Cada persona tiene una historia, una situación, una forma de ser y por lo tanto, el cambio verdadero y de raíz implica un proceso que puede implicar dolor.
Recorrer nuestra historia bajo otra perspectiva es parte de lo que una psicoterapia hace. Nos permite revaluar la forma en que veíamos las cosas y ver si todavía es vigente. Inclusive en esa revisión podemos empezar a percatarnos de dónde viene nuestra forma de ser.
También se trata de identificar creencias que nos hemos formado por lo que vivimos, que nos frenan a abrazar lo que tenemos enfrente hoy.
Las heridas emocionales se les empiezan a curar sacando el dolor y estando dispuesto a hacer, decir o cambiar aquello que ayudaría a cerrar esa situación.
Perdonar es parte de esta etapa ya que nos damos cuenta cómo y por quién hemos sido lastimados. Mientras permanezca el rencor, el deseo de resarcimiento, la negación o inaceptación de esa herida y los problemas que de ella se derivan es muy difícil sanar, pues nuestro interior parece convocar toda situación que nos repita la escena con la intención de superarla.
Y así podemos estar atrayendo situaciones dolorosas de nuestro pasado para que se repitan hoy y nos den la oportunidad de cambiar la historia. Pero nunca se logra porque allá y entonces era allá y entonces y con esas y no otras personas. Sin embargo, podemos así perpetuar el dolor y generar situaciones similares lo cual nos hace vivir en un círculo vicioso de siempre lo mismo. A la que siempre abusan, al que tiene mala suerte, al que desprecian, a la que le cargan todas las responsabilidades.
Cambiar es dejar el pasado atrás, y para poder hacerlo debemos resignarnos de lo que ya no pudo ser ni será, aceptar las cosas como sucedieron y dejar de creer que retroalimentando las situaciones que nos alienaron podemos superarlas.
Pero cambiar no es sólo una renuncia a lo que fue, sino estar dispuestos a invertir energía, tiempo y esfuerzo en proyectar, sembrar, construir para el futuro. Y allí lo crucial es saber lo que realmente queremos, escogerlo y actuar para lograrlo. Finalmente, y de lo más importante, aceptar las consecuencias de nuestras elecciones.
A veces quienes acuden a psicoterapia quieren sólo desahogarse o encontrar una solución fácil y directa para evitar cambiar. Y es que hacerlo implica aceptar que algo no está bien del todo, que le falta crecer, madurar o que definitivamente está mal, y buscar eliminarlo. Es aceptar las consecuencias.
Algunos obtienen lo que se llama “ganancias secundarias” de seguir atrapados en una forma de ser. Se ponderan como víctimas y llaman la atención. Su estado es una constante acusación a quienes los lastimaron o los agredieron.
Ciertas personas lo pueden usar como excusa para evitar vivir, tomar decisiones, arriesgarse y vivir sus propios sueños. Asumir la responsabilidad de su persona y de su vida, es decir, vencer la dependencia, la necesidad de estar permanente respaldado por alguien que los cuida, los protege, les tiene conmiseración son parte de los ingredientes para poder cambiar.
La psicoterapia fomenta el cambio, aprovecha la crisis por la que la persona acude a consultar para renovar su vida entera y no sólo ocuparse de ese episodio aislado, cuando forma un todo entretejido con cómo ha venido siendo.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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