Gilberto Chen Charpentier, “Laguna de Coatetelco”; Ian Lizaranzu, “Árboles y río”; Lourdes Almeida, “Las Estacas”; Graciela Iturbide, “Zapata en Anenecuilco; Ricardo María Garibay Velasco, “Cosecha de arroz”; Gerardo Suter Latour, “Petroglifo”; Gabriel Figueroa Flores, “Zona arqueológica de Chalcatzingo”; Bela Límenes Rosenfeld, “Amate” o Elsa Medina Castro, “Carretera México-Cuernavaca”, son algunos de los autores que fueron cautivados por esos escenarios.
Al igual que Pedro Meyer, “Conversación en la catedral”; Rodrigo Moya, “Frutas y pasquines”; Luis Lavat Guinea, “El circo”; Enrique TorresAgatón, “El Quijote de la Palma”; Pedro Valtierra Ruvalcaba, “Señora, hija de un zapatista”; Fabricio León Diez, “Niño cañero en Zacatepec”; Bob Schalkwijk, “Cerca de Yautepec”; Ricardo Vinós y Cruz López, “Don Pelayo cumple ochenta” y Carlos Somonte, “Julián Alberca”, entre muchos otros.
La exposición fue producida por Arte y Biodiversidad A.C., “una asociación que busca a través de proyectos relacionados con el arte y la ciencia, apoyar a la conservación de especies en peligro de extinción, auxiliar a comunidades que lo necesitan y colaborar con agrupaciones e instituciones abocadas al arte y la cultura.”
*UN FESTÍN VISUAL
A la entrada de la muestra, el texto introductorio de Luis Ignacio Sáinz, dice en su parte medular: “Desde la mirada pluralísima de 102 fotógrafos se ofrece un viaje alucinante por una geografía y una sociedad empeñadas en seguir siendo, defendiendo a capa y espada su identidad y su futuro.”
Y añade que los emplazamientos de las cámaras “se suceden sin tregua para brindarnos una visión lo más integral posible de sus rasgos primigenios: Morelos, un Estado en la mirada de los fotógrafos. Testimonios y miradas de espectadores de un festín visual; censo y catálogo de la personalidad de los personajes de esta comunidad abierta y de su inserción en sus contextos y escenarios.”
En suma, señas de identidad de una población diversa y plural, multilingüe y dueña de un sinfín de intuiciones de mundo, que se aloja en regiones contrastantes, agrega.
“Elasticidad geográfica que anuda las alturas del Eje Neovolcánico, llamado de tal suerte porque sus humeantes o extintas coronas son recientes en comparación con la longevidad de la tierra, presididas por la majestad del Popocatépetl (náhuatl: “El cerro que humea”) y sus 5500 msnm, con la Depresión del Balsas que rebana sierras enteras y yacimientos pétreos de inusitada belleza, hasta su punto más bajo en el cauce del río Amacuzac (náhuatl: “En el río de los amates amarillos”) y sus 800 msnm.”
“Teatro delirante de una naturaleza, pero también de un paisaje cultural, que encontró su vocación en su brillo y esplendor, así como en la energía de su historia.”
Tanto en la muestra fotográfica como en el libro que se ha hecho de ella, prosigue, “aparece una miscelánea de tributos a Morelos y su gente.”
*SIN LAS IMÁGENES, NO TENDRÍAN MEMORIA
Dentro de la galería, un texto de Laura González Flores –“El horizonte de la imagen de Morelos”-, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, explica al espectador:
“Contundente y armónica a la vez, la espléndida fotografía de Graciela Iturbide funciona como ejemplo sintomático de la presente colección de imágenes de Morelos. Clara en su manifestación de sentido y mínima en su forma, esta fotografía gira en torno al diálogo simbólico entre hombre y territorio. En Morelos, sugiere Iturbide, esa interlocución se logra mediante el usufructo ritual y mítico de las imágenes.
“Mediante una sutil puesta en abismo —el uso de una imagen dentro de otra imagen— Iturbide utiliza la figura de Emiliano Zapata como centro y eje vertebrador de su composición. Convertido en imagen —en ícono del hálito campesino e insurrecto de Morelos— un cuadro de Zapata parece sostener el espacio delimitado por unos gruesos muros de piedra a medio derruir. “Poderosa metáfora la de una habitación en ruinas sin otro techo que el cielo: lo que sugiere la imagen de Iturbide es que es en la dinámica de creación y destrucción de lo natural y lo humano donde se manifiesta el espíritu de un lugar.
“También en el resto de las fotografías los hombres o mujeres reales de Morelos se convierten en imágenes. Representados como danzantes, vendedores de flores, frutas o revistas, chamanes, chinelos, jugadores de pelota o catrinas, los seres humanos se transforman a sí mismos para dialogar con el espacio que habitan. Y este, aún vacío e inmenso como en la bellísima imagen de Gilberto Chen, se convierte en un interlocutor del sentido de la vida de los seres humanos. Porque estos, sin las imágenes, no tendrían memoria de su paso por la tierra ni horizontes imaginables hacia los cuales dirigirse.”
*TORRENCIAL LLUVIA DE IMÁGENES
Miguel Ángel Berumen Campos, Director del espacio cultural “Aquí estuvo Zapata”, también presenta un texto -“La memoria del futuro”- en el que reflexiona: “Con esta torrencial lluvia de imágenes que igual caen a color que en blanco y negro, se constituirá la memoria del futuro de este Estado. Incluso aquellos fotógrafos que realizaron sus registros sin proponerse ser vistos por los espectadores de finales del siglo XXI, dada su calidad, nombre y trayectoria, serán un referente obligado cuando esas generaciones quieran asomarse al ocaso del siglo XX y al amanecer de este siglo.”