En el cine son comunes las historias sobre mujeres que se encuentran en la búsqueda de sí mismas, en la exploración de lo que son y lo que desean, cuando perdemos la noción de quiénes somos en realidad.
Comer, beber y amar(1994) es una cinta con un estilo culinario, bien podría verse en cuanto a esta temática, pero la filosofía de la cinta hace que nos lleve más allá de eso y cambiemos nuestro estado de ánimo conforme pasan los minutos a través de distintos platillos, pero también a través de tres historias entrelazadas.
En su cinta, Ang Lee nos cuenta la historia de un padre solo y sus tres hijas, casi adultas; las diferencias entre sí harán que poco a poco su relación entre ellos se complique.
Chues un maestro cocinero que vive al lado de sus tres hijas, las cuales ya están o casi en la etapa de la vida adulta, en Taiwán.
Cada una de sus hijas posee una actitud diferente, lo que hace que las relaciones entre ellas se tensen.
Sin embargo, Chu está solo y se encuentra en la búsqueda de tener un aprendiz, pues es un chef de cocina tradicional china, pero no puede heredar sus conocimientos a cualquiera, por lo que eso lo tensa, al no encontrar entre sus hijas a un buen heredero.
No obstante, entre las hijas las situaciones son diferentes: una está inmersa en la búsqueda del éxito profesional, la segunda se encuentra en medio de una decepción amorosa de la que queda embarazada y la tercera cree haber encontrado al hombre de su vida.
La cinta transcurre de una forma fluida, a la par que la historia de las tres hermanas, acompañadas por un recorrido gastronómico de la comida tradicional china.
Tal como lo dice el nombre, Comer, beber y amar es cada una de las experiencias que nos ofrece la cinta, creada por el también director de Sensatez y sentimientos, El banquete de bodas, Secreto en la montaña y la premiada Una aventura extraordinaria.