Empezaron ya las vacaciones y es momento de hacer un alto y considerar la opción de tener viajes con bajo impacto ambiental en esta temporada.
Reutilizar las toallas y saber que con ese gesto estamos ayudando tanto a plantar árboles como a favorecer a agricultores con nombres y apellidos, alojarse en un hotel que forma a sus empleados en la protección de menores, disfrutar de una cena en un restaurante que apuesta por productos de Km Cero, comprar a través de una app a un precio simbólico los restos del bufé de desayuno –evitando el despilfarro– son sólo algunos ejemplos de acciones sostenibles concretas que son una realidad en el sector del viaje.
Y es que los viajeros buscamos, cada vez más, experiencias auténticas y sostenibles, especialmente los que integran la llamada generación millennial –más sensibilizada con estos temas–, y que demandan de manera creciente que las empresas (compañías aéreas, hoteles, agencias de viaje) pongan en marcha acciones que les permitan ser más respetuosos con el medio ambiente y la sociedad. Son conscientes de la necesidad de actuar y perciben el desarrollo sostenible como un desafío crucial.
El viajero responsable
La concienciación medioambiental en el sector hotelero no es nueva, pero hoy en día es más bien una búsqueda y exigencia del consumidor.
Un aspecto a tener en cuenta es que los clientes valoran de forma positiva que las medidas se concreten en hechos y que los hoteles demuestren su compromiso con la responsabilidad social y el desarrollo sostenible.
Los hoteles, más allá de saber la huella de carbono de los establecimientos de forma individualizada, tienen que conocer el impacto de su actividad a todos los niveles para introducir esto en su estrategia de branding y comunicación.
El seguimiento del tema de la alimentación es una parte clave de la transformación ‘verde’ de los hoteles, que deberán monitorizar de dónde provienen los alimentos y bebidas que se consumen en sus establecimientos, si son de origen orgánico, si han sido cosechados de manera sostenible, si son naturales, cómo están envasados, etc. El cliente busca productos frescos y locales, y a medida que crece la demanda de estos alimentos, los establecimientos también utilizarán sus jardines o, en el caso de los hoteles urbanos, sus azoteas, para cultivar sus propias hierbas aromáticas y vegetales en jardines verticales o huertos urbanos.
Asimismo, conviene implementar amplios programas de reducción de desperdicio de alimentos que comiencen a actuar desde la cocina, dando una segunda vida a los productos.
Los hoteles y destinos tienen algunas tareas por hacer como:
- Diseñar experiencias naturales. En un mundo cada vez más digital e hiper conectado la necesidad de reconectar con la naturaleza es cada vez más fuerte. Los arquitectos e interioristas deberán desdibujar los límites entre espacios interiores y exteriores en los hoteles. Y los hoteles esforzarse por ofrecer experiencias auténticas y diferentes ligadas a la sostenibilidad.
Los hoteles más proactivos en este campo están educando a sus clientes sobre cómo ser más ecológicos durante su estancia y en su vida diaria, implicándoles e invitándoles a colaborar en sus programas de reutilización de toallas, consumo responsable de agua, gestión de residuos, ahorro de energía, etcétera.
- Hoteles socialmente responsables. Participación del hotel en acciones benéficas y solidarias –una medida frecuente– y responsabilidad con el empleo, se deben formar a los equipos en la protección de los menores o luchar contra la prostitución.
Si nos importa el turismo, debemos cuidar el planeta, tanto desde los establecimientos hoteleros como desde nuestro papel de viajeros. La demanda de productos turísticos responsables y la implementación de los planes de RSC desde las cadenas hoteleras y otras empresas del sector, son alentadores pero vigilemos entre todos que la senda no se desdibuje.