, los periodistas de televisión representaban 34 por ciento de los asesinados; la mayoría de ellos fueron asesinados en países afectados por conflictos (55 de 71 comunicadores).
De igual modo, la Unesco refiere que la mayoría de las víctimas son periodistas locales: en el año anterior, periodistas locales representaban el 90 por ciento de los periodistas asesinados, y en 2016, el 94 por ciento; las estadísticas muestran también que ambos años, menos de uno de cada diez periodistas asesinados era un reportero internacional, y la mitad de las 14 víctimas extranjeras que se registraron en 2016-2017 fueron asesinadas en países afectados por conflicto.
Además, los comunicadores independientes se consideran en general como más vulnerables, ya que a menudo carecen de una protección y un apoyo adecuados por parte de los órganos de prensa con los que trabajan.
Respecto a los asesinatos que ocurren en países sin conflictos armados, la Unesco informó que en 2017 y por primera vez en los últimos años, más periodistas -el 55 por ciento- fueron asesinados en países sin conflicto armado que en países en situación de conflicto armado; la tendencia se podría explicar por la ausencia de nuevos conflictos armados en el mundo y por la disminución del número de periodistas que informan desde zonas afectadas por conflictos de larga duración.
Finalmente y entre las cuestiones a resaltar, se indica que hay una ligera disminución de la tasa de impunidad, pese a que la mayoría de los casos sigue sin resolver: de los mil 10 casos que la Unesco ha condenado entre 2006 y 2017, 115 se han resuelto judicialmente, según la información facilitada por las autoridades nacionales de los Estados miembros; la cifra representa una tasa global de resolución de casos del 11 por ciento.
A fin de sensibilizar a la opinión pública sobre el problema de la impunidad de los crímenes contra periodistas, la Unesco también presentó este 2 de noviembre una campaña: #TruthNeverDies (“La verdad nunca muere”), con el objetivo es fomentar la publicación de artículos escritos por periodistas asesinados en el ejercicio de su profesión, o en homenaje a ellos.
En el mensaje de la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, este año y con motivo del Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas, enfatiza que "la lucha contra la impunidad es indisociable de la defensa de las libertades fundamentales, como la libertad de expresión, la libertad de prensa y el acceso a la información".
Y agrega: "Tenemos la responsabilidad de no dejar impunes los crímenes contra periodistas y garantizarles unas condiciones de trabajo seguras y propicias para el desarrollo de una prensa libre y pluralista. Sólo en esas condiciones podremos construir unas sociedades justas, pacíficas y verdaderamente abiertas al futuro". Coincidimos.