Un escenario en el que se privilegia a la persona y no a la máquina, “es el que llevó a quienes laboramos en Fundación Noval, a tomar conciencia ante la amenaza constante contra la permanencia de la producción artesanal”, y a pedir, mediante la implementación de los talleres que se impartieron a niños en diferentes colonias y municipios del estado durante el 2015 -y de donde provienen las piezas exhibidas-, “la defensa y procuración de estas tradiciones”.
Así lo expresó la Directora Ejecutiva de la Fundación Noval, María Helena González de Noval, durante la inauguración de la exposición Una historia de juguete, en el Museo de Arte Indígena Contemporáneo, la tarde del pasado viernes 22 de enero.
Por ello, continuó, “debe considerarse que estas expresiones no tienen un carácter únicamente decorativo, sino también útil, ya que responden a las necesidades estéticas, lúdicas y de Mercado de la sociedad”.
En su intervención, González de Noval hizo hincapié en que en la exposición que se instaló dentro de un carrusel azul, se pueden apreciar tres fases de producción del montaje.
Esto es, continuó, por un lado, los juguetes realizados en crudo en los talleres especializados de artesanos mexicanos de Morelos y el estado de México; por otro, el hecho de que las piezas fueron decoradas por los niños de los talleres patrocinados por la Fundación; así como “el espectacular montaje ideado para este museo por el Arquitecto Gerardo Palma”, enunció.
También indicó que, “además de las aportaciones al desarrollo del país, el arte popular asegura un desarrollo integral para quienes lo elaboran, como cualquier otra expresión artística difundida en la sociedad contemporánea”.
Hizo énfasis en que esos beneficios se dirigen específicamente a los niños
encargados de decorar las piezas naturales que les fueron proporcionadas.
Pero más allá de esto, reflexionó, “la idea principal es la apropiación del juguete, la noción de identidad plasmada en su trabajo, el desarrollo de su creatividad y, por supuesto, la autoestima que se nutre del hecho de saberse con una nueva capacidad y de poder jugar con sus creaciones, que es una actividad simuladora de la vid y las relaciones interpersonales”.
Subrayó que la principal característica de las piezas exhibidas, era la fabricación manual de los objetos, con una utilización mínima de herramientas, que sólo son de apoyo, pero no la principal forma de elaboración, acotó.
“Esta fabricación en la que destaca lo manual versus lo industrial y sobre todo el material natural pintado de manera personal, con un estilo para cada juguete, y no el plástico unificador, logra antes que nada, que los objetos sean manifestaciones propias de la alta cultura”, sostuvo.
Explicó que los juguetes tradicionales mexicanos, con su carga de color y en sus múltiples y variadas proporciones y materiales, están ubicados en el límite entre la artesanía y el arte popular.
“Son una muestra más de la riqueza cultural de nuestro país y del arraigo de nuestras tradiciones”, que provienen de la época prehispánica y que se enriquecieron con la influencia de la Colonia y luego con la de la era industrial, expresó.