Aunque muchos viajeros hoy ya es el día del regreso y las largas filas en la carretera para pagar el peaje, para otros tantos que decidieron salir en la semana de pascua, las vacaciones apenas van a comenzar.
No puedo entender cómo es que a tanta gente le guste abarrotar las playas en estos días cuando el calor es altísimo y los rayos del sol queman a todo lo que da, sin embargo, lo cierto es que nos siguen encantando las playas, con sus palmeras borrachas de sol, sus cocos con ginebra y sus hamacas para simplemente no hacer nada.
Pero ¿nos hemos preocupado qué tanto daño provoca este tipo de turismo masivo, invasivo y poco responsable en la vida de los ecosistemas marinos? La semana pasada leí en redes sociales un listado de las playas más contaminadas por materia fecal (sí… popó pues) en México y juro que me dieron ganas de jamás volver a pararme en ninguna de ellas. Por supuesto están en los lugares más visitados: Acapulco y Cancún.
Y no, no necesariamente significa que los turistas hagan del baño dentro del mar (aunque no se descarta esa posibilidad), sino que la infraestructura es tan inapropiada que los desechos de las construcciones alrededor terminan siendo arronados al mar… sí así de asqueroso como se lee.
Pero bueno, pensarán todos, siempre hay lugares casi vírgenes y paradisiacos que no están en esa lista pero resulta que aunque uno sea uno de esos viajeros que se hace responsable de sus desechos, de su basura y de su impacto ambiental, probablemente tengamos años causando un daño irreversible con algo que usamos como “responsables” de nuestra propia salud: las cremas de protección solar.
Soy de esa generación de mamás que sabían que los niños simplemente no pueden ni asomar la cara a la calles (ya no digamos en la playa) sin estar embadurnados de bloqueador solar del más alto factor de protección. Somos la generación que teme al cáncer y sabemos que casi todo lo que hemos comido o vivido lo puede provocar. Pero… cuidar nuestra piel de esa manera ha sido un error garrafal que ha provocado daños irreversibles a los ecosistemas marinos. Sí, yo también me sentí terriblemente culpable cuando lo supe.
En la actualidad, es necesario utilizar bloqueador solar debido a nuestra exposición constante al sol. Esta condición ya no es temporal, todo el año, en ciudades y costas se requiere proteger nuestra piel para evitar problemas de salud, pero esto ¿daña la salud del planeta?
De acuerdo con la Asociación Nacional de la Industria del Cuidado Personal y del Hogar (CANIPEC), en México, el consumo de cremas solares es estable, aunque cada año se dispara entre un 60 y 70% durante los periodos vacacionales de primavera y verano.
El hueco en la capa de ozono ha ocasionado que asolearnos sea más peligroso. Hay dos tipos de rayos ultravioleta (UV) que atraviesan la atmósfera: UVA y UVB. Según la American Cancer Society: “Aun cuando estos rayos constituyen sólo una pequeña porción de la radiación, son la causa principal de los efectos dañinos del sol en la piel”.
Los rayos UVA, que representan el 95%, pueden dañar nuestro ADN, generan arrugas y causan varios tipos de cáncer de piel. Y los UVB, que sólo representan el 5%, son los responsables de quemaduras, intolerancia al sol, el fotoenvejecimiento, el cambio de pigmento de la epidermis, los golpes de calor y también, cáncer de piel. Su intensidad varía según la hora del día, la estación (en primavera y verano son más intensos), la cercanía al Ecuador, la altitud, la nubosidad y el reflejo en superficies (como la nieve o el asfalto).
Debido a estas condiciones, el gasto a nivel mundial en cremas solares es de casi 9 mil millones de dólares. De acuerdo con una investigación de Constanza Business & Protocol School, los países en los que más creció este consumo, entre 2011 y 2015, son: Rusia 72%, India 58%, Brasil 56%, China 48% y México 32%.
Entonces estamos de acuerdo, todos tenemos motivos de sobra para querer proteger nuestra piel del sol pero… ¿nos hemos preocupado de saber qué contienen esas cremas?
La composición de los protectores
Existen dos tipos de protectores eficientes frente a la radiación UV. Los físicos son minerales, al aplicarse actúan como un espejo ante los rayos ultravioleta. Sus componentes principales son: óxido de zinc y dióxido de titanio. Mientras que los químicos, al difuminarlos absorben los rayos para evitar algún tipo de quemadura o enrojecimiento, estos básicamente contienen: octocrileno, metoxicinamato, alquil benzoato, metilparabeno y oxibenzona.
Una investigación realizada por Gabriela Rodríguez Fuentes, académica de la Facultad de Química de la UNAM, en Yucatán, asegura que, los componentes de las cremas solares químicas perturban el apareo de algunos peces, como “el sargento, el cebra, el medaka japonés, la carpa cabezona y la trucha arcoíris, que presentan alteraciones endocrinas y estrés oxidante al exponerse a concentraciones altas de bloqueadores UV […] Los peces confunden esos compuestos con el estrógeno”, esto ocasiona que los machos comiencen a generar hormonas propias de las hembras, afectando el futuro crecimiento de la comunidad.
En el caso de los corales, el bloqueador desprendido de nuestro cuerpo forma capas sobre estos animales marinos, que tapan la luz necesaria para que realicen la fotosíntesis y, por consecuencia, comienzan a perder su color y mueren.
El deterioro a los arrecifes —conformados principalmente por algas y corales, y habitados por muchas otras especies animales—, contribuye a la pérdida de la biodiversidad y genera costas más vulnerables a sufrir el impacto de los huracanes. Para la Doctora en Ciencias Ambientales, Citlalli Becerril, “es una cadena que produce daño tras daño”.
Nadando entre químicos
A pesar de los múltiples daños ocasionados al ecosistema marino por las cremas solares, en México, los estudios y las investigaciones son mínimas. Rafael Calderón Contreras, profesor e investigador del Departamento de Ciencias Sociales de la UAM Cuajimalpa, explica que, “vivimos en una negación de los hechos. Mucha gente no sabe lo que sucede en los mares cuando utiliza estos productos”.
La oxibenzona, sustancia presente en los protectores químicos, forma parte de la composición de otros cosméticos como el labial, el rímel, las sombras y hasta el champú, así que mientras nos bañamos también contaminamos el agua residual que, en ocasiones, desemboca en el océano.
Calderón Contreras explica que, las plantas tratadoras de agua pueden separar los metales pesados, pero no la oxibenzona: “prácticamente todo lo que cae en la regadera también puede ir al mar”.
El estudio Toxicopathological Effects of the Sunscreen UV Filter, publicado por la revista Archives of Environmental Contamination and Toxicology, reveló que la oxibenzona es nociva hasta en cantidades mínimas: una gota diluida en un volumen equivalente a seis piscinas olímpicas es suficiente para perjudicar el ecosistema marino.
De acuerdo con la publicación, cada año son liberadas más de 14 mil toneladas de protector solar en áreas de arrecifes de coral, un impacto directo si se toma en cuenta que estos productos pueden llegar a tener hasta un 10% de oxibenzona en su formula.
Asolearse y cuidar el ambiente
A diferencia del plástico, la contaminación generada en los océanos por los bloquedores y bronceadores es “invisible”, lo cual, impide crear conciencia.
Calderón dice que, “es necesario leer las etiquetas para saber si contienen oxibenzona. Lo mejor siempre será utilizar productos eco sustentables, con fórmulas con componentes biodegradables”.
Hay algunas soluciones a nuestro alcance. En el mercado, es posible encontrar opciones naturales hechas con semillas de ajonjolí, manteca de karité o aceite de jojoba, cacahuate o almendra. También podemos poner más atención a nuestras costumbres, los dermatólogos recomiendan usar el bloqueador media hora antes de entrar al agua y añadir capas cada dos horas. Gabriela Rodríguez, de la UNAM, afirma que, “aunque la concentración de filtros UV en las cremas solares es alta, aplicarlas apropiadamente podría reducir el impacto en los ecosistemas acuáticos al disminuir su transferencia al agua, y nos protegerían mejor”.
Otras medidas pueden venir del gobierno. El primero en levantar la mano ha sido Hawái. A principios del 2018 prohibió la venta de productos con oxibenzona y octilmetoxicinamato, una ley que entrará en vigor en el 2021. Mientras tanto, empresas como Coppertone han alegado que siguen utilizando químicos porque aún no hay un mejor componente, en Estados Unidos, para proteger a las personas de los rayos UV.
Más allá de las cremas, es necesario utilizar ropa diseñada para cubrir nuestra piel, más sombrero o gorra y lentes obscuros. Y tomar en cuenta la recomendación principal de los médicos: evitar los largos periodos de exposición al sol, en especial de once de la mañana a tres de la tarde.
Así que ya lo saben. Usar trajes de baño de manga larga (sí, esos como de surf), nadar antes de las 11 de la mañana o bien después de las 4 de la tarde; usar sombrero y lentes de sol (pero de los buenos no de los de 3 por 15) y comprar bloqueadores solares con fórmulas biodegradables son las medidas que debemos tomar ya si queremos detener la masacre en nuestros mares. Si les parece mucho esfuerzo, no olviden que hay muchos otros lugares maravillosos para visitar donde nuestro placer no significaría la muerte de millones de peces.