El Museo de Arte Indígena Contemporáneo (MAIC) invita a la 20ª Charla de Café, titulada "Recordando la Historia", en la que se tendrá como invitado al maestro paisajista Jorge Cázares Campos. La cita es el próximo martes 9 de agosto, a las 17:00 horas, en las instalaciones del museo localizado en la avenida Morelos número 275, colonia Centro, en Cuernavaca.
Impresionado por las imágenes logradas por el pincel del maestro oriundo de Cuernavaca, el escritor hidalguense Ricardo Garibay escribió:
“Nadie podrá jamás ver el paisaje como lo pinta Jorge Cázares, pintor, gran pintor. Necesitaría unos ojos del tamaño del paisaje, omnipotentes. Mis ojos no pueden dominar la interminable distancia blanquecina que se incrusta en el confín, al mismo tiempo la delicada minucia de la hoja que tiembla en el árbol, el millón de hojas que tiemblan en el árbol en primer término, y al mismo tiempo la danza sube-y-baja de las colosales peñas y la tersura del camino de hormigas y el humo dormido cerca del horizonte y la encajería de las nubes en un cielo que canta glorioso, soberano en el alma de Cázares pintor, en mi alma absorta delante de su paisaje.”
*DOS ANÉCDOTAS MEMORABLES
En el año 2010, con motivo del medio siglo de su fructífera labor de promoción cultural en Morelos, gracias a la cual la entidad ha ganado espacios a favor del arte y de la cultura, el maestro Cázares contó –en entrevista con “Bajo el volcán”-, anécdotas llenas de interés, como las que, seguramente, relatará al público que lo acompañe pasado mañana en el MAIC.
En una de esas memorables anécdotas aparece la figura del pintor oaxaqueño Rufino Tamayo, en la época en que Morelos era gobernado por el Doctor Lauro Ortega Martínez.
Como testimonio de lo sucedido, hay una fotografía en la casa del maestro Cázares, en donde, de forma por demás extraña, el oaxaqueño le da la espalda al morelense.
Eran los tiempos en donde se buscaba afanosamente conseguir el Jardín Borda, como espacio para la cultura y Tamayo manifestó su oposición a tal fin.
“Don Lauro invitó al maestro Tamayo al Borda con muchos invitados más, a un desayuno; cuando terminamos le pidió que opinara del proyecto, por lo que el maestro Tamayo respondió: ‘a mí me parece que es una necedad, es un espacio muy grande, es un espacio que no tiene caso’”.
“Yo me ericé -admite el pintor cuernavacense-, me paré de repente y pedí la palabra. Don Lauro me dijo ‘dígame maestro’ y le contesté: ‘no, a usted no le voy a decir nada, sino al maestro Tamayo’. Éramos grandes amigos. Le dije: ‘mire maestro Tamayo, yo creo que ahorita es injusto y es muy torpe lo que está diciendo. Usted es general, nosotros somos tropa. Déjenos trabajar a la tropa por algo que merecemos, por lo que estamos luchando. Esto, con su venia, con su aceptación o no, lo vamos a lograr’, entonces se trabó y se sentó enojado”.
Terminamos de desayunar -concluye su relato el maestro del paisaje- y pasamos todos a tomarnos la foto, “y como quedamos uno al lado del otro, cuando toman la foto él se da la vuelta y me da la espalda. Fue un gesto infantil, a lo mejor lo hice sentir mal, lo puse en mal, pero ¿sabe qué? Cuando usted quiere lograr algo, hay que tener firmeza. Yo dije, si no hago esto el Borda se nos vas a ir de las manos, porque con la opinión de un señor como don Rufino a lo mejor decía el gobernador: ‘sí, tiene razón, no lo hacemos’”.
Otra de las anécdotas contadas por Jorge Cázares, tienen que ver con el recinto en donde se llevará a cabo la charla de café, que anteriormente fue la Casa de la Ciencia y, mucho antes, sede de la propia UAEM.
Eran los años en donde la universidad se ubicaba en lo que hoy es la Casa de la Ciencia -platica don Jorge Cázares-, época cuando él era un joven catedrático.
Había entonces por las calles de Cuernavaca muchos cadetes del Colegio Militar, porque venían, en cierta forma, a tomar posesión del edificio de Chamilpa, como sede para su escuela.
Sin embargo, frecuentemente se suscitaban pleitos con los universitarios, “porque nos querían robar a las novias”, dice Cázares, “pero existían una comunicación tan grande entre nosotros que, cuando había un problema de ese tipo, nos empezábamos a silbar, y veía usted correr por todo Rayón una mancha de estudiantes, para defender a tal o cual amigo”.
“Les metíamos una golpiza a los cadetes -recuerda el artista plástico-, y llegó un momento en que fue tanto el pleito y tan reiterativo, que las autoridades de la Secretaría de la Defensa Nacional dijeron que eso se iba a acabar, y salimos ganando.
“Esa unión, cariño y respuesta entre los estudiantes, creo que dio la oportunidad -quiero pensar esto-, de que las autoridades universitarias hubieran logrado lo que ahora es nuestra universidad”, concluye el paisajista.