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Feliz día del arquitecto
"La arquitectura es el alcance de la verdad"
Louis I. Khan
El pasado jueves primero de octubre México celebró el día nacional del Arquitecto. en dedicación al esfuerzo y responsabilidad que conlleva esta profesión y el rol que juega la arquitectura en el diseño y planeación de las futuras ciudades de nuestro territorio.
A través de los años -después de que el ex presidente Vicente Fox aprobara la fecha oficial en el año de 2004- múltiples comunidades han cuestionado incisivamente cuál es su labor en la sociedad, pero también cual es la principal labor de las y los arquitectos en el mundo y en los momentos claves de la historia.
Cabe aclarar que el día oficial fue instaurado por el Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) realizado en Barcelona en el año de 1996. Se decidió hacer coincidir el día mundial del arquitecto con el día mundial del hábitat humano y es por eso que hoy en día cada primer lunes de octubre se conmemora la labor del arquitecto (Fuente: Archdaily).
Más que celebrar hay que cuestionar la profesión y el momento histórico por el cual estamos pasando: una pandemia, crisis económica, pobreza extrema a nivel mundial, calentamiento global y una revolucionaria manera digital de vivir. Apoyando las palabras del arquitecto Louis I Khan (1901-1974) “La arquitectura es el alcance de la verdad” y solo a través de ella podremos visualizar de una manera utópica y física el porvenir de nuestro futuro próximo.
Como arquitectos tenemos la obligación de servir a la sociedad a la cual pertenecemos. Somos los responsables del hábitat y del desarrollo de ciudades enteras, infringiendo directamente en su desarrollo socio-económico y me atrevo a decir que la arquitectura y el urbanismo son los principales responsables de la seguridad nacional, ya que sin una buena gestión del diseño los índices de inseguridad suben, pero lo mismo sucede al revés, una buena gestión proyectual eleva las tasas de seguridad y habitabilidad.
Si hay algo qué celebrar es que aún los arquitectos seguimos de pie luchando desde nuestra trinchera con la plena convicción de mejorar nuestra sociedad, nuestro pueblo y nuestro México lindo y querido.
Una ventana al pasado: capilla abierta de San José, en Palmira
En el desenlace de la serie “una ventana al pasado” analizaremos la capilla abierta de San José, ubicada en la ciudad de Cuernavaca, Morelos y comúnmente conocida como “la capilla de Palmira”.
Todo comenzó con la planificación urbana de lo que sería uno de los fraccionamientos con mayor plusvalía de la capital morelense. Sus inicios se remontan a la década de los 50’s.
En el año de 1954 Raúl A. Basurto y su hijo Raúl J. Basurto tenían el proyecto para ejecutar tal magnitud de obra en unos terrenos a las afueras del municipio de Cuernavaca. Decidieron ponerle de nombre Lomas de Cuernavaca, ya que era un sitio bastante visitado por personalidades de la época, como el presidente Lázaro Cárdenas, que por su gran adoración al sitio contaba con su casa y granja Palmira (hoy internado Palmira).
La empresa a cargo del desarrollo fue Lama & Basurto S.A. que ya contaba con algunas intervenciones urbanas en la Ciudad de México.
Finalmente, dentro del proyecto los desarrolladores destinaron un predio para diseñar una capilla abierta en la cumbre de la loma más alta, cediendo el encargo al arquitecto español Félix Candela, egresado de la Facultad de Arquitectura de la Escuela Superior de Madrid, donde se licenció en 1935, y en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Félix Candela era un arquitecto con gran renombre en nuestro país y caracterizado por sus múltiples construcciones con estructuras de concreto en forma de cascarón generadas a partir de paraboloides hiperbólicos.
El proyecto retoma la inspiración de las capillas erigidas por los franciscanos en el Siglo XVI. Su emplazamiento retoma el terreno natural de la loma para ejemplificar la visual y la auditiva de la capilla. Su arquitectura responde a proporcionar una ventilación cruzada para un máximo aprovechamiento y confort de la misa celebrada. La visual lograda, gracias a su pendiente natural, enmarca un paisaje único del Valle de Cuernavaca. La disposición del espacio muestra una solución que da continuidad visual entre la zona descubierta y el área construida, esta unión la refuerza la vegetación del sitio que se entrelaza desde su acceso principal hasta el área de asientos, dando una atmosfera de naturaleza e identidad cuernavacense.
Para Alfonso Basterra la concepción arquitectónica muestra cierta referencia con la escenografía griega y clásica.
Lo impresionante es su sistema constructivo, un cascaron de concreto armado en forma de paraboloide hiperbólico; estudios matemáticos demuestran que son una de las estructuras más resistentes en la construcción, además de utilizar la menor cantidad de energía para su estabilidad estructural.
La cubierta tiene una luz de 30 metros y una altura de 21 metros. Al exterior nos recibe una cruz de concreto cuyos brazos se forman con el desarrollo de facetas triangulares, simétricas y bellas.
Difundir la cultura arquitectónica del estado es de suma importancia para seguir creando proyectos que en un futuro puedan trascender y dejar una nueva historia para las generaciones venideras, además de dar a conocer que Cuernavaca no es solo una ciudad “de paso o de fin de semana”. Es momento de empujar a nuestra capital hacia un futuro próspero y cosmopolita.
Una ventana al pasado: centro las plazas
Continuando con la temática de exploración arquitectónica de nuestro estado de Morelos, hoy toca el turno a un proyecto que, si bien ha sido muy emblemático en la ciudad de Cuernavaca, se ha llegado a menospreciar. El edificio “Centro Las Plazas” es un inmueble ubicado en el centro histórico de la ciudad de Cuernavaca.
El proyecto fue ideado por el arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez en el año de 1969 y lo interesante comienza aquí, ya que como dije, el arquitecto fue el mismísimo Pedro Ramírez Vázquez, un personaje político, urbanista hasta los huesos y escritor por naturaleza.
Ramírez Vázquez fue autor de los mayores proyectos emblemáticos de nuestro país, como el estadio azteca, el museo de antropología e historia en la Ciudad de México, la cámara de diputados o la basílica de la virgen de Guadalupe, entre otros.
A este punto ya nos resulta interesante hablar del emblemático Centro Las Plazas, pero ¿qué sucede con su arquitectura? Su nombre hace referencia al emplazamiento, un edificio ubicado en el centro y rodeado de las principales plazas cívicas de nuestra capital: al frente se encuentra con la Plaza de Armas, la Plaza Morelos, y la plaza Zapata, y a un costado limita con la plaza del Quiosco del Jardín Juárez.
El arquitecto nos muestra un complejo edificado primordialmente por tres grandes volúmenes en formato de torre a mediana altura, por supuesto con la premisa de jamás sobrepasar el perfil urbano, respetando fielmente su contexto histórico.
Los volúmenes se orientan panorámicamente hacia las plazas antes mencionadas y con un pequeño énfasis visual al Palacio de Cortes.
Tanto sus fachadas como su arquitectura representan el México colonial; muy ideado en los años 60’s y 70’s en el funcionalismo mexicano. Volúmenes pesados, limpios, simétricos, con fachadas perforadas para una notable interacción con la ciudad y sin duda un recubrimiento de piedra natural endémica del sitio, permitiendo al edificio converger armoniosamente con su contexto.
El programa arquitectónico es uno de los más interesantes que tenemos en nuestra ciudad, resulta interesante por la mezcla de usos tipológicos (un tema del cual hemos hablado bastante por su importancia).
En su tiempo fue considerado el complejo inmobiliario de usos mixtos más importante del estado de Morelos. Su distribución es a partir de una plaza central que evoca el “patio mexicano” y las plazas cívicas colindantes.
Esta estrategia permite crear diferentes escenarios urbanos, por su pronta colindancia a la ciudad, al espacio público, a la sociedad.
A nivel de sótano tenemos el estacionamiento, posteriormente a nivel de ciudad se encuentra el área pública, la zona comercial, en los siguientes niveles se ubican los espacios corporativos, un área cultural, cinema y hasta un hotel boutique, que en aquel momento sus interiores fueron diseñados por renombrados artistas y diseñadores.
Personalmente he creído que se ha menospreciado este complejo, posiblemente por la nueva arquitectura que vemos hoy en día, como estos grandes centros comerciales tipo Averanda, proyectos mal logrados, desiguales, clasistas, sin ningún sentido de pertenencia e identidad cultural, aislados de la ciudad y de la sociedad. Hoy lo que necesitamos son más proyectos como el Centro Las Plazas o el mercado Adolfo López Mateos.
Una ventana al pasado: mercado Adolfo López Mateos
Ya desde épocas muy antiguas nuestra civilización ejercía la actividad de mercadeo y nuestra cultura prehispánica la retomaba como una de sus principales actividades, tanto social como económica.
En el México antiguo el mercado era el centro social y económico. Era en los centros urbanos donde la gente se congregaba para comprar o vender su mercancía. En las zonas rurales era donde las familias se juntaban en un espacio para vender, comprar o intercambiar alimentos, herramientas, artesanías por otras cosas que necesitaran. A esta actividad se le conoce como “trueque”.
Además de sus funciones económicas, el mercado también funcionaba como un espacio público social, donde la gente iba y frecuentaba amigos, familiares e interactuaba con gente de otros pueblos.
Hoy en día nuestros mercados no son muy diferentes a lo que eran en la época prehispánica, pero si bien seguimos ejerciendo la misma actividad económica, sí hemos perdido la parte social, la pública, la que nos es común. Actualmente es difícil encontrar mercados que destinen parte de su infraestructura a las cuestiones sociales, ya no vemos mercados que a su vez sean centros comerciales, espacios públicos, sedes sociales o espacios culturales.
Un análogo muy interesante lo encontramos en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. Un mercado que surgió en el sexenio del presidente Adolfo López Mateos en el año de 1964 a falta de un nuevo recinto que funcionara de central de abastos.
Fue en 1961 cuando comenzaron los trabajos para su construcción y fue Mario Pani el arquitecto a cargo del proyecto, uno de los arquitectos más prolíficos de la época, con alta experiencia en proyectos urbanos a nivel mundial. Él y su equipo propuso una arquitectura a base de bóvedas de concreto armado que lograban con gran asombro librar el interior de alguna estructura adicional como columnas o muros de concreto. Esto permitió al arquitecto desarrollar el programa arquitectónico con gran dinamismo y funcionalidad. La fachada está resuelta por celosías de ladrillo que permitían una ventilación cruzada que, junto con su prominente altura conseguían una de las técnicas bioclimáticas más efectiva, evitar el calentamiento y la acumulación de olores, dando una respuesta correcta al problema de sanidad.
El mercado se emplaza en un área llena de tepetate, por lo que el arquitecto retomó la naturaleza de su contexto para aplicarla al edificio y así lograr una identidad de pertenencia.
Lo interesante está en el planteamiento propio del proyecto que en sus inicios estuvo pensado, pero hoy no se celebra. Mario Pani implementó un mercado que fuera dinámico, que creciera y se trasformara con el pasar del tiempo, pero también un lugar de encuentro, repleto de vegetación, con una gran plaza de accesos que en intervalo funcionaba de parque público y ya una vez dentro del inmueble sorprenderte con una chispa de cultura morelense, un cielo pintado de murales, que más que resaltar la arquitectura te hacía sentir la esencia del pueblo. Fue el artista y muralista mexicano José Silverio Saíz Zorrilla quien propuso una pintura monumental sobre las bóvedas, representando el trajinar diario del centro comercial. Saís Zorrilla tardo 21 años para finalizar su obra que en su época se consideró el mural más grande del mundo.
Esta pequeña ventana al pasado nos hace reflexionar sobre el futuro de lo que queremos con nuestra arquitectura contemporánea, hoy solo diseñamos un uso para cada tipología. Sin embargo, las soluciones están en el dinamismo, la mezcla de usos y de siempre pensar en la sociedad, porque como lo he dicho antes, el arquitecto no debe ser un artista sino un servidor público con voluntad.
La consolidación de los no elementos urbanos
La semana pasada tuvimos la oportunidad de analizar el concepto de “marcha exploratoria”. En él aprendimos sus diferentes componentes, que hacen de ella una actividad sumamente exitosa en los procesos de intervención social y urbana.
Otro aspecto importante es destacar la composición de los diferentes elementos urbanos que surgen a partir del análisis de una marcha exploratoria bien ejecutada.
Pero, ¿qué es un elemento urbano? citando textualmente la teoría urbana, está la señala “como el conjunto de objetos ubicados dentro de una ciudad que son de dominio público, que permiten la realización de diversas actividades propias de sus habitantes, por ejemplo: aceras, rampas, pasos peatonales, escaleras, pasamanos, alcorques, vialidades, esculturas, señalización, mobiliario urbano, alumbrado público, etc.” También cabe resaltar que los elementos urbanos son los que simplifican nuestras necesidades básicas como ciudadanos en el acontecer y actuar urbano.
Por el contrario, hay fragmentos de la ciudad que como teóricos o profesionistas de la materia omitimos en su consolidación como un elemento urbano, sin embargo, pertenecen al contexto que habitamos.
Ellos se pueden presentar como un “mal” dentro de la ciudad, por ejemplo: un bache, un árbol que invade la acera, llantas en desuso, carros abandonados, fragmentos importantes de rocas, cableados colgantes, grafitis, ambulantaje, estructuras abandonadas, registros de coladera, casetas de telefonía sin ningún uso, publicidad, desechos sólidos y hasta las mismas plagas pertenecen y son elementos que si bien no están consolidados como urbanos son fragmentos de la identidad de una ciudad.
Es importante estudiar los factores que hacen que estos fragmentos nazcan y se inserten en nuestra vida cotidiana y no solo crear un círculo vicioso en donde sociedad y gobierno somos cómplices.
Si bien no hay una solución estable sí podemos concluir con una intervención bien proyectada que a futuro consolide esos “males” y convertirlos en un bien social y hasta icónicos, me atrevo a decir. La respuesta no está en “taparle el ojo al macho” arreglando el bache o levantando los autos abandonados. La respuesta se esclarece en el problema mismo, en tener la suficiente creatividad y voluntad de ocupar el carro abandonado para darle una nueva identidad, de ser un desecho mal visto a un posible food truck, huerto urbano, jardineras o hasta un mobiliario de descanso.
Como bien dije, no existe una solución teórica o comprobable que lo solucione, pero de algo sí estoy seguro y es que no podemos continuar “tapando el ojo al macho”. Hay que tener la voluntad social de ver las oportunidades donde todo mundo ve una tormenta y que mejor que sea por el bienestar común de nuestra ciudad.
Marcha exploratoria
"Las ciudades tienen la capacidad de proveer algo para cada uno de sus habitantes, sólo porque, y sólo cuando, son creadas para todos".
Jane Jacobs.
Ya hace tiempo he mencionado la importancia de las marchas exploratorias en las intervenciones urbanas e insisto en que debe ser una metodología, atreviéndome a decir casi obligatoria en los procesos de intervención tanto arquitectónica como urbana.
Las marchas exploratorias se originan a principio de los años noventa en la ciudad de Toronto, Canadá. Son una metodología feminista, participativa y dinámica que, a lo largo de los años, se ha ido modificando y adaptando a los diferentes contextos.
La inquietud nace a partir de un grupo de vecinas que al estar hartas de la situación social y de seguridad en la que se encontraban impulsan la iniciativa de generar cambios en su barrio.
La dinámica consiste en visitas a pie realizadas por un grupo de personas, normalmente por vecinos adyacentes a un barrio donde radican, trabajan o realizan otras actividades. En su inicio se ponía el foco en detectar todos aquellos aspectos urbanos que afectan a nuestra percepción de seguridad o de inseguridad. Con el tiempo se han incorporado parámetros para analizar la calidad urbana de manera más global y, más allá, detectar cuáles pueden ser los motivos y como el diseño o la gestión del espacio público puede mejorar nuestra vida cotidiana.
A través de esta acción hemos visto cambios mucho más importantes de los que se pueden realizar en el trabajo de gabinete, hoy en día el nuevo urbanismo se debe ejercer en campo viviendo las experiencias de los diferentes tejidos sociales y solo así poder identificar las verdaderas razones que importan en el desarrollo del proceso creativo de un proyecto urbano-arquitectónico.
Una de las mayores impulsoras de la metodología sobre la marcha exploratoria es la activista sociopolítica estadounidense Jane Jacobs quien a través de su libro La muerte y vida de las grandes ciudades de América (The Death and Life of Great American Cities, 1961) estipula el funcionamiento de la ciudad a escala microscópica para, a partir de ello, extraer lecciones de cara a su planificación urbanística. También, la autora defiende como única garantía de barrio la mezcla de usos tipológicos, el fomento a la igualdad social y a la colonización de una sólida identidad de sitio.
Nueva normalidad
¿Hasta qué punto regresaremos a la nueva normalidad? si bien hay estadísticas que mencionan una posible recuperación tanto social como económica para el año 2022, a mi parecer eso jamás va a suceder, porque después de una pandemia todo cambia, el sistema se reconfigura, se adapta y progresa. En pocas palabras, no volveremos a ser los mismos.
El tiempo avanza y nuestra vida se va a ir adaptando a los cambios impuestos por el orden social, sin embargo, uno de eso “aclamados cambios” refieren al aislamiento social e -insisto, ya sea en este escrito o en artículos pasados- que por ningún motivo debemos promover el aislamiento. Somos seres de interacción y la evolución no permite la soledad, entonces ¿cómo podemos convivir con un virus sin aislar a un país entero? Las respuestas ya existen y han existido todo este tiempo: tenemos que convivir con él.
La historia lo ha marcado por años a través de pandemias pasadas: al final siempre terminamos conviviendo y promoviendo mejoras de salud y en la calidad de vida y es exactamente eso a donde la arquitectura se debe enfocar, a la calidad de vida, a la promoción del ejercicio, de salir a la calle para forjar un sistema inmunológico estable, al cuidado del medio ambiente, a la integración del ser humano con la naturaleza, entre otros.
Hace unos días leí un artículo de la revista ad magazine en donde mencionaban la vivienda de la nueva normalidad, por lo cual me gustaría señalar ya que encaja con el punto que estamos analizando. El escrito se enfoca a la descripción del proyecto Tirana Riverside: la vivienda de Stefano Boeri ideal para la nueva normalidad. Este proyecto ideado albergará a 12 mil residentes en la capital de Albania, con el objetivo de crear un vecindario centrado en el uso de tecnologías inteligentes y extensos jardines verticales.
De esta forma el arquitecto pretende cumplir con los mayores estándares de salubridad con el fin de evitar la propagación del covid-19, pero principalmente se basa en los principios básicos de sostenibilidad que impactan directamente a la calidad de vida.
El complejo también se integra de viviendas, oficinas y tiendas para responder a las necesidades post-coronavirus.
Hay algo que debemos aprender de ese proyecto, ya sea en Morelos o en todo el país. De ahora en adelante todos los proyectos de vivienda deben ser inclusivos, repletos de vegetación, con acceso a todos los servicios básicos tanto de salud como de alimentos.
Debemos impulsar la práctica de la agricultura doméstica y urbana, el ocio y el deporte o, citando al arquitecto Stefano Boeri, «tenemos que acostumbrarnos a pensar las ciudades de manera diferente: una nueva importancia para patios, tejados, balcones. Ciudad donde se pueda llegar a todo lo que necesitas, a pie o en bicicleta, en un máximo de 15 minutos».
Síntomas de migración
La semana pasada recordábamos los hechos históricos que marcaron la identidad cultural de nuestra ciudad, Cuernavaca, y retomándolo un poco me gustaría que analicemos un síntoma muy común que sucede con los llamados “fenómenos urbanos”, que normalmente se presentan después de grandes cambios sociales, ambientales, políticos o de infraestructura.
Como es bien sabido, la pandemia de covid-19 ha generado estos cambios antes mencionados, no solo en el aspecto ambiental sino también social, político y hasta de infraestructura.
Uno de los fenómenos que surgen con mayor impacto es la migración demográfica, ya sea de la urbe a lo rural, de lo rural a lo urbano o entre ellos, pero todos coinciden en un punto, la búsqueda de una mejor calidad de vida.
Hoy la Ciudad de México enfrenta una terrible crisis a costa de la pandemia, desempleo, desigualdad y uno de los mayores déficits de vivienda de su historia, sin contar la precariedad que viene arrastrando. A eso le sumamos que la Ciudad de México cuenta con el valor más alto en adquisición y renta de una vivienda, muy por encima del promedio nacional, para ser exactos el doble.
La burbuja inmobiliaria que aqueja a la Ciudad de México crece cada día a causa de la oferta y demanda y ahora sin temor a equivocarme ese costo será más alto gracias a la pandemia.
El costo de una vivienda unifamiliar está en $8,057,000 y la de un departamento en $6,574,00 en comparación con el promedio nacional, que evalúa la compra de vivienda unifamiliar en $4,017,532.
Si hablamos de renta, la vivienda unifamiliar en la CDMX es de $46,170 y de un departamento $28,857 mientras a nivel nacional ronda los $17,986, cabe aclarar que los costos antes mencionado son de los promedios más altos. (FUENTE: LAMUDI).
Por ende, el capitalino considera migrar a una ciudad que le genere más valor a su vida y en encuentra opciones como la ciudad de Cuernavaca, por su cercanía, clima y cultura, pero sobre todo por el costo promedio de vida (vivienda, transporte y comida) encontrando el promedio de la vivienda unifamiliar en $3,518,000.
Si como sociedad y gobierno ponemos suma atención a estos datos los podemos canalizar a algo positivo. Pongamos un ejemplo: si tan solo Cuernavaca creciera el cinco por ciento de su población actual (924,462 habitantes, Inegi) estaríamos hablando de 46,223 nuevos habitantes o un estimado de 11,555 nuevas viviendas, un nuevo hospital, cuatro parques urbanos, tres mil 800 nuevos espacios de oficina y por supuesto una nueva infraestructura. Debemos darle prioridad al sector de la construcción, ya que es uno de los mayores generadores de empleos fijos e indirectos.
Esta es nuestra oportunidad de ser la ciudad que merecemos, culta, ferviente y contemporánea.
Ciudad del eterno fin de semana
Cuernavaca, Morelos es una ciudad mayormente turística, principalmente nacional y a través de los años “Cuerna” -como coloquialmente la nombramos- ha sido de referencia como epicentro de descanso. La cercanía a la metrópoli más importante del país, la ahora Ciudad de México, la ha colocado como principal destino del capitalino y alrededores. Su clima subhúmedo y su vegetación y temperaturas estables son su mayor referente.
A Cuernavaca se le conoce como la ciudad de la “eterna primavera”, algo que hoy en día ha cambiado un poco gracias a la contaminación y a la alta densidad en la que habitamos, pero la ciudad se la ha etiquetado así por cuestiones culturales e históricas. Hernán Cortés el conquistador de México tenía su palacio de fin de semana en esta misma ciudad. Erich Fromm, psicólogo alemán, Alfaro Siqueiros, muralista mexicano, Rufino Tamayo, pintor mexicano, María Félix, actriz, Diego Rivera, muralista, etc. Incontables pensadores, escritores, pintores, hasta científicos han vivido en Morelos, por la conectividad con la capital y los beneficios que ofrece.
Todos ellos forjaron la identidad temprana de Cuernavaca y forman parte de la historia de nuestro estado. Pero la interrogante hoy en día es si eso nos beneficia, más allá de ser un referente histórico.
Al ser tachada de ciudad de fin de semana ha hecho que la urbe no prospere como tal. Posiblemente mi opinión sea un poco subjetiva, pero desde mi perspectiva hay varios puntos que hacen que Cuernavaca no prospere, llámese delincuencia, corrupción y hasta la misma topografía de la ciudad hacen de ella una urbe complicada de sobresalir, pero mi punto no va por ese camino, ya que en otros artículos lo he podido explicar a fondo.
Nuestra ciudad entra en un trance de “pasividad política”, es una ciudad en la que pasa todo, pero a la vez no pasa nada.
Me explico: pasa de todo en cuestión de problemas nacionales, delincuencia, corrupción, falta de apoyos gubernamentales, desastres naturales, intervenciones urbanas mal logradas, pobreza, desigualdad, desempleo, dificultad para el acceso a alimentos, comunidades enteras sin agua y drenaje, etc. y por el otro lado no pasa nada, no vemos obras de infraestructura de influencia nacional, no tenemos conciertos de 20 mil personas, no tenemos exposiciones relevantes donde tengamos visitantes de otros estados, no hay políticos con sincera voluntad social, no tenemos dignos espacios públicos.
Es más, no tenemos ni banquetas, no hay cambios complejos en los planes de desarrollo urbano que generen usos mixtos de suelo con densidades más altas, no tenemos un restaurante con estrellas Michelín o de renombre mundial y lo poco bueno que tenemos el gobierno lo privatiza, lo concesiona o lo restringe al pueblo.
Por pesimista que suene lo anterior, no hay otra manera de decir la verdad. Por supuesto que estoy consciente de lo bueno que existe en Cuernavaca; de hecho, soy un amante de mi ciudad y por lo tanto me duele ver el estancamiento de ella.
Como gobierno y sociedad debemos cuestionar el pasado, tomar las herramientas correctas y reconstruir una nueva identidad, porque desde mi punto de vista ser “la ciudad de fin de semana” le ha hecho mucho daño.
Tenemos que volver a la promoción cultural del estado, traer inversión a partir de buenas campañas políticas, reestructurar todos los planes de desarrollo social y urbano y, por supuesto, esto no puede existir sin voluntad política, ¡no más fines de semana! Hagamos de Cuernavaca una ciudad cultural, prospera, ferviente y contemporánea.
Hacia una reubicación informal
“Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo. Si todos prefieren gozar el fruto, la civilización se hunde.”
José Ortega y Gasset, filósofo y ensayista español perteneciente al movimiento del novecentismo.
En las últimas semanas se ha venido escuchando en las noticias sobre la reubicación del ambulantaje en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. En ella el presidente municipal ratifica asignarles un espacio a los comerciantes semifijos para acabar con el problema.
Me pregunto, ¿acabar con el problema? ¿a qué se refiere el cabildo con la afirmación anterior? porque desde una perspectiva objetiva, el problema no radica en la reubicación de un comerciante informal hacia un espacio físico. El problema reside desde el ordenamiento territorial y el diseño urbano (precario en nuestra ciudad).
La falta de espacios públicos de calidad en Cuernavaca ha sido referente histórico de la ciudad y por ende una derivación del mal uso de ella. La culpa no es del comerciante que invade al espacio público, pero tampoco es culpa del gobierno. En sí el sistema completo falló desde hace años. Es un tema donde todos tenemos la culpa, nosotros como sociedad por la falta de información y la carente exigencia hacia las obligaciones del gobierno por proporcionar espacios públicos de calidad y su correcto uso.
Si bien puede sonar contradictorio decir que una parte de la reubicación es la solución, por otro lado, no lo es. Pongamos un escenario real de un caso que conozco en particular. Por cuestiones de privacidad nombrare al comerciante como la señora “M”.
El gobierno municipal tomó medidas drásticas para implementar “soluciones” al problema del comercio informal, con la premisa de liberar el espacio público invadido y reubicar a los comerciantes a un sitio seguro y estable. Por un lado, puede sonar correcto, si es que lo pensamos desde el punto territorial, refiriéndome a un área grande y densa invadida por el ambulantaje, en este caso liberar tal magnitud de espacio a un lugar planeado, estructurado y seguro puede sonar a solución, siempre y cuando el nuevo lugar no esté lejos del origen, ya que de lo contrario se perdería el tejido social. Y es exactamente en el tejido social donde nacen los mayores problemas de la reubicación.
Por ejemplo, que sucede cuando la reubicación es a un solo ambulante que ocupa seis metros cuadrados del espacio público y lleva laborando alrededor de 20 años, en el caso de la señora “M”. Un comerciante que se dedica a vender quesadillas y gorditas en la colonia Satélite con un éxito rotundo y del cual su familia se ha mantenido por estos últimos 20 años. Más allá de la cuestión económica existe el arraigo social, la señora “M” no solo ha vendido comida en su colonia, sino que ha creado una reputación, ha sido un referente urbano de la colonia y un punto de encuentro para miles de trabajadores y familias. Ahora el gobierno llega y le exige su reubicación a un local comercial, donde tiene que pagar renta por su cuenta y solicitar trámites burocráticos que generan otro gasto a la economía de la señora “M”.
¿No es esto un poco incongruente e injusto? Actualmente la señora “M” tuvo que mover su negocio a un espacio de su vivienda, lejos del origen donde antes vendía y por consecuencia sus ventas bajaron el 70 por ciento.
Ahora tiene que forjar una nueva reputación de más de 20 años y dentro de su núcleo privado, como lo es su vivienda.
Así como la señora “M” existen cientos de comerciantes en el mismo caso y por supuesto eso no le importa al gobierno, ellos toman “ideas” y las implementan sin ningún estudio previo.
La solución está lejos porque el daño ya está hecho, pero sí existen estrategias para amortiguarlo. Anteriormente ya he escrito sobre la dualidad del espacio habitacional, donde una vivienda puede ser espacio privado y espacio semi-público (comercio).
Si el gobierno exige retirar el comercio y establecerse en un local, pues ese local puede ser la ampliación de su vivienda a partir de una negociación entre comerciante y gobierno, si tan solo las autoridades dieran los apoyos correctos para las ampliaciones de las viviendas con uso comercial, podría ser una de las soluciones no solo mandas al comerciante a un espacio destinado para tal, sino que también es seguro y limpio.
A esto le sumamos que no afectaría en la economía del comerciante ya que no pagaría renta. Los beneficios son inmensos, pero debe existir voluntad política para tal acción y además de un profundo análisis de reorganización y reconstrucción del perfil urbano.
La vivienda experimental de Japón
Entre todas las tipologías existentes en la arquitectura y el urbanismo hay una que resulta de suma importancia para la ciudad, esta es la vivienda colectiva o también conocida con otros nombres, como vivienda intraurbana, vivienda de alta densidad, multifamiliar, vivienda experimental, conjunto habitacional mixto, etc.
La vivienda colectiva es un término empleado por la profesión para definir a la vivienda de alta densidad, donde convergen distintos grupos sociales que no tienen ningún lazo o relación familiar y en el cual suelen convivir en un solo espacio determinado, equipado con diferentes tipologías, como, por ejemplo: áreas verdes, comercio, escuela o las instalaciones deportivas. Las viviendas son de todo tipo desde individual, dúplex y residencial, cada una con distintos tamaños y equipamientos, pero sobre todo sus variantes en costos de inmueble. En pocas palabras es definida como una “mini ciudad”.
Sin más que agregar a esta corta introducción, describiré un claro ejemplo de ellos y por continuar con el tópico de Japón, analizaremos un proyecto ubicado en la ciudad de Tokio, Shinonome Canalcourt CODAN.
Shinonome CODAN es un ambicioso proyecto de vivienda multifamiliar destinado a revitalizar la función social del japonés en el Siglo XXI y es catalogado como el segundo ejercicio sobre vivienda experimental después del proyecto “Fukuoka Nexus World”, ubicado en la ciudad con el mismo nombre.
Cabe aclarar que en Japón se definió “experimental” ya que anteriormente la vivienda de alta densidad estaba en manos de burócratas gubernamentales que no hacían sino repetir modelos de baja calidad espacial y estaban enfocadas específicamente a la seguridad y al aislamiento social sin ningún tipo de espacio que fuera acreedor a implementar tejidos sociales.
El plan maestro de Shinonome estuvo a cargo del arquitecto Riken Yamamoto, un experimentado arquitecto en temas de proyecto urbano. Yamamoto y otros cinco equipos desarrollaron las edificaciones.
Entre los seis equipos figuran arquitectos de renombre como Kengo Kuma y Toyo Ito.
El conjunto se encuentra en una superficie de 16.2 hectáreas y está dividido en seis bloques. Cada bloque representa un arquitecto o equipo, los edificios no sobrepasan los 14 niveles y en todo el proyecto figuran unas dos mil viviendas.
A esto le sumamos comercio en planta baja, equipado con un gran supermercado que da servicio no nada más al conjunto sino a la ciudad.
También cuenta con parques, espacios de convivencia creadoras de tejido social y un kínder que da servicio a las familias que trabajan todo el día y no tiene como cuidar a sus hijos pequeños.
Lo interesante no se encuentra en su programa arquitectónico ni en el emplazamiento. Lo interesante nace de su conceptualización experimental sobre la creación de nuevos tejidos sociales a través de la implementación de una vivienda dinámica, permeable y arraigada a su cultura.
Es interesante ver accesos a la vivienda totalmente trasparentes. Para nosotros como latinoamericanos resulta bastante incómodo y podría decir que hasta imposible de proponer, por cuestiones de seguridad, pero en Japón, a pesar de que también resulta un poco extraño, se justifica a partir de la vivienda dinámica tipo foyer, la cual puede acoger dos tipologías en un solo espacio: vivienda y oficina, con esta pequeña estrategia el usuario es forzado a conocer a sus vecinos.
Por otro lado, está el perfil urbano que ejerce el conjunto. Sin embargo, a diferencia del plan maestro de Arata Isozaki en Fukuoka que carece de una fuerza “gravitatoria” que vincule los diversos edificios, ya sea a partir de sus circulaciones o su arquitectura, en el caso de Shinonome no sucede, las viviendas están cohesionadas por un diseño urbano que mantiene un lenguaje formal y unitario.
Japón no deja de enseñarme, a pesar de ya no radicar ahí. Cada lectura, fotografía, viaje, plática, me hace reflexionar en lo que podría hacer en mi México y en cómo poder implementar teorías regionalizándolas a mi bella ciudad de Cuernavaca.
Querido Tokio
La ciudad es la discusión practica y teórica del Siglo XXI, más allá de otros argumentos relacionados, como las teorías urbanas, la historia de la arquitectura o, en efecto, la época en que vivimos.
Y hoy el tema que se antoja discutir es el de la ciudad en sí misma: lo importante es que las ciudades están de moda y en la mente de todos, porque en ellas abordamos todos nuestros conocimientos para un buen funcionamiento.
No obstante, las ciudades las clasificamos por superficie territorial, densidad de población e identidad urbana. A causa de lo anterior tenemos ciudades con contrastes tan complejos que combinan historia y presente en un mismo espacio, dando así una identidad particular.
Pero ¿qué sucede con ciudades como Tokio, Japón, urbes que están en constante transformación, rompiendo esquemas y teorías urbanas?
Viví dos años en Tokio mientras cursaba mi maestría en urbanismo, estudié en la Universidad de Tokio; gracias a este tiempo y estudios pude obtener una perspectiva clara y concisa sobre su cultura y urbanismo.
La ciudad metropolitana de Tokio es la aglomeración más importante de Japón y es la ciudad más grande del mundo con un poco más de 35 millones de habitantes. En estas letras no pretendo hablar de densidad, estadísticas, funcionamiento urbano o sostenibilidad, ya que seguramente habrá mejores textos de expertos. Hablaré de la experiencia empírica, de lo vivido día a día durante esos dos años, por supuesto de una manera breve.
Tokio es una ciudad que impresiona, única en el mundo, es una urbe que se “mata” a si sola, revive y se transforma, se recrea, es una especie de metamorfosis urbana, siempre cambiante encontrando la manera de sobrevivir del mismo cáncer que ella provocó. Un día puedes ver un estacionamiento con estructura prefabricada y al siguiente día se eleva al cielo un edificio de 12 niveles.
Si la caminas podrás sentir la densidad a su máximo esplendor, pero a una distancia determinada te embiste un espacio público abierto, como si tu cuerpo te lo pidiera. Estos espacios son una pauta, un respiro obligado a la ciudad más aglomerada del mundo, estos espacios son amorfos donde la paz brilla ante tus ojos.
Por poética que suene la descripción es porque no hay manera de describir el urbanismo de Tokio, si no es con un profundo análisis urbano. Tokio solo la puedes sentir viviendo como nómada, de un lado a otro.
La ciudad en sí misma se desintegra en tres niveles: subterráneo, a nivel de calle y sobre los edificios. Cada una de ellas tienen su propia vida e identidad, por un lado, el subway te da lo que toda una ciudad puede ofrecer, pero a nivel de peatón: carreteras, avenidas, cruces, vivienda, comercio, oficinas, entretenimiento, etc.
A nivel de calle es la vida cotidiana, lo que cualquier otra ciudad cosmopolita nos ofrece, sin embargo, Tokio nunca duerme, la vida del tokiota se basa, sin miedo a equivocarme, en el horario de servicio del tren, entre las 5:00 am y 12:00 am del día, y entre tiempos se disuelve lo más irreverente de la ciudad, la vida nocturna; aquí comienza el tercer nivel, una atmosfera establecida entre el cielo y la tierra. En ella encontraras lo más pervertido de la ciudad, inimaginable, inagotable, asombrosa.
Kenzo Tange, el constructor de una identidad
Siguiendo con el repaso de la prestigiosa lista de arquitectos reconocidos, hoy toca el turno a uno de los personajes más relevantes de la arquitectura moderna japonesa, Kenzo Tange.
Kenzo Tange fue un arquitecto japonés (1913-2015) nacido en la provincia de Imabari, prefectura de Ehime, Japón. Se le puede considerar el padre de la arquitectura moderna, dejando un rastro de más de cinco generaciones de arquitectos de talla mundial, tal como Kengo Kuma, Toyo Ito, Arata Isozaki, Riken Yamamoto y Kazuyo Sejima, entre otros.
La identidad ejercida o más bien “forzada” que implementó Kenzo Tange -y digo “forzada”- fue motivada por los sucesos históricos que empujaron a Japón a salir adelante después de una masiva destrucción que dejo al país en ruinas, debido a los eventos catastróficos de la segunda guerra mundial.
Todo se remonta a la posguerra, específicamente en 1946, cuando su madre fallece por un bombardeo en Hiroshima, y como todo ciudadano japonés decide salir de la melancolía y reconstruir el país.
En aquella época no existía como tal el personaje de arquitecto, antiguamente se importaba la profesión o los que ejercían la disciplina eran mayormente carpinteros de tradición. Fue hasta después de la segunda guerra mundial cuando iniciaron los cursos sobre arquitectura.
En esta etapa Tange se incorpora a dar clases de arquitectura en la Universidad de Tokio, formando un tipo de laboratorio de experimentación.
Tange se interesa no solo por la arquitectura, sino fundamentalmente por el nuevo urbanismo que ha surgido en Europa, tratándose de una nueva planificación de ciudades muy alejada de la tradicional. Como no existía mucha información Tange tomaba sus analogías de los trabajos de Le Corbusier, el arquitecto más reconocido de esa época,a y fue hasta 1960 que Kenzo Tange junto con un grupo de arquitectos jóvenes japoneses logra posicionar a la figura del arquitecto con su manifiesto “Metabolismo: Propuestas para un nuevo urbanismo” durante el Congreso Mundial de Diseño.
El Metabolismo fue el movimiento urbano, arquitectónico, artístico y filosófico más importante que ha producido Japón en el Siglo XX. La corriente planteaba que la arquitectura y el urbanismo fueran conceptualizados como un ser vivo, cambiante con el tiempo, que enferma, crece, aprende y se transforma en un nuevo ser.
El ejemplo más claro de esta corriente podría decir que es la ciudad de Tokio, una urbe que se integra a su tiempo y espacio, carente de una identidad unánime, más bien con muchas identidades que convergen entre sí.
A partir de ella vemos edificios y trazas urbanas tan complejas como el edificio para la televisora Fuji en Odaiba, Tokio, de Kenzo Tange, construido en 1996 o el “Plan para la bahía de Tokio” (Imagen 1) del mismo arquitecto, un modelo de crecimiento a través de una estructura cuasi biológica que pretende colonizar la superficie marina, muy parecido a lo que hicieron con los terrenos de Odaiba.
El metabolismo hoy en día es la base de lo que vemos en la arquitectura contemporánea japonesa, y así como a muchos arquitectos, Kenzo Tange dejó en mí una referencia inspiradora sobre el urbanismo y la arquitectura tradicional y contemporánea.
Lo elemental Aravena
“(…) La innovación no es una especia de lujo al que se accede después de haber resuelto problemas básicos. Cuando no tienes la capacidad de contestar preguntas nuevas, entonces estás obligado a innovar. Pero no es ciencia aeroespacial, es sentido común, es saber operar con restricciones. (…)”
Alejandro Aravena
Extracto del artículo “El desafío de vivir en la ciudad”
Elemental. Perteneciente, fundamental, primordial, obvio de fácil comprensión, evidente. Así nos cita la real academia española.
Perteneciente como la identidad de un país posdictadura, Chile. Obvio de fácil comprensión como la arquitectura que ejemplifica la oficina de Alejandro Aravena, ELEMENTAL CHILE. Primordial como los usuarios de ella.
Alejandro Aravena es un arquitecto chileno egresado de la Pontificia Universidad Católica de Chile en 1992; continua sus estudios en Italia en IUAV y en la Academia de Bellas Artes de Venecia. En 1994 abre su oficina Alejandro Aravena arquitectos, pero tras un año de pésimos clientes Aravena renuncia a la arquitectura y de 1995-1997 abre un bar llamado “Bar Sin Nombre”. En el año 2000 es invitado por la Universidad de Harvard para impartir un estudio donde el tema principal es la vivienda social.
Es en esta etapa cuando nace la iniciativa ELEMENTAL CHILE a su regreso de Estados Unidos y junto con la Pontificia Universidad Católica de Chile y sus socios Gonzalo Arteaga, Juan Cerda, Víctor Oddó y Diego Torres la fundan en el año 2001; Una oficina dedicada a la arquitectura de impacto social.
En ella desarrollaron proyectos que van desde vivienda social hasta corporativos en China. Su trabajo se ha desarrollado en México, Argentina, Estados Unidos, Suiza, China, Brasil y Chile. El renombre internacional llegó con su primer proyecto sobre las viviendas progresivas “Quinta Monroy” en Iquique, Chile. En 2009 ejerce como jurado para el premio Pritzker, el galardón más importante de la profesión, y es en 2016 donde el mismo premio es otorgado a Alejandro Aravena.
La arquitectura de Aravena ha sido un referente personal desde que yo era estudiante de arquitectura, pero más que su arquitectura lo que me marcó fue su filosofía de trabajo, la forma didáctica de su disciplina.
Su relación con las esferas políticas lo ha llevado a tomar una perspectiva social que ha sido pertinente para la sociedad chilena y el mundo entero. La mezcla de su arquitectura potencia su filosofía. Por un lado vemos una arquitectura sin pretensiones, simple, serena, de bajo coste y en el otro extremo evidenciamos edificios brutalistas de enorme escala, que pueden considerarse urbanos.
Actualmente me considero uno de sus discípulos, mi carrera profesional me ha llevado por un camino similar y el aprendizaje que he obtenido de su sabiduría es hoy en día un referente en mi identidad profesional.
El legado de Mario Pani
"El verdadero problema de la habitación no es el de la construcción de una casa, el cual puede ser resuelto bien y brillantemente por muchísimos arquitectos, sino el de la habitación económica."
Mario Pani
Hay un personaje de la historia de la arquitectura moderna y del urbanismo mexicano que influyó enormemente en el progreso del país. Nuestro protagonista fue un visionario, emprendedor e innovador, un personaje de la modernidad, claro embajador del estilo internacional: Mario Pani Darqui.
Pani es de nacionalidad mexicana pero estudio arquitectura y egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Paris, Francia. Posteriormente, su título fue revalidado por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Considerado uno de los arquitectos y urbanistas más influyentes del siglo XX en México, su trabajo dio una de las identidades más estables de la Ciudad de México. Sus proyectos reflejaron una de las etapas icónicas de la historia política de nuestro país, el llamado “milagro mexicano” un modelo económico empleado entre los años 1954 y 1970, en las administraciones de los presidentes Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), Adolfo López Mateos (1958-1964) y Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970).
El “milagro mexicano” fue precursor del cambio social y urbano de nuestro país, surgió en la transición demográfica de lo rural a las urbes y por ende, esta situación obligó a los gobiernos a crear reformas que impulsaran el desarrollo urbano y social a través de proyectos de infraestructura, desde vial hasta vivienda de alta densidad.
Fue este hecho el que marco la carrera de Mario Pani. La situación lo llevo a tener contacto con las grandes esferas políticas de aquellos tiempos.
Un arquitecto joven recién llegado de una pasantía con el arquitecto Le Corbusier en Francia, cargado de ideales funcionalistas. Pani implemento las principales teorías del arquitecto suizo en sus proyectos icónicos de la Ciudad de México, como el CUPA, el primer centro urbano con infraestructura y servicios para una nueva forma de habitar. “Una proposición en concreto” como versaba la campaña presidencial del presidente Alemán. Pasando por el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco, el proyecto más grande que se haya construido en México, 964,000 m² de extensión, toda una ciudad compleja. Otras de sus obras representativas son: el Conservatorio Nacional de Música, la Biblioteca Cervantina del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, la propuesta del crucero Reforma-Insurgentes, el Hotel Plaza y los edificios de departamentos en las colonias Condesa, Cuauhtémoc, Polanco y Las Lomas, la Escuela Normal de Maestros, Ciudad Universitaria, sus obras en Acapulco –como el Club de Yates, el aeropuerto y el condominio Los Cocos– entre otros.
Su visión ha influido en mi desarrollo profesional, sin duda una de las cosas que más me marcaron fue su preocupación por el bienestar social, por la sensibilidad de una arquitectura “para todos”, su formalismo innato sin pretensiones, su convicción por los problemas sociales y la infalible solucionan a ellas, su clara comunicación con la política y la enorme profesionalidad que practicaba en cada caso que se le cruzaba.
Mario Pani es de aquello arquitectos que difícilmente volveremos a ver, esos proyectos de gran infraestructura han quedado sepultados por la innegable corrupción y la falta de voluntad política. Esperemos que algún día volvamos al “milagro mexicano”.
El imaginario de Kevin Lynch
A través de mi carrera profesional como arquitecto y urbanista he tenido una serie de influencias que han forjado mi criterio e identidad. En efecto, tomaré nota sobre ello. Personajes de la arquitectura, el urbanismo, conceptos filosóficos, libros, ciudades y culturas que hicieron demasiado ruido en mi vida serán temas que describiré con la intención de crear una serie sobre el arte de la arquitectura y el urbanismo.
Sendas. Bordes. Barrios. Nodos. Mojones. Kevin Lynch un arquitecto-urbanista americano, ingeniero de la segunda guerra mundial, colaborador de Frank Lloyd Wright en Taliesin y planificador urbano del MIT, escribió en 1960 los cinco elementos del imaginario de una ciudad. Aquellos elementos fueron plasmados en su libro “La imagen de la ciudad”. Este libro, si no fue mi primer acercamiento al urbanismo si fue el que más influyó en mí y sin duda fue el motivo por el cual decidí estudiar mi maestría en urbanismo.
Lynch público en la revista Landscape en 1959 su primer acercamiento a la narrativa de una ciudad, ¿qué percibe un individuo común en su paisaje? Si bien ya tenía una idea generalizada de la percepción humana en su entorno inmediato, esto no fue lo que lo llevo a redactar su libro. El interés de Lynch por la legibilidad urbana o facilidad con la que un entorno o una forma urbana puede ser reconocida, organizada en unidades coherentes, aprendida y recordada, es el mejor referente.
Para él, cualquier forma urbana puede ser descrita a partir de tres conceptos: Identidad, Estructura y Significado. De ellos nacen los cinco elementos:
Sendas: todas aquellas calles, vías o senderos.
Bordes: elementos que delimitan áreas, los límites entre zonas de clases diferentes.
Barrios: distritos o zonas que tienen características similares en su identidad arquitectónica; también se consideran secciones de la ciudad con dimensiones grandes o medianas.
Nodos: puntos estratégicos de la ciudad a los que puede ingresar un observador. Normalmente es un centro donde se cruzarán varias calles.
Mojones: puntos de referencia que se consideran exteriores al observador. Son elementos físicos simples que en escala pueden ser variables, elementos que impactan al visualizarse y conllevan una referencia social.
Por otro lado, posiblemente los conceptos descritos por el autor no puedan ser identificados en todas las ciudades o en cualquier momento de la historia, por ende, se pueden tomar como incorrectos, pero no es el caso de este artículo.
La cuestión es la influencia del urbanismo que dio Kevin Lynch a la materia. Hay ciudades como Tokio, Japón, que no pueden entrar en el discurso de la imagen de la ciudad, la capital nipona es ausente de legibilidad, una urbe en constante metamorfosis, donde un día ves un estacionamiento y al siguiente día se erige un rascacielos. La ciudad cambiante sin límites ni bordes, distritos que combinan clases sociales, culturas e identidades. Es imposible asignarle una clasificación como lo describe Lynch.
En efecto, la imagen de la ciudad de Kevin Lynch es y será siempre un referente de análisis urbano y arquitectónico de la historia moderna.
Hacia una urbanización cerrada
Por un momento todo parecía ir bien, la ciudad empezaba abrirse a la sociedad, el espacio público retomaba su lugar en la historia como sitio de expresión, las teorías del urbanismo llegaban con gran fuerza, los gobiernos impulsaban sus campañas a través del diseño urbano, pero en un instante llega la pandemia más catastrófica del Siglo XXI y las reglas cambian.
Un día hablamos de la ciudad compacta, de la proliferación del espacio público, de la creación de nuevos tejidos sociales. No hace mucho tiempo había escrito sobre este tema, en conclusión mencionaba que “necesitamos una ciudad compacta, sustentable, amigable con el medio ambiente, la cual tenga una buena proximidad y conectividad entre lo privado y lo público, empezando por la mezcla de usos de suelo, multi-programático, un eficiente transporte público que nos quite automóviles privados de las calles, una urgente y necesaria peatonalización a través de nuevas banquetas y calles peatonales, mapear e identificar los predios residuales para priorizar los espacios públicos, densificar lo más que se pueda los futuros proyectos arquitectónicos y urbanos.
Hoy todo me resulta contradictorio. Con toda seguridad, la forma en cómo habitamos nuestras ciudades dará un cambio radical, tanto en teorías como en la práctica, fenómenos urbanos que en el pasado intentábamos borrar, ahora serán más permisibles.
Un claro ejemplo de dichos fenómenos urbanos es la “urbanización cerrada”, un hecho que suele ser común en las ciudades latinoamericanas, por los altos índices de inseguridad que, curiosamente, son los generadores de esa misma violencia.
El fenómeno es una tendencia que se presenta en distintas ciudades del mundo, y que recibe distintas denominaciones: gated communities en Estados Unidos, barrios cerrados o countries en Argentina, condominios fechados en Brasil, condominios horizontales, fraccionamiento en México, por dar algunos ejemplos.
Algún término más destacado de los teóricos resulta ser entre sus principales componentes los principios de exclusividad, seguridad y exclusión (véase, por ejemplo, Janoschka & Glasze, 2003; Roitman, 2004; Duhau & Giglia, 2004; Blakely & Gail, 2002). Roitman (2004) las define textualmente de la siguiente forma:
“En principio, las urbanizaciones cerradas deben ser consideradas como un área residencial cerrada en donde el espacio público ha sido privatizado por la ley, restringiendo el acceso vehicular o peatonal. De esta forma se privatiza el uso de calles, plazas y parques dentro del perímetro de la urbanización. Estos espacios solo pueden ser usados por los residentes, manteniendo a las personas no deseadas fuera del perímetro del conjunto residencial. La urbanización cerrada incluye viviendas unifamiliares de propiedad individual y otros edificios o espacios de uso común que son de propiedad colectiva. Este tipo de desarrollo residencial es concebido desde su inicio como un lugar cerrado y privado y cuenta con una serie de dispositivos de seguridad, como un cierre perimetral (muro, alambrado o rejas), alarmas, cámaras de circuito cerrado y guardias de seguridad”. (p. 9)
Tomen nota a lo anterior, ¿acaso no es lo que la sociedad quiere después de la pandemia?
Estamos en una situación delicada. Ser permisibles en este tipo de urbanismo podría traer consecuencias inimaginables en el futuro próximo. Es momento de repensar, y mucho, al urbanismo, llámese post-pandemia, Siglo XXI, nuevo urbanismo, etc.
Es difícil como arquitecto asimilar lo sucedido. Veníamos trabajando teorías por años y en estos momentos el juego cambia. No debemos dejarnos vencer por algo que era inevitable, solo con el trabajo duro en la búsqueda de nuevas teorías y por supuesto la unión de la sociedad llegaremos a retomar la normalidad de nuestra vida anterior.
Alumno
La jornada de sana distancia en México ha concluido y con ello la apertura de los negocios esenciales, que acorde con el gobierno federal son los estabilizadores de la economía nacional. En consecuencia, el ámbito académico no es prioridad en la nueva normalidad. Como profesionista y catedrático eso conlleva problemáticas, tanto en lo laboral como lo académico y en muchos casos personal.
En primera instancia, seguir trabajando a través de plataformas en línea, lo cual hemos venido haciendo desde hace dos meses. Sin más preámbulo, tomare nota de esto último.
En el primer ciclo escolar del 2020 me incorporé al claustro académico de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Internacional en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. Por consiguiente, se me hace de suma importancia poder describir de una forma más empírica mi experiencia en este cambio de presencial a virtual y el aprendizaje particular que pude obtener de mis alumnos, así como sus inquietudes en este largo y sinuoso proceso.
El trabajo en línea nos ha traído un nuevo esquema de procesar la información en todos los ámbitos, aunque a mi parecer se pierde bastante la relación humana que se genera estando presentes en un espacio.
Uno no solo comparte intereses, inquietudes y revisiones de proyectos.
La arquitectura es un espacio físico que por naturaleza es creadora de tejidos sociales. El taller universitario nos regala atmosferas únicas, la música, la comunicación, las opiniones, la reflexión, el sonido de dibujar y escribir, las maquetas, etc. hacen de este espacio un lugar del conocimiento.
Son esos momentos de trabajo lo que lo hacen exclusivo. Perder todo aquello arrastró un profundo problema.
Dicho problema es exactamente esa relación humana; lo presencial impone una revisión instantánea alumno-profesor.
Por otro lado, el alumno entra en un estado de frustración compleja, posiblemente por la falta de experiencia profesional, lo que lo orilla a crear esos sentimientos, pero sin duda uno de los mayores problemas para el alumno han sido las distracciones del ambiente en el que vive, esa falta de profesionalismo universitario se deslinda al estar en un espacio no adecuado para el buen avance.
Como profesor llega la exigencia, una exigencia en la búsqueda por la excelencia del alumno, a veces recargada e innecesaria, ya que a toda innovación hay que darle tiempo, pero la pandemia llegó en un momento de inexperiencia virtual y con ello las complicaciones.
A pesar de todos los obstáculos anteriores, los estudiantes han logrado algo histórico: por primera vez en toda la historia del país las universidades impartieron clases en línea al mismo tiempo y con ello nace una nueva dinámica, posiblemente común en el futuro, pero si hay algo que decir, es que la esperanza cayó sobre ellos, su calidad y dedicación vencieron a la pandemia del Siglo XXI.
Casa Morelos
En los últimos meses mi oficina ha venido desarrollando un proyecto que a mi parecer es de suma importancia para el estado de Morelos. Por eso le quiero dedicar este artículo para dar a conocer la propuesta, creyendo firmemente que la descripción que a continuación daré está enfocada a la difusión cultural de nuestro estado.
El proyecto es un manifiesto, un culto a nuestro bello estado de Morelos, sitio histórico revolucionario, lugar de campo, gente de trabajo que surca sus tierras con la plena convicción de su libertad. Emiliano Zapata, héroe nacional de la Revolución dijo “la tierra volverá a quienes la trabajan con sus manos” y hoy en día esa frase se interpone en el símbolo patrio de nuestra región.
Actualmente Morelos cuenta con una denominación de origen de la bebida llamada "mezcal", donde 23 de sus 36 municipios son productores de esta bebida, desde el siglo XVIII.
La propuesta conceptual se emplaza en la coordenada 18°34'58.3"N 99°12'53.2"W, en el municipio de Jojutla, exactamente en la intersección de dos caminos, sobre la frontera entre el cultivo de agave y el declive del terreno. En dicho sitio desplantamos un edificio radial que evoca la figura pragmática de un agave. Tomando en cuenta la topografía natural, el edificio está orientado al Este, rematando visualmente hacia un cerro que sobresale del horizonte.
Constructivamente, partimos de un centro que se convierte en un horno tradicional, eje rector de todo el proyecto. Sobre él radiamos todos los espacios destinados a la producción y cultura del agave.
Las divisiones se transforman en muros estructurales de concreto armado pigmentado en color “hacienda”; la selección de esta tonalidad es una memoria distintiva a las haciendas históricas de Morelos, muy representativas de la región.
Funcionalmente se divide en tres áreas; Producción (mezcal, pulque, tequila y textil); Administración (oficinas) y Cultural (museo, taller, restaurante y salones).
Casa Morelos será un epicentro cultural de la región, su arquitectura perfectamente insertada en su paisaje nos relata un discurso sereno, místico y alegre.
“TIERRA Y LIBERTAD”.