Primero, centremos nuestra atención en el país europeo de Portugal. Reportaron allá la semana pasada que por vez primera el país estaba utilizando sólo luz eléctrica generada por fuentes de energía renovable durante un periodo de cuatro días. Sin duda alguna es un hito destacado en su programa en vistas a lograr cero emisiones. Con una combinación de solar, eólica e hidro-energía les fue posible a los portugueses alcanzar este gran logro. Por supuesto, su meta a largo plazo es extender ese periodo de cuatro días a semanas, meses y luego años. Dicho resultado muestra claramente que se trata de una meta totalmente posible, factible y viable.
Estamos viendo una tendencia global por buscar cómo pasar de una dependencia total de los combustibles fósiles al aprovechamiento de los recursos que nos regala la naturaleza. El viento provee gran parte de la energía que se necesita. En 2015 la energía eólica proporcionó mucha de la demanda eléctrica en Europa: en un 42% en Dinamarca, 20% en España, 13% en Alemania y 11% en Gran Bretaña. La era de las tecnologías inflexibles y contaminantes está llegando a su fin. El uso del carbón para generar electricidad conoce una tendencia descendente, afortunadamente. En Gran Bretaña este mes de mayo por primera vez disminuyó la producción de electricidad de las plantas energéticas de carbón, lo cual se anunció como un giro histórico en la campaña por llegar a una sociedad de cero emisiones. La tendencia entonces es clara. México forma parte –pero necesita hacerlo de manera aún más contundente– de esta tendencia. Sin duda la energía llegará cada vez más de fuentes limpias y renovables, pero nos tenemos que apurar.
He mencionado aquí muchas veces el tema del derretimiento del círculo ártico y cómo, como consecuencia, están sufriendo los osos polares. Llega ahora la noticia de un nuevo tipo de oso, una especie de oso híbrido, al que están llamando oso “pizzly” o “grolar”, resultado de la combinación de los nombres en inglés grizzly y polar. A raíz del cambio climático que ha provocado temperaturas más altas en el norte de nuestro continente, los osos polares se ven forzados a buscar comida sobre la tierra, cuando su hábitat natural es el hielo. Con menos hielo cada año ellos tienen que adaptarse a la vida sobre la tierra firme mientras que los osos pardos están desplazándose más hacia el norte porque su hábitat natural ya se ha vuelto demasiado caliente para ellos. Como resultado, las dos especies se están interrelacionando y la gente de esas zonas muy al norte ya ha visto osos blancos con pies cafés, cabezas distintas u otros cambios igualmente significativos. La conclusión es que se están cruzando y una nueva especie de oso es el efecto obtenido. Genéticamente similares, los osos machos de las dos especies están siendo atraídos por las hembras y ya es más frecuente la aparición de este oso combinado.
El oso polar evolucionó del oso pardo hace aproximadamente 150,000 años. Como la temperatura global sigue en aumento la prognosis a largo plazo es de un clima que favorecerá la aparición de más osos “pizzly” que polares. Es cierto que los osos polares no tienen mucha opción pero faltan largos años y muchas generaciones más antes de estar en medida de afirmar que el mundo tiene una nueva especie de oso.
El desarrollo y la aplicación de energías renovables y limpias son más urgentes que nunca. Lograr cero emisiones está en la mira de todos los gobiernos del mundo, si bien algunos están actuando más rápido que otros. Ojalá México sea uno de los que se dan cuenta de la urgencia. Vivimos en un país de mucho sol y mucho viento: no tenemos pretexto. Si estamos viendo un nuevo comportamiento entre los osos, imaginemos cuántas otras especies más están evolucionando; me refiero a las que sobreviven, por supuesto… Cero emisiones es la meta. Cero emisiones es la única respuesta que existe ante la situación actual de nuestro planeta.
Fuente: guardian.com/environment