Hasta ayer, las cifras oficiales (que por lo regular no suelen ser las reales) marcaban 668 personas contagiadas por el coronavirus y 87 fallecimientos en territorio morelense, pero lo más preocupante es que dentro de esa cifra tenemos a 98 médicos y enfermeras que dieron positivo al covid 19 y lamentablemente ya se tuvo el primer deceso en las filas del personal médico.
Los médicos, enfermeras y en general la gente que trabaja en los hospitales se han convertido en la parte heroica de esta pandemia, pues prácticamente están dejando su vida en la línea de batalla de esta “guerra”.
Provoca una mezcla de tristeza e impotencia leer los últimos mensajes del joven médico Mauricio Toledo escritos en sus redes sociales y que dirige a su hija.
“Elegí ser del lado de los que sacrifican los momentos y las personas que aman por el bienestar de la sociedad. Y aunque esos dos metros de distancia no me impedirán verte, duele tanto tener al ser humano que más amas en la tierra y no poder abrazarlo”, dice el mensaje publicado por sus amigos.
“Una vez más por el amor a la vida, porque si no haz de curar alivia el sufrimiento. Porque sé que mi angelito me espera todos los días después del trabajo, por mi esposa y por mi familia (y mi segunda familia que es la del hospital) acá vamos de nuevo”, escribió el 22 de abril antes de iniciar su turno.
Mauricio Toledo es el primer médico morelense (y esperamos sinceramente que no haya más) que murió víctima del coronavirus. Consterna el saber que el único consuelo que le darán a su esposa y a su hija es decirle que murió como un héroe luchando en la línea de batalla.
Todos hubiéramos querido saber más detalles sobre cómo ocurrió su muerte, pero a la pregunta hecha por la reportera Verónica Bacaz en la conferencia diaria que ofrece la Secretaría de Salud, la respuesta fue muy general y no aportó nada nuevo.
“Al doctor Toledo no sólo lo mató el coronavirus; él es una víctima más de la indolencia, irresponsabilidad, indiferencia e incapacidad de las autoridades y la sociedad morelenses”, dijo en un video publicado en redes sociales el médico Abimelec Morales Quiroz, médico legal y ex director de Servicios Periciales en la Fiscalía General del Estado.
Y en este triste escenario –apunta el doctor Abimelec- el negocio de la muerte se hace presente dentro y fuera de las unidades hospitalarias y el sistema de salud; ante la inoperancia y posible corrupción de todos los niveles de gobierno en torno a la compra de insumos y equipo para el personal médico, en cuestión de semanas ha surgido una cantidad impresionante de “proveedores y vendedores” de equipo supuestamente especializado.
No dudamos que en algunos casos haya buenas intenciones, pero en ambos casos priva la falta de conocimientos técnicos sobre los requerimientos que deben tener dichos insumos y aquí es donde comienza el problema real.
“En su desesperación, médicos, enfermeras, y la mayor parte del personal de salud está buscando hacerse por sus propios medios de este equipo, mucho del cual es de dudosa procedencia, lo que genera un riesgo mayor de contagio sin que las autoridades de salud tomen las riendas del tema, asuman su responsabilidad y les den en tiempo y forma lo necesario para enfrentar esta batalla”, afirma.
Cubrebocas, trajes de seguridad, gogles, “kits” completos que pueden ir desde los mil hasta los dos mil pesos y que tienen que ser pagados por el personal de salud aterrorizado que día con día arriesga su vida sin que exista un reconocimiento ni cuidado institucional hacia ellos.
Y es que explica el experto que los trajes de bioseguridad no son “fundas corporales” que se puedan hacer con cualquier material, deben tener características especiales, que si no se cumplen se corre un doble riesgo para quien lo porte. Se están ofreciendo trajes de seguridad manufacturados por costureras, sin las condiciones ni materiales adecuados; lo mismo ocurre con mascarillas, caretas, y demás equipo.
Y ante todo esto tenemos declaraciones ante los medios de comunicación de los directivos de los hospitales diciendo que no hay desabasto, que el personal está cubierto, como lo hizo Eduardo Deloera Ruíz, el administrador del Hospital José G. Parres.
“Si esto fuera cierto, este mercado negro no existiría, no nos engañemos, porque este engaño puede causar la muerte de mucho del personal de salud en la entidad y eso no sería culpa del COVID sino de quienes están reteniendo el material y el equipo que tiene que estar en las áreas de atención”, reprochó Abimelec.
Pero los problemas no solamente son para los médicos y enfermeras que trabajan en hospitales. Hemos sabido que también en los asilos de ancianos hay enfermeras a las que prácticamente tienen “secuestradas” en ¡turnos de 30 días! sin que les provean del equipo necesario para estar a salvo del mortal virus. Tienen que aceptar las condiciones de sus patrones porque si renuncian ahora y después se enteran que están contagiadas (o contagiados porque también hay personal masculino) no habrá quién se haga cargo de los gastos que genere su atención médica.
En todo esto los ciudadanos también tenemos mucho de culpa. No podemos dejarle toda la responsabilidad a las autoridades si nosotros los ciudadanos fuimos los que no acatamos las medidas que nos han venido recomendando desde hace un par de meses.
Este fin de semana será crucial para el desenlace de la pandemia, pues se juntan varios factores como es la celebración del día de las madres, el pronóstico de que se dará “el pico de la curva”, pero también la desesperación de la gente que ya lleva desde el 18 de marzo recluido en sus casas.
Lamentablemente –dicen los expertos- de muy poco servirá que ahora sí (cuando ya están viendo los muertos) los que no guardaron la cuarentena se recluyan en sus casas. Sólo llevarán el virus a sus hogares y quizás ellos no mueran, pero sí sus familiares de mayor edad o enfermos.
Reiteramos: desde aquí nuestro reconocimiento a esos hombres y mujeres que trabajan en el sector salud y que arriesgan su vida por personas que quizás ellas mismas propiciaron su enfermedad al no respetar las indicaciones sanitarias.
HASTA EL LUNES.