Sociedad
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Juan Nazario Reyes, el ave que remontó el vuelo

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Juan Nazario Reyes es un creador de esculturas. Trabaja el metal y de su pensamiento salen insectos, animales, seres mitológicos y figuras prehispánicas que construye con varillas, láminas y metales reciclados.

“Me encargan trabajos, como esculturas o ventanas o puertas o candelabros. Muchas veces no los vienen a recoger, no me los pagan y me los quedo; pero a veces sí los recogen y me los pagan, entonces, con ese dinero sobrevivo dos o tres meses y me pongo a construir lo que yo quiero”, explica, con un discurso claro, preciso.

En su casa-taller-almacén, localizado en el kilómetro 63.5, frente a Real Monte Casino, lado sur, de la carretera federal Cuernavaca - Ciudad de México, tiene millones de objetos de metal y otros materiales de reúso que utiliza en sus creaciones.

Construyó su hogar con sus propias manos y con cosas que fue “recogiendo de la basura”. Se ubica en una barranca y en el trayecto uno va bajando y subiendo por habitaciones llenas de objetos: todo sirve o servirá para algo y las piezas que ha hecho están amontonadas en todos los rincones.

Todo está lleno, las esculturas pequeñas se pierden entre objetos que fueron desechados y rescatados; como la imaginación de Juan que se llena de cosas que quiere hacer, como el torrente de palabras que responde a cualquier pregunta.

Del suelo recoge un dragón de metal tricéfalo, hecho de varilla y alambres, con las alas de malla. Lanza llamas (alambres) por la boca, sus garras son poderosas. También hay una araña negra sobre su tela, hecha con alambre y reciclaje, y un colibrí de alambre. Las tres piezas son impresionantes por el detalle.

Juan (o el Melenas o el Malena, como afirma que le dicen de cariño) no boceta. “Lo traigo en mi pensamiento y de ahí lo saco directamente. Luego lo voy moldeando poco a poco hasta que queda como lo tenía en mi pensamiento”.

Nazario Reyes relata que aprendió a soldar y a hacer esculturas solo. Hace dieciocho años un amigo suyo que es ingeniero lo llevó con un herrero, para que le enseñara a soldar.

“El maestro me dijo: sí. Agarró un fierro y de mala gana me dijo ahí está, prendió la planta, puso unos electrodos, una careta y me dijo: comienza. No me dijo: se hace de esta manera. Cuando empecé a soldar se me pegaba el electrodo y se me pegaba, y él comenzó a reírse de mí. Yo soy grosero y le dije una majadería y aventé las cosas y dije: ya aprendí y me fui de ese lugar. Yo tenía todo: planta, electrodos, y comencé a hacer mi banco de trabajo (de metal), y comencé a hacer mis cosas, lo que yo quería hacer, lo que estaba en mi mente. Una de las primeras cosas que hice fueron mis coronas de alambre. Tenía yo material y mascadas y se me estaba cayendo el pelo, y comencé a trabajar con ellas y me gustaron y ahora tengo muchas”, platica.

Es autodidacta en muchos oficios. Desde niño aprendió a leer solo, además fue jardinero, albañil, cocinero, cantinero y muchos más. Todo ese conocimiento acumulado lo aplica en la realización de sus esculturas expresivas, equilibradas y con gran movimiento.

Juan es consciente de que tiene una facilidad inusual para aprender lo que sea de su interés y de perfeccionarse en lo que aprende.

“Desde que era pequeño aprendí a leer viendo periódicos y alguien me enseñó a pronunciar. También trabajé en una cantina, en poco tiempo aprendí a hacer cuentas y mezclas y el dueño se dio cuenta de eso y me dio empleo como asistente. Siempre estoy aprendiendo algo nuevo, ahorita estoy aprendiendo inglés, tengo varios libros y voy a aprender ese idioma”.

Puede fabricar cualquier cosa que le pidan, desde una ventana hasta un portón, en metal. Sólo pide que le den las medidas y que le platiquen más o menos qué es lo que desean o le muestren un dibujo y él lo fabrica. Hasta ahorita no ha habido encargo que no haya podido hacer, por más complicado que sea.

Juan Nazario asegura que va romper el Récord Guinness por fichas dobladas. En varias habitaciones de su hogar hay cortinas, algunas enrolladas y otras colgadas. Están hechas de fichas de metal dobladas. Tiene diferentes medidas, pero lo particular de éstas es que tienen figuras de mariposas y para ninguna bocetó.

“Aunque desde los ocho años comencé a recoger fichas de refrescos, porque eran novedosas, se acababan de inventar. Hace algunos años unos amigos… estaba yo medio ebrio, estaba yo fastidiado, no tenía yo nada qué hacer y vi muchas fichas tiradas y se me ocurrió hacer cortinas, y comencé a hacerlas. Son cortinas de varias medidas, de uno quince, uno veinte, uno cincuenta, dos metros, dos cincuenta. Y con figuras de mariposas, que hago con los colores de las fichas. Horita llevo más de ochenta y ocho mil fichas dobladas, en aproximadamente nueve años”.

Juan Nazario Reyes tiene 65 años; nació en Sultepequito, Estado de México, aunque desde muy pequeño vive en Morelos.

“Mi padre tenía un rancho. Mi abuela tenía una hija que vivía en la Carolina, le dijo a mi padre que la trajera, que iban a estar un mes aquí. Pero como iba a estar un mes, mi padre se puso a trabajar en caminos, entonces estaban haciendo las guarniciones en Tlaltenango y se desenfrenó un automóvil y se llevó a tres personas, entre ellos a mi padre, yo tenía tres o cuatro años de edad. Poco tiempo después murió mi madre. Yo y mis hermanas nos dispersamos, yo viviendo en la calle, entre la basura. Por eso digo: Yo, Juan Nazario Reyes, soy el ave que cayó del nido, pero pudo remontar el vuelo”.

 

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