La película, que también fue escrita por Del Toro, nos adentra en un laberinto psicológico muy a su estilo.
Ambientada en el siglo XIX, la historia nos cuenta la vida trágica de la joven escritora Edith Cushing, una joven hermosa, pero muy tímida, hija única de uno de los hombres más adinerados del pueblo.
Sin embargo, un día conoce a Sir Thomas Sharpe y la hermana de éste, Lady Lucille, y de inmediato se siente atraída por él, y el de la misma forma que ella. Todo parece perfecto, ambos están enamorados, a pesar de la poca aceptación del padre con su nueva pareja. Pero Edith está tan enamorada que no toma tanta importancia de ello.
Su padre está dispuesto a terminar con esa relación y está por lograrlo, pero muere de una forma repentina, lo que ocasiona que Edith se case con Sir Thomas Sharpe y huya a Inglaterra a una mansión en ruinas propiedad de su ahora esposo en Cumbria, un lugar sombrío y alejado de todo.
A su llegada es recibida por Lady Lucille, la hermana de su amado, que también vive en la mansión.
Su estadía parece normal, pero poco a poco Edith experimentara una serie de situaciones aterradoras, dentro de la mansión; y su salud poco a poco se irá deteriorando.
Al igual que su estadía en ese lugar que la llevará a descubrir la realidad de su esposo y la hermana de éste.
La trama de la película transcurre de manera fluida, lo que la hace disfrutable pues conforme avanza se descubren nuevos misterios muy al estilo del director, que experimenta un regreso a su clásico Cronos, la cinta que le abrió el paso a la fama con la que cuenta hoy en día. Pero una de las cosas más representativas de la historia sin duda es la escenografía, la cual es notable el grado de meticulosidad con la que fue hecha.