“Enfermarse de covid 19 será como una gripa. Te quedas unos días en tu casa y después regresas a tu vida normal”, era lo que pensaba el ciudadano común. Las noticias de cientos de muertos e imágenes de cadáveres en las calles venían de lugares tan lejanos que parecían más que imposibles.
Quizás los gobiernos equivocaron el mensaje al mostrar decenas de camas ya listas para recibir a los enfermos que no se veían por ninguna parte y sólo aparecían en las gráficas de Hugo López Gatell y su frase “Quédate en casa” que de tanto repetir se volvió inverosímil porque los hospitales seguían vacíos.
“Si me comienzo a sentir mal, tomaré el teléfono y llamaré al 911 y diré: ʹcreo que tengo coronavirusʹ, e inmediatamente llegará una ambulancia con unos hombres cubiertos todos de blanco y me subirán a una camilla especial como de astronauta y me llevarán a un hospital, me asignarán una cama y me pondrán un aparato que me ayudará a respirar mientras mi organismo saca al bicho”. Al fin y al cabo, los respiradores serán asignados a las personas más jóvenes.
“Pobres viejitos, se van a morir pero… pues es una depuración natural que ocurre cada cien años”, pensaban.
Y la entrevista a una vendedora ambulante en el estado de Guanajuato que se hizo viral en las redes sociales: “Sí estamos asustados pero ¿quién chingados te va a mantener?”. Unos por necesidad y otros por “dejadez” pero seguían en las calles.
Fue a finales de abril cuando la realidad nos sorprendió. Ahora las personas fallecidas ya no eran desconocidas. “Falleció el maestro Camilo”, trascendió en las redes sociales del sector magisterial de Morelos.
“Hoy estoy muy triste, lamentablemente falleció mi gran amigo Cayo Lezama, líder luchador de izquierda. Hombre honesto y trabajador víctima del Covid 19. Hoy más que nunca quédate en tu casa, no arriesgues a tus seres queridos, si no tienes actividades esenciales, no salgas”, escribió la senadora Lucía Meza Guzmán en sus cuentas de Facebook y Twitter.
Y las imágenes que nos habían estado llegando desde otros países, ahora las podíamos ver pero con escenarios de Morelos. Hombres vestidos con trajes especiales rociaban el cuerpo de una persona antes de bajarla de un taxi frente a los bomberos de Civac.
¿Eran elementos del Servicio Médico Forense (Semefo) los que se llevaron el cuerpo? No, increíblemente eran empleados de una empresa funeraria. Al haber quedado en la vía pública, forzosamente se tenía que haber dado aviso al Ministerio Público, pero no fue así. Hubo polémica en las redes sociales porque los empleados de la funeraria utilizaron el protocolo para covid, pero los taxistas decían que no había muerto de eso, sino de un infarto.
Nunca sabremos la verdad, pues la Fiscalía no registró ese fallecimiento y mucho menos hizo necropsia, en tanto que Seguro Social tampoco lo contabilizó. Si el cuerpo fue cremado, no puede determinarse la causa de muerte.
Una prima que trabaja en una funeraria de la ciudad de México, me escribió lo siguiente:
“Ahorita voy saliendo a un día más de trabajo, de angustia porque los casos han aumentado este mes. Comenzamos con una llamada cada tercer día, y hoy hemos llegado a recibir hasta 8 llamadas en un turno de 24 horas por fallecimiento por Covid 19.
“Lo más difícil es cuando llega el momento de decirle a la familia que no lo puede velar, que por protocolo es directo del hospital al crematorio (25 mil pesos en CDMX; 15 mil en Morelos).
“Nosotros dentro de la oficina prepararnos para recibir a solamente una persona familiar que seguramente tuvo contacto con la persona que falleció. Vives con angustia y te preparas con cubreboca, guantes bata, quirúrgica y esperar a que entiendan que no puede pasar más de una persona a un espacio de dos por dos para arreglar todos los detalles de esa cremación de su ser querido.
“¿Cómo decirle que no va a poder despedirse de él, ves ese dolor, esa angustia y tienes que lidiar con ello. La angustia también de que estás en contacto con personas que estuvieron cerca con gente que murió por esta enfermedad y que tú tienes el riesgo de contraerlo y contagiar también a tus hijos”.
Pero el caso más cercano fue el de nuestro compañero y amigo Miguel Ángel García Tapia, hijo de don Alfonso García Bueno, hermano de José Luis y primo de Alfredo Salazar, todos ellos reconocidos periodistas.
Ahí es cuando te topas repentinamente con la realidad y te das cuenta que lo que dicen en las conferencias de prensa son más bien los deseos de los funcionarios y no lo que está ocurriendo realmente. Para saberlo habría que ir a las áreas de urgencias de los hospitales del IMSS, de la Secretaría de Salud y del ISSSTE.
“Regrese si se siente peor”, le dijeron a Mike cuando acudió por primera vez al hospital Parres como un ciudadano más. Y es que en esos hospitales no están aceptando gente que llegue por su propio pie, tiene que llegar en ambulancia o ya mostrando una crisis respiratoria.
El viernes los nosocomios estaban llenos al 80 y 90 por ciento. Hoy lunes seguramente ya están hasta el tope.
Y es que por lógica: si antes de la epidemia nuestro sistema de salud era insuficiente, y lo podíamos ver con la gente hacinada en camillas y sillas, ahora imagínese con cientos de pacientes que para ser atendidos se requiere usar equipo especial.
También es entendible la posición de muchos médicos y enfermeras que han preferido renunciar que enfrentarse a la pandemia del covid 19.
Muy caro pagaremos como sociedad el no haber hecho caso a las recomendaciones. Esperemos que los videos de la irrupción violenta de familiares en un hospital de Ecatepec para encontrarse con una pila de cadáveres hacinados, sirva para concientizar a tanta gente que sigue viviendo (y celebrando) como si nada pasara.
¿Querían ver muertos? Pues ahí los tienen.
HASTA MAÑANA.