Era el jueves 6 de abril del 2017, un día antes de que se inaugurara la Feria de la Primavera en el recinto ferial de Acapantzingo. Los últimos rayos del sol rebotaban en los sombreros de los jinetes montados en sus caballos que caminaban a paso lento.
Al frente de todos iba el joven veinteañero Juan Manuel García Bejarano, (orgullo de su padre, “Don Chuy”, empresario y líder sindical) montado en un imponente caballo blanco. No podía ocultar su felicidad por haber obtenido la concesión para la realización de esa tradicional feria.
Desde chamaco le había interesado el negocio del espectáculo, y con el dinero de su papá ya había organizado varios bailes populares que resultaron un éxito. “Tocayo, debes tener cuidado, el ambiente de los espectáculos es muy peligroso. Los delincuentes saben que se mueve mucho dinero y tu hijo es el blanco perfecto”, le dije a Jesús García mientras desayunábamos en “Casa Rivera”, semanas antes.
-No te preocupes tocayo- me contestó-, ya le pasé los escoltas que yo traía conmigo. Son puros militares retirados.
Ese día el empresario se adelantó en su vehículo para irle abriendo paso a la caravana de caballos provenientes de diversas partes del estado. En la retaguardia venían elementos de la Policía Montada y más atrás los “expertos escoltas” de Juan Manuel.
Entre la algarabía nadie se dio cuenta de que un hombre vestido con pantalón de mezclilla y camisa blanca se escabullía entre los equinos hasta llegar al jinete del caballo blanco. Sacó una pistola que traía fajada y le disparó en varias ocasiones desde abajo.
Hay un video que muestra el momento justo en que se escuchan las detonaciones. Los dos policías que iban en la retaguardia permanecen impávidos sobre sus caballos. La gente no reacciona, al parecer piensan que son cohetes.
Segundos después se escuchan gritos de "¡agárrenlo!". Hasta entonces los policías reaccionan y se ponen a la expectativa pero no saben qué hacer.
Es entonces cuando surge la figura de un hombre vestido con sudadera rosa y pantalón azul sobre una motocicleta de regular tamaño. Maniobra su “caballo de acero” y lo dirige hacia donde el agresor ya huye pegado a la pared.
El misterioso hombre de casco negro le cierra el paso al homicida atrapándolo por unos segundos entre la motocicleta y la pared. Fueron segundos valiosos porque dieron tiempo a que los policías por fin desmontaran y entre ellos y el hombre de la sudadera rosa (cuya identidad sigue siendo un misterio) lo atraparan.
Ya sometido en el suelo llegó un escolta armado y le propinó una patada en la cabeza.
Para ese momento el escenario era un caos. Todos gritaban al mismo tiempo y los jinetes trataban de controlar a sus bestias, que se habían espantado con los balazos. Un paramédico que venía en la caravana se acercó a donde yacía el cuerpo de Juan Manuel y comenzó a darle reanimación cardiopulmonar con las manos.
Un hombre que montaba un caballo blanco comenzó a transmitir en vivo por Facebook. “Fue directo el pedo”, decía con su voz de ranchero mientras alguien abajo lo secundaba: “No quiso pagar”.
Los paramédicos que trasladaron a Juan Manuel al hospital de IMSS me comentaron que desde que lo levantaron ya no tenía signos vitales, pero no quisieron contrariar a su padre, que estaba muy alterado.
El 13 de abril del 2017 (jueves santo) se llevó a cabo la audiencia de formulación de imputación en contra del homicida, identificado como José Fierro Escobar, en la sala cuatro del edificio de Juicios Orales ubicado en la calle Morrow. El imputado pidió que la audiencia fuera privada, por lo que fueron desalojados todos los reporteros.
El hombre moreno de pelo corto, ataviado con una camiseta color beige como lo establece el reglamento del Penal de Atlacholoaya, comenzó con el relato que dejó azorados a los miembros de la Fiscalía, a los policías que lo custodiaban y al propio Juez:
“Quiero declarar que el homicidio que cometí lo hice a cambio del pago de 200 mil pesos y la promesa de que cuando hubiera acabado el jale me completarían un millón de pesos y las personas que me contrataron fue el señor Cuauhtémoc Blanco, un hombre de acento español y otro gordo”.
Al terminar la declaración del imputado el juez Rodríguez Apac ordenó que la audiencia se hiciera pública nuevamente, por lo que un empleado de seguridad salió a la calle a gritar a los reporteros que podían volver a entrar.
Una de las pocas personas que escucharon la “confesión” del asesino a sueldo le entregó a este columnista una hoja de papel con los principales datos de la declaración privada. Inmediatamente salí del edificio y subí a Twitter el siguiente mensaje: “Ante Juez, Jose Fierro Escobar involucra al presidente municipal de Cuernavaca en el homicidio del empresario de la feria”.
Según una fuente de la Fiscalía General de Justicia, el plan era que al concluir la audiencia, con el señalamiento de José Fierro, el fiscal Javier Pérez Durón (sobrino de Graco) solicitaría al Poder Judicial una orden de aprehensión acompañada de una orden de cateo para detener al entonces alcalde Cuauhtémoc Blanco, pero al divulgarse el contenido de la declaración privada hubo demasiado revuelo en los medios de comunicación y se abortó el plan.
El asunto ya no tuvo efectos legales, pero sí mediáticos. El entonces gobernador Graco Ramírez se encargó de ello. De viaje en Los Ángeles, declaró a un medio de comunicación que el homicidio había sido ordenado por Federico Figueroa, hermano del cantante Joan Sebastian, y que la feria de Cuernavaca estaba siendo disputada por grupos de la delincuencia organizada.
Sin embargo, el 12 de enero de 2018, el mismo José Fierro Escobar se desdijo totalmente de su primera versión.
"Estando en el área de locutorios me visitaron unas personas que se hacían pasar por mis abogados que estaban llevando mi caso y me presentaron un papel que decía que el señor Cuauhtémoc Blanco y el señor José Manuel Sanz, de origen español, Édgar Ríos Pérez, que supuestamente (habían ordenado el asesinato)... y que yo me grabara esas palabras para que lo declarara y realmente quiero poner en claro que estas personas no tienen nada que ver en este problema,” declaró ante la juez de control Gabriela Acosta, en una audiencia privada.
No obstante sus versiones contradictorias, Fierro Escobar fue sentenciado a 45 años de prisión.
Don Jesús García Rodríguez aseguraba que ya sabía quién había mandado matar a su hijo, pero que esperaría pacientemente el momento de vengarlo.
Sin embargo, el 8 de mayo del 2019 un solitario matón a sueldo lo hirió de muerte a plena luz del día frente a decenas de reporteros que entrevistaban a un funcionario sobre la calle Gutemberg, a un lado del Palacio de Gobierno. El muchacho fue detenido pero nunca reveló el nombre de sus contratantes.
En ambos homicidios, tanto el del padre como el del hijo, los autores intelectuales permanecen sin castigo.
HASTA MAÑANA.