Para el filósofo e historiador francés Jean-Pierre Vernant, el rol del mito de Pandora, según la versión del poeta Hesíodo, es el de la justificación teológica de la presencia de fuerzas oscuras en el mundo humano; al intentar Prometeo obtener para los hombres más de lo que debían recibir, arrastra entonces a la humanidad a la desgracia.
Lo anterior en plena concordancia con las palabras finales del discurso de Pablo VI, pronunciado en 1965 ante la ONU y citado el pasado 25 de septiembre por el Papa Francisco: “El verdadero peligro está en el hombre, que dispone de instrumentos cada vez más poderosos, capaces de llevar tanto a la ruina como a las más altas conquistas”.
Un discurso en el que Pablo VI también señaló, un 4 de octubre de 1965 ante representantes mundiales, que había llegado la hora “en que se impone una pausa (…) volver a pensar en nuestro común origen, en nuestra historia, en nuestro destino común. Nunca, como hoy, (...) ha sido tan necesaria la conciencia moral del hombre, porque el peligro no viene ni del progreso ni de la ciencia, que, bien utilizados, podrán (...) resolver muchos de los graves problemas que afligen a la humanidad”.
De dicha fecha y de tales palabras han transcurrido 35 años; sin embargo, el sentido de las mismas continúa vigente al día de hoy; poco hemos avanzado para volver a pensar en un “común origen”, pese a los adelantos de los medios de comunicación que en su momento el teórico Herbert Marshall McLuhan analizó y describió en relación al mundo como una “aldea global” y a la humanidad como una “tribu planetaria”: descripción inexacta como fruto exclusivo del sistema comunicativo y con una “aldea” que podría catalogarse más como de “sumisión consumista” que de desarrollo mental o tendiente a buscar un “destino común”.
¿Será que la inclusión social es el primer paso para reconocernos como hermanos y, sobre todo, como humanos? “Cada una de las creaturas, especialmente las vivientes, tiene un valor en sí misma, de existencia, de vida, de belleza y de interdependencia con las demás creaturas”. Se trata entonces de educar y de ayudar, de brindar las herramientas necesarias para que nuestro prójimo tenga la misma posibilidad que nosotros de ir a buscar un sueño, un futuro mejor, una calidad de vida digna.
En el fondo del ánfora plena de males que Pandora llevó a los hombres, quedó atrapada la ‘elpis’. En coincidencia con el Papa Francisco, pensamos que “la genialidad humana, bien aplicada, ayudará a resolver los graves desafíos de la degradación ecológica y de la exclusión”. Y como en la caja de Pandora, nos queda la esperanza: “El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros. La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo”.
Y es que el lunes pasado, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera aumentaron a una velocidad récord en 2016 y alcanzaron el nivel más alto en 800.000 años.
Lo anterior, durante el lanzamiento del Boletín de Gases de Efecto Invernadero en la sede de la ONU en Ginebra, en el que se informó que el promedio de la concentración de dióxido de carbono (CO2) alcanzó 403.3 partes por millón en 2016, debido a una combinación de actividades humanas y a un fuerte fenómeno de El Niño; en 2015, los niveles eran de 400 ppm.
El aumento del CO2 y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera tienen el potencial de iniciar cambios sin precedentes en los sistemas climáticos, lo que lleva a "graves perturbaciones ecológicas y económicas", asegura el informe; además, el fenómeno climático está asociado a temperaturas del mar más cálidas que el promedio, que se cree son responsables de desencadenar sequías en regiones tropicales, así como huracanes e incendios forestales sin precedentes en otros lugares.
Cabe agregar que el lanzamiento del informe de la OMM coincide con el Informe de Emisiones del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), que hace un seguimiento a cómo los gobiernos están tomando medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero; ambas publicaciones servirán como base científica para las decisiones políticas y negociaciones de cambio climático de la ONU en Bonn, Alemania, previstas a comenzar el próximo 7 de noviembre.