¿Sabías que en México más de 28 millones de personas padecen hambre? En contraste, sabemos que 31 millones de toneladas de alimentos son arrojadas a la basura. Lo mismo comida en mal estado que se ha quedado olvidada en el fondo de una alacena o refrigerador, que comida que sirve pero que nadie ha querido solo por cosas tan banales como su aspecto.
¿Cuántas veces hemos ido al súper mercado sin una lista o sin idea alguna de lo que haremos con todo eso que como autómatas echamos en el carrito? A veces pareciera que tener el refrigerador o la despensa repletos nos brinda un estatus y una sensación de superioridad y poder adictiva.
El consumismo parece desbordarnos y cada semana llegamos a una caja registradora empujando un carrito lleno de alimentos que terminamos despediciando.
Lo cierto es que México, Argentina y Brasil son los tres países líderes de Latinoamérica en el desperdicio de alimentos según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Y tal vez tú pienses que tú no eres parte de este problema porque viajas o comes en la calle así que nunca hay comida en tu alacena o refrigerador pero… ¿te has preguntado cómo manejan la comida en los restaurantes a los que acudes?
Lo cierto es que el 6% de toda la comida que se desperdicia en el mundo proviene de países en América Latina y el Caribe, lo que equivale a 348 mil toneladas de alimentos al día y 127 millones de toneladas al año. Y ese problema es mucho más grave en los restaurantes que en tu propia casa.
47 millones de personas en nuestra región pasan hambre, según el estudio Pérdidas y desperdicios de Alimentos en América Latina y El Caribe. Lo terrible es que de esa cifra, 28 millones habitan sólo en México. Mientras a nivel regional perdemos 15% de los alimentos disponibles para consumo humano, en nuestro país se desperdicia la vergonzosa cifra de 37 por ciento
Además de lo horrible que eso suena en términos sociales y de desigualdad económica, producir alimentos que luego serán desperdiciados genera también un gran impacto ambiental pues al descomponerse, la comida emana metano, uno de los gases más dañinos para la atmósfera y que incrementa el calentamiento global. Así que, a la huella ambiental de su producción y distribución, se le suma la huella de su desperdicio y descomposición.
Sólo con los alimentos que se desperdician en supermercados, mercados callejeros y otros puntos de venta al menudeo en Latinoamérica podrían ser alimentadas 30 millones de personas.
En nuestro país hay productos que se desperdician más que otros, como la guayaba. 57.7% de la producción es desperdiciada. El mango tienen un margen de desperdicio de 54.5%, le siguen el pescado con 54%, el aguacate con 53.9 y el plátano 53.7 por ciento.
¿Por qué se desperdicia tanto? Puede ser por un mal manejo de los alimentos durante la cadena de producción y distribución, pero sobre todo por una falta de conciencia en los consumidores. Olvidamos revisar fechas de caducidad y llenamos de alimentos la despensa como si el tiempo no fuera a pasar jamás, compramos en exceso o por impulso y peor aún, elegimos sólo las frutas y verduras bonitas.
Pero si no nos ponemos a cuestionar los hábitos en nuestra propia casa, ¡menos en restaurantes! Resulta que ellos desperdician, y mucho, pues los estándares de calidad de los mejor posicionados los obliga a comprar de más, con más frecuencia y a servir sólo lo que está impecable, además de que están atados a un menú por largas temporadas por lo que no pueden solo ponerse creativos para cocinar con las sobras porque ¿les parecería una campaña atractiva llegar a un restaurante donde sabes que te están vendiendo las sobras?
Pues resulta que sí, otra vez somos los consumidores los responsables porque si en casa de nuestras abuelas podíamos hacer comidas familiares enteras con sobras o beber agua de mil frutas que estaban a punto de pasarse y todo eso se transformaba en fiesta, ¿por qué un restaurante no podría hacerlo?
Bueno pues el problema es que no hay tampoco indicadores que le permitan al consumidor conocer los hábitos de los restaurantes en el manejo y desperdicio de alimentos. Muy pocos transparentan su política de sustentabilidad pero existen soluciones, como la aplicación Olio, y otras que funcionan muy bien en Europa para que los restaurantes donen la comida que no utilizan, o en México, Francia y Canadá, existe La Tablée des Chefs, asociación sin fines de lucro que se dedica a rescatar comida de los restaurantes y panaderías, además de capacitar a los estudiantes de gastronomía para que tomen conciencia de la magnitud del problema del desperdicio de comida.
Ahora sólo nos falta a los consumidores, tomar las riendas de esta batalla. Sin importar si estamos en el mercado del barrio, el súper o el restaurante de lujo. Nosotros tenemos el poder y debemos consumir de manera responsable. Tenemos el derecho a preguntar sobre cómo manejan los recursos los lugares donde compramos y donde comemos, cuando estamos en casa y cuando viajamos ¿no creen?