En un abrir y cerrar de ojos paso de una emoción a otra. De la felicidad al enojo y del amor al odio. No entiendo cómo y en qué momento me enredé en esta historia, ¡en qué momento este par de locos se empataron!
Somos totalmente diferentes, no sé cómo la gente dice que si las parejas son diferentes son complemento. Mi experiencia hoy es que somos tan diferentes que a diario me siento en un campo de batalla. Siempre a la defensiva. Bueno no siempre, porque también me la paso muy bien, es por ello que sigo en esta montaña rusa. Empiezo a creer que así es la vida, no hay felicidad completa o eterna.
Esto parece enfermedad porque ya me hace falta la adrenalina de esta relación. Si me estuviera confesando con un psicólogo, ya sé lo que me estuviera diagnosticando: “estás en una relación co-dependiente”. ¡Auch!
¡Suena horrible, suena a que estoy mal!
Pero como soy valiente y necia, sigo en esta relación que me mantiene viva ¡así bajara mi santo y me lo prohibiera! Porque en la vida hay que arriesgar si no qué caso tiene vivirla, quiero llegar a anciana y tener miles de anécdotas, experiencias que compartir, en una de esas hasta un libro escribir.
No me achicopalo y hoy más que nunca me he levantado con la firme intención de ser feliz y tratar de entender a mi pareja que me saca de quicio a veces, pero que también me hace inmensamente feliz con su locura. Yo soy medio exagerada y a veces (si no es que siempre) tiendo a hacer más grandes las situaciones de lo que son, mujer con tintes de los años cincuenta. Finalmente no hay nada que no tenga arreglo y ya me estoy tomando algo para el mareo de la montaña rusa: paciencia y por supuesto fe en el amor que nos profesamos mi pareja y yo.
Estamos juntos porque queremos estarlo, somos adultos y sabemos lo que queremos y asumimos las consecuencias de nuestros actos.
Yo por mi parte, sé que nada es eterno, por eso vivo día a día como si fuera el último día de mi vida y hoy amo como si no hubiera mañana. No planeo, sé que sueno irresponsable, ¡pero cuando a una la gobierna la niña que lleva adentro, quién piensa en responsabilidad!
Dos vidas diferentes que se encontraron y que ahora no pueden vivir el uno sin el otro. Dos mundos diferentes que buscan un espacio en el mundo del otro. Yo empujándolo a mis hábitos, creencias, costumbres, etcétera, para que sea parte de mi mundo y él también invitándome a vivir en el suyo. Una lucha ¡no!, un complemento ¡sí! Ahora lo entiendo. La magia es hacer que coincida lo mejor de cada mundo, para ser mejor cada uno y construir la felicidad. Sé que hace un rato dije que no hay felicidad completa ¿no la hay? Tal vez sí, tal vez no, pero hay que luchar para que cada día lo sea y que la montaña rusa encuentre su punto exacto. Los parques de diversiones son para quitar el estrés y pasarla bien ¡la vida y el amor también! Sólo hay que encontrarle el modo, como diría mi madre. Para todo hay que esforzarse, nada llega solo y menos el amor y la felicidad, todo cuesta. Bueno ahora estoy en la montaña rusa, mañana tal vez en la tazas voladoras o los carritos chocones, ¡no lo sé! Pero si estoy en la feria, me tengo que subir a todos los juegos, pero eso si de ninguno me caeré. Tal vez me bajaré medio desorientada con ganas de volver el estómago, con dolor de cabeza, pero lo vivido quién me lo quita...
Hasta la próxima.