Siguiendo con el repaso de la prestigiosa lista de arquitectos reconocidos, hoy toca el turno a uno de los personajes más relevantes de la arquitectura moderna japonesa, Kenzo Tange.
Kenzo Tange fue un arquitecto japonés (1913-2015) nacido en la provincia de Imabari, prefectura de Ehime, Japón. Se le puede considerar el padre de la arquitectura moderna, dejando un rastro de más de cinco generaciones de arquitectos de talla mundial, tal como Kengo Kuma, Toyo Ito, Arata Isozaki, Riken Yamamoto y Kazuyo Sejima, entre otros.
La identidad ejercida o más bien “forzada” que implementó Kenzo Tange -y digo “forzada”- fue motivada por los sucesos históricos que empujaron a Japón a salir adelante después de una masiva destrucción que dejo al país en ruinas, debido a los eventos catastróficos de la segunda guerra mundial.
Todo se remonta a la posguerra, específicamente en 1946, cuando su madre fallece por un bombardeo en Hiroshima, y como todo ciudadano japonés decide salir de la melancolía y reconstruir el país.
En aquella época no existía como tal el personaje de arquitecto, antiguamente se importaba la profesión o los que ejercían la disciplina eran mayormente carpinteros de tradición. Fue hasta después de la segunda guerra mundial cuando iniciaron los cursos sobre arquitectura.
En esta etapa Tange se incorpora a dar clases de arquitectura en la Universidad de Tokio, formando un tipo de laboratorio de experimentación.
Tange se interesa no solo por la arquitectura, sino fundamentalmente por el nuevo urbanismo que ha surgido en Europa, tratándose de una nueva planificación de ciudades muy alejada de la tradicional. Como no existía mucha información Tange tomaba sus analogías de los trabajos de Le Corbusier, el arquitecto más reconocido de esa época,a y fue hasta 1960 que Kenzo Tange junto con un grupo de arquitectos jóvenes japoneses logra posicionar a la figura del arquitecto con su manifiesto “Metabolismo: Propuestas para un nuevo urbanismo” durante el Congreso Mundial de Diseño.
El Metabolismo fue el movimiento urbano, arquitectónico, artístico y filosófico más importante que ha producido Japón en el Siglo XX. La corriente planteaba que la arquitectura y el urbanismo fueran conceptualizados como un ser vivo, cambiante con el tiempo, que enferma, crece, aprende y se transforma en un nuevo ser.
El ejemplo más claro de esta corriente podría decir que es la ciudad de Tokio, una urbe que se integra a su tiempo y espacio, carente de una identidad unánime, más bien con muchas identidades que convergen entre sí.
A partir de ella vemos edificios y trazas urbanas tan complejas como el edificio para la televisora Fuji en Odaiba, Tokio, de Kenzo Tange, construido en 1996 o el “Plan para la bahía de Tokio” (Imagen 1) del mismo arquitecto, un modelo de crecimiento a través de una estructura cuasi biológica que pretende colonizar la superficie marina, muy parecido a lo que hicieron con los terrenos de Odaiba.
El metabolismo hoy en día es la base de lo que vemos en la arquitectura contemporánea japonesa, y así como a muchos arquitectos, Kenzo Tange dejó en mí una referencia inspiradora sobre el urbanismo y la arquitectura tradicional y contemporánea.