En ocasiones la elaboración de un gabán puede extenderse hasta un año, invirtiendo a diario tres horas en las labores del hilado y el tejido. (Fotografía: José Antonio Gaspar).
En Hueyapan se sigue hablando el náhuatl a la par del español y las tejedoras promueven su quehacer artesanal con el ejemplo; practican en el seno familiar el tejido de los textiles, pero más allá de las puertas del hogar, durante las ferias y festividades portan el traje típico de la región tejido en telar de cintura.
La labor para el tejido comienza desde el trasquilado de los borregos, el cardado de la lana y su hilado.
En épocas en las que escasea la materia prima, la lana se compra para teñirla con diversos materiales de origen natural como la grana cochinilla, el añil, la cáscara de nuez o la flor de cempaxúchitl.
El montaje de la urdimbre se hace previo al tejido propiamente dicho de manera meticulosa. En ocasiones la elaboración de un gabán puede extenderse hasta un año invirtiendo a diario tres horas en las labores del hilado y el tejido.
Actualmente se diversificado la elaboración de prendas y se tejen rebozos, chinquetes, gabanes y morrales como resultado de la difusión y preservación de esta práctica artesanal entre las jóvenes de la comunidad esperando que la tradición continúe.