La verdad es que a mí nunca me han gustado las multitudes así que tras esa primera excursión donde me solidaricé con mi mejor amigo que se quería ligar a una chica un poco mística, no volví a intentar visitar una zona arqueológica en 21 de marzo, hasta que comencé a trabajar para el Instituto Nacional de Antropología e Historia, por el año 2005.
La llegada de la primavera era algo que nos daba terror a todos. No importaba si éramos personal administrativo o académico, todos los miembros del instituto teníamos que trabajar una ardua jornada cada 21 de marzo y distribuirnos en las distintas zonas arqueológicas para pasar el día malcomidos y deshidratados. A mí me tocaba casi siempre en Xochicalco, por ser la más grande del estado de Morelos y a donde acudían más periodistas, pues mi trabajo era como enlace de difusión y comunicación.
Y es que no importa si no existen fundamentos científicos, la práctica de visitar sitios arqueológicos cada 21 de marzo cada vez es mayor. La gente piensa que subir a una pirámide durante el equinoccio de primavera le ayudará a cargarse de energía para el resto del año.Esta columna no se trata de cuestionar las creencias de nadie, sino de contarles el otro lado de la moneda pues resulta que tal vez algunas personas van y se toman muy en serio el ritual de la carga de energía, pero lo cierto es que muchas también acuden sin tener siquiera una idea del motivo, el chiste es echar relajo.
Todo el mundo tiene derecho a divertirse, eso es cierto, sin embargo los daños que durante las últimas décadas se han registrado en las zonas arqueológicas por el impacto de estas visitas masivas, son mucho mayores que el mero paso de los siglos.
¿En qué consistía nuestro trabajo? pues en vigilar y generar conciencia en los visitantes pues el ascenso masivo de personas provoca daños severos en las estructuras de los inmuebles y les restan años de conservación, por lo cual esos vestigios son cada vez más protegidos y se restringe su acceso.
Los operativos consisten en vigilar que la gente suba por los caminos indicados y no por los costados de las estructuras, por ejemplo, sin embargo cada año el personal del INAH resulta insuficiente para garantizar la integridad de los monumentos.
Uno de esos años en los que yo trabajé para el INAH me acompañaron mi novio y su hijo, quien para esas fechas ya me decía mamá. No olvidaré que después de haberme visto trabajar en un operativo del equinoccio de primavera, el siguiente lunes llegó al jardín de niños para presumir a sus compañeritos que su “nueva mami” era “policía de las pirámides”.
Fuera de ese recuerdo simpático, no existe nada agradable en mi memoria vinculado a esos años en los que había que controlar masas de personas subiendo a los templos que se debilitaban año con año pues no fueron pensados para que miles de personas los “escalaran” cual si fueran montañas.
Desde entonces he tratado de evitar sumarme a esas masas en busca de energía y buena vibra que atentan contra el patrimonio arqueológico, muchas veces sin saberlo, y sin la menor intención de estropear lo que es el legado cultural de todos.
Algo muy simpático es que la gente acude a “cargarse de energía” religiosamente cada 21 de marzo, sin importar siquiera si la primavera entró antes o después, así que ni siquiera se toman la molestia de hacer los rituales en el momento preciso para alcanzar su objetivo, en caso de que esto fuera posible.
Y es que no existe evidencia científica sobre la supuesta concentración de energía en las pirámides durante el equinoccio, ya que este fenómeno astronómico tiene que ver con el movimiento de la Tierra alrededor del Sol; el eje de rotación de nuestro planeta se inclina de tal forma que es perpendicular al del Sol, provocando el que ambos hemisferios terrestres reciban la misma cantidad de radiación solar.
Visto el Sol en el cielo, parece cruzar el ecuador celeste en un punto que los astrónomos llaman punto vernal, momento en que se produce el equinoccio y que se caracteriza por traer un día y una noche con aproximadamente el mismo numero de horas de duración (equinoccio significa , noches y días iguales).
El equinoccio es pues sólo un fenómeno astronómico que tiene que ver con la posición del Sol en el cielo, como un reflejo del movimiento de traslación de nuestro planeta.
Durante el equinoccio, el Sol no varía el grado de energía que emite hacia el espacio en ninguna gama del llamado espectro electromagnético del que la luz visible forma parte.
Instrumentos sensibles a la radiación solar en Tierra y en el espacio no registran ningún cambio en los niveles de energía que lo caracterizan.
Así pues, ni sobre las pirámides, ni sobre ninguna otra parte de la Tierra se recibe una sobrecarga de energía solar, aunque seguro con los niveles de daño a la capa de ozono, lo que sí se recibe es un exceso de rayos ultravioleta que sólo provocarán que tengamos que ir a ponernos botox antes de lo previsto.
Pero como no es labor del INAH criticar las creencias de nadie, y tampoco es la intención de esta columnista, el asunto es que la gente sigue abarrotando las zonas arqueológicas cada 21 de marzo, sin importar si hay puente o no, si van de blanco o no, si baja la sombra de una serpiente emplumada por el costado en Chichen Itzá o si acuden a un concierto de música popular en Tajín y de pasadita ven la zona arqueológica. Por ello es que, año con año, se lleva a cabo un operativo vinculado al Equinoccio de primavera que busca proteger al público asistente y resguardar las zonas arqueológicas.
Este año, ese plan se aplicará del 20 al 22 de marzo en las principales zonas arqueológicas del país por lo que las autoridades y especialistas del INAH piden a la gente respetar las áreas sin acceso, no subir a los edificios, muros y vestigios arqueológicos, no fumar en el interior de las zonas, no tirar basura y respetar señalamientos de circulación peatonal y vehicular
Este año, la primavera entrará oficialmente en México el 20 de marzo a las16:57 hrs, tiempo del centro de México. Durará 92 días y 18 horas, por lo que terminará el 21 de junio, para dar paso al verano. Pero en este 2015 además se registrará un eclipse parcial de sol, aunque será en Europa principalmente donde pueda apreciarse este fenómeno. El último eclipse total de Sol en el equinoccio primaveral ocurrió el 20 de marzo de 1662. El siguiente será el 20 de marzo 2034. Pero si ya están cansados de ir cada año a Xochicalco a cargar sus buenas vibras, y no pueden tomar un avión cruzar el Atlántico y tal vez apreciar el eclipse a la orilla del río Sena en París, bebiendo una buena copa de Champagne, quieran seguir acudiendo a las zonas arqueológicas por lo que las más recomendables son:
1. Chichén Itzá
Ubicada en Yucatán, esta herencia maya es famosa por el espectacular juego de luces y sombras que cada año ocurre durante los equinoccios de primavera y otoño en una de las esquinas del imponente Templo de Kukulcán o El Castillo. Ahí, durante poco menos de30 minutospuedes admirar cómo el cuerpo del dios Serpiente Emplumada “se va dibujando”, de arriba a abajo, hasta completar la silueta serpentina de la deidad, coronada por una enorme cabeza de reptil que, poderosa, destaca a los pies de las escalinatas de este templo espectacular.
2. Teotihuacan
Es la zona arqueológica más visitada de México durante los últimos cinco años, de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y es uno de los centros ceremoniales más grandes del México antiguo. En ésta, la “ciudad de los dioses” también se puede apreciar otro evento solar poco conocido, que bien valdría la pena presenciar durante estas fechas: en el patio del llamado Templo de Quetzalpapálotl, un perfectamente medido juego de luces y sombras hace que las almenas de la construcción iluminen ciertas partes de la misma indicando con ello el inicio de un nuevo ciclo de tiempo, lo que los antiguos consideraban perfecto para sembrar o para reportar en la guerra.
3. Dzibilchaltún
Es la zona arqueológica más cercana a la ciudad de Mérida, Yucatán. Poco conocida pero de una belleza espectacular y escenario de uno de los fenómenos solares más impactantes de cualquier centro ceremonial del México antiguo. Todo comienza al amanecer, alrededor de las 5:00 hrs, cuando el Sol hace su aparición por el rumbo del oriente. Poco a poco, a través de las “ventanas” y “puertas” del llamado “Templo de las Siete Muñecas” se puede apreciar cómo la silueta del astro rey va avanzando hasta posarse justo detrás del edificio, permitiendo al espectador, presenciar la asombrosa imagen del sol atravesando y enmarcando la construcción en un espectáculo que, de modo exacto, indicaba a los mayas el cambio de estación y con ello, la llegada de la primavera. Además, dentro de este sitio se encuentra un cenote sagrado donde se puede nadar y disfrutar de cristalinas aguas.
4. Templo Mayor
Los restos del edificio más importante para los aztecas, el Templo Mayor, son también un excelente escenario para recibir a la primavera por su alto contenido simbólico y por estar ubicado en la capital del país. Justo donde el sacerdote Tenoch vio a un águila sobre un nopal devorando una serpiente, la señal prometida por el dios Huitzilopochtli que indicaría el sitio en el que los mexicas deberían fundar su ciudad México-Tenochtitlan, se pueden recibir los primeros rayos del sol primaveral. Es probable también que se aprecie, si se llega al amanecer, como el sol proyecta sus rayos entre lo dos templos de Tlaloc y Huitzilopochtli, evento que indicaba a los antiguos medicas que era el momento del cambio de estación, el inicio de un nuevo ciclo.
5. El Tajín
En esta zona arqueológica no se desarrolla ningún evento solar en particular, sin embargo cada año se lleva a cabo la famosa Cumbre Tajín, un festival cultural que involucra tanto el conocimiento prehispánico y del patrimonio a través de conferencias y actividades culturales, con otras actividades como un concierto de música popular al que acuden jóvenes de todo el país. El centro ceremonial de El Tajín, que anteriormente sólo era asequible para gobernantes, sacerdotes y jugadores de pelota, hoy es un espacio que recibe a miles de visitantes en lo que se ha consagrado como uno de los festivales culturales más importantes del país.