¿En qué momento uno deja de ser… quién es?
Le Locataire (El Quimérico Inquilino), 1976
Trelkovsky (Román Polanski) es el nuevo vecino del edificio… La anterior joven que habitaba el mismo apartamento en el que ahora reside se acaba de suicidar; él es un joven callado y muy reservado, aparentemente parece una persona cuerda y lúcida. Pero no sabe lo que esconden esas paredes de aquel apartamento que aún conserva parte de las pertenencias de la anterior inquilina.
Los vínculos con la familia, a pesar de que en muchas ocasiones no se está de acuerdo con los integrantes, siempre serán algo sagrado e inquebrantable; el tener a alguien resulta algo que nos hará sentirnos cobijados, que no estamos solos en este mundo, tener a ese alguien que comparta nuestros mismos genes y estén en las buenas y en las malas como los padres.
Cuando nos remontamos a aquellas películas que nos hacen preguntarnos sobre nuestra existencia, en ese momento cuando creemos que todo está perdido y la solución es algo que al menos en el momento no está a la mano, luchar por definir quiénes somos, qué hacemos, para qué vivimos, es parte de lo que algunas cintas nos hacen preguntarnos sobre la existencia.
André regresa a París con la esperanza de hacer dinero y dejar de lado su vida dedicada al crimen y las apuestas, pero sus deudas son muchas y le debe a las personas menos indicadas y ahora sólo tiene 24 horas para devolver todo el dinero que debe; desesperado frente a un puente sobre un río decide quitarse la vida, pues se siente miserable.
Un dicho muy conocido dice que para enamorar a un hombre es necesario llegar no sólo por el corazón, sino por el estómago. Aunque ahora los tiempos han cambiado, aún aplica, pero para entonces tenía más que nada un más significado machista, como el de que las mujeres sólo están hechas para cocinar, cuidar niños y atender a su marido. Sin embargo, en nuestros tiempos los roles se han cambiado y eso es más que formalismo.