El cambio climático está modificando las costumbres viajeras y turísticas. En los últimos cinco años no se había visto la cantidad de nevadas que hoy hay en Europa en febrero. Mis amigos me han enviado fotografías de nevadas impresionantes lo mismo en los Alpes, lo cual es hasta cierto punto “normal”, que en el corazón de ciudades no muy familiarizadas con la nieve constante como París o Bruselas. Y es que la nieve es una maravilla si te sorprende una mañana al abrir tu ventana con un manto blanco y dura un par de días pero… ¿dos semanas seguidas?
Por supuesto en décadas Estados Unidos no había pasado por momentos tan fríos como los que se vivieron en ciudades como Chicago donde se llegaron a sentir temperaturas hasta de -23° centígrados. Una amiga mía estaba en Philadelphia y envió la captura de pantalla de la app del clima desde su móvil: -11° centígrados pero con una sensación térmica de ¡ -19°! Sin duda, un clima de tundra que muchas personas no hemos sentido jamás en la vida.
¿Cómo afectan estos cambios drásticos, derivados del cambio climático, a la industria turística? Bueno, sin duda alguna las afectaciones son bastantes. Por ejemplo, hubo muchísimos vuelos cancelados o desviados, lo que representa no sólo millones de dólares en pérdidas para las compañías aéreas y para los mismos viajeros que pierden noches de hotel reservadas o tours previamente pagados, también representa mucha más contaminación por los cambios en rutas aéreas intempestivamente.
Por otro lado, los veranos tampoco son lo mismo que antes y otra vez, el ejemplo es Europa porque antes no se veían las olas de calor de más de 40° centígrados y por tanto muchos lugares en ciudades como París o Berlín no cuentan con aire acondicionado. Adaptar los viejos hoteles y restaurantes a las nuevas necesidades metereológicas también representa mucho dinero en inversiones.
Por otro lado, antes los viajeros de lugares como Alemania o Noruega viajaban hacia el sur de Europa, como España, Portugal o Italia para buscar sol pero ahora en sus veranos ya no parece hacerles tanta falta. ¿De qué vivirán entonces estos países sureños si los flujos de turismo cambian?
Lo cierto es que el clima está cambiando y cada vez es más impredecible. En México tenemos en pleno febrero temperaturas primaverales y muy pocos días de frío, mientras que en el verano las lluvias nos tienen asolados. Si no frenamos la contaminación, y si no se hace nada pronto, va a ser demasiado tarde para tomar medidas para desacelerar el calentamiento global, porque va a llegar a tal grado el calentamiento que ya no va a haber punto de retorno y esto va a pasar en las próximas décadas. Se dice que en este siglo la temperatura global de la Tierra va a aumentar de 1 a 6 grados, quizás no parece nada pero los cambios drásticos ya están aquí, a la vuelta de la esquina.
Lo cierto es que hoy Estados Unidos se está congelando literalmente y Australia se está quemando, también literalmente. La ola de frío que experimenta América del Norte al este de las montañas rocosas, con temperaturas similares al Ártico, es real, pero es solo una parte de esta historia.
Del otro lado del mundo hoy se viven temperaturas cálidas récord desde Australia y hasta el Ártico. ¿Qué tiene que ver el llamado vórtice polar con el calentamiento global?
En cualquier planeta que gire habrá un efecto llamado “vientos dominantes”. A medida que la atmósfera circula alrededor del mundo, el planeta Tierra experimenta típicamente tres tipos distintos de vientos, normalmente confinados a tres zonas diferentes de latitud. De 0° a 30° se dan los vientos alisios que soplan de este a oeste y convergen en el ecuador.
30° a 60° están los vientos del oeste que soplan de oeste a este y se levan hasta el círculo Ártico (o hacia abajo, a la Antártida. Y de 60° a 90° están las células polares que normalmente se limitan a las regiones de latitud más alta en la Tierra. Nuestro planeta tiene una diferencia de temperatura extremadamente grande entre el ecuador y los polos. Esta diferencia es más pequeña en el verano cuando las áreas polares experimentan casi 24 horas de luz solar continua. Gracias a estas severas diferencias , existe una zona persistente de gran escala y baja presión que gira en forma de ciclón en cada polo, de oeste a este, es decir, en el sentido de las manecillas del reloj en el polo sur y en sentido contrario en el polo norte).
Estas dos zonas se conocen como vórtices polares, y cada una de ellas comienza a pocas millas de la atmósfera y se extiende a la estratósfera. Debajo de ellos normalmente hay una gran masa de aire frío y denso rodeando a los polos. Normalmente estos vórtices son estables pues las diferencias de temperatura y presión eran lo suficientemente fuertes como para mantenerlos en su lugar durante todo el año pero cuando los vórtices se debilitan pueden dividirse y migrar hacia fuera de los polos. Cuando ya están extremadamente débiles pueden fragmentarse y una parte del aire de baja presión y baja temperatura comienza a interactuar con el aire de mayor presión y mayor temperatura desde fuera de las regiones polares.
El fenómeno que esta semana ha causado que el vórtice polar se desplace hacia el sur se conoce como calentamiento estratosférico repentino, es decir cuando las capas superiores de la atmósfera aumentan su temperatura en un lapso muy rápido de tiempo.
Así que por raro que te suene, Chicago se está congelando porque la tierra se está calentando y esto pasa gracias a nuestros autos, a las emisiones de carbono que hacen las industrias, y hasta al hecho de que no usemos la energía eficientemente.
La nueva “normalidad” parece ser que Estados Unidos se congele en pleno febrero, Europa reciba más nieve que en los últimos 5 años en unas cuantas semanas y que el ártico no pueda permanecer frío en pleno invierno. ¿Queremos seguir fingiendo que el cambio climático es un mito?