El volumen que forma parte de la Colección Patrimonio Cuauhnáhuac, proyecto editorial del ayuntamiento capitalino, fue presentado ante un numeroso público que se dio cita en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca (MuCiC), la tarde del pasado miércoles 26 de agosto y tuvo los comentarios del autor, del escritor José N. Iturriaga y del también fotógrafo Ricardo María Garibay, moderados por el historiador Gustavo Garibay.
“El trabajo de Fernando Hidalgo debería de hacerse extensivo a todo el estado, acompañado del tirajes de miles de ejemplares” demandó Ricardo María Garibay durante su exposición, al tiempo que llamó a “autoridades y administraciones” a vincular el tema de la comida con la promoción cultural y turística.
Al comienzo de su ponencia, Garibay admitió que el tema del libro presentado era una auténtica “sorpresa”, pues quién iba a pensar que la recolección, dijo, todavía se da en Cuernavaca, ciudad más conocida por las albercas y sostuvo que la recolección era “permanencia y resistencia” y no debía considerársele como “sobrevivencia”.
En la parte medular de su intervención, cuestionó si había un abandono en la recolección, “sí y no, es relativo”, respondió y agregó que si bien “está presente y viva”, sí hay un abandono por varios motivos.
En la imagen uno de los arreglos conformado por quelites, es decir, plantas silvestres para ser consumidas. (Fotografía: José Antonio Gaspar).
En primer lugar, identificó al racismo en nuestro país, puesto que los productos recolectados son considerados por una parte de la población como “alimentos de pobres e indios” y que la mercadotecnia –a la que consideró como segunda causa de ese abandono- reforzaba ese racismo, al promover que la gente exitosa era la caucásica o de piel blanca.
En la imagen uno de los arreglos conformado por quelites, es decir, plantas silvestres para ser consumidas. (Fotografía: José Antonio Gaspar).
Otras causas enunciadas por Garibay fueron: la migración, con el consecuente abandono de la milpa y sus actividades productivas; el abandono del sistema de policultivos que es la milpa y hasta las fumigaciones en jardines y viveros.
Una última causa, destacó el presentador, “es el abandono gubernamental del campo, que se traduce en la migración a las ciudades”.
Al recordar que los quelites son todas las plantas silvestres para ser consumidas, reitero que era “sorprendente” que su recolección todavía exista en Cuernavaca y expresó que si se pensaba en una “primera reacción” como el “rescate” de esos alimentos, debía pensarse que de lo que se trata es de dignificar esos alimentos como las culturas que los aprovechan, afirmó.
Entre los datos de interés que mencionó explicó que eran precisamente esas sociedades las que estaban más preparadas para enfrentar los desastres naturales y señaló que, de acuerdo a la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el 70% de los alimentos del mundo proviene de los pequeños productores.
*“FUE UNA AVENTURA”
El volumen fue presentado -ante un numeroso público que se dio cita en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca (MuCiC)-, por el autor, el escritor José N. Iturriaga y el también fotógrafo Ricardo María Garibay, moderados por el historiador Gustavo Garibay. (Fotografía: Cortesía del MuCiC).
En tanto, Fernando Hidalgo puntualizó, al hacer uso de la palabra, que Cocina de recolección en Cuauhnáhuac. Patrimonio milenario sobreviviente,“no es un libro de autor, es un trabajo de equipo”.
Tras resaltar que el fotógrafo Adalberto Ríos ha sido “piedra fundamental en la Colección Patrimonio Cuauhnáhuac”, refirió que para poder concretar la obra, “con su pasión, Adalberto Ríos y yo andábamos en las barrancas, mercados y pueblos preguntando”.
Por otro lado, lamentó que productos como los pápalos, el epazote y los jumiles, todavía sean considerados como “comida de indios”, porque “seguimos viviendo con escalonamientos, hacia abajo, de disgregación social”, alertó.
Sin embargo, pidió no olvidar que “la sabiduría indígena hizo posible la supervivencia y manutención” de la humanidad, y aunque dijo que la investigación que realizó era apenas un “trabajo en la superficie”, celebró que la recolección todavía tuviera presencia en nuestros días y comentó que, entre las o bondades de esa cocina, estaba el hecho de que en ella “no hay depredación, no hay devastación”.
“Esto fue una aventura, por el contacto con la gente y la generosidad de las comunidades”, finalizó el autor, “pese al urbanismo feroz, ahí están sobreviviendo los productos que da la naturaleza pródiga en este valle”.
Planteó que, sin ser una investigación profunda, la obra demostraba que la cocina de recolección “es parte de los tesoros vivos que tenemos de nuestra cultura tradicional”.
*ES UN HOMENAJE A LA DECLARATORIA DE LA UNESCO
El escritor José N. Iturriaga, autor del prólogo del volumen presentado, expresó por su parte, que el libro “es un homenaje a la declaratoria de la Unesco a favor de la cocina tradicional mexicana”, con la cual se le incorporó a la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el año 2010.
Precisó que cuando se hablaba de cocina tradicional era en referencia a los ingredientes autóctonos y subrayó que “la declaratoria de la Unesco a favor de nuestra cocina tradicional” fue un reconocimiento, “no por sabrosa, que lo es, sino por sus implicaciones culturales”.
“Es muy notable lo que hizo Fernando en Cocina de recolección en Cuauhnáhuac. Patrimonio milenario sobreviviente, por una característica: en algunos lados la cocina de recolección se ha perdido, y que en Cuernavaca, como en otras partes de México y el mundo, subsiste una alimentación a base de productos autóctonos y silvestres”, prosiguió.
Luego de comparar la obra con libros sobre el tema que fueron escritos por Luis Suárez y Laurette Séjourné, Iturriaga destacó la importancia del texto al
“mostrarnos cómo características tradicionales ancestrales subsisten hoy”.
El libro es muy plausible y admirable, continuó, “porque es un libro, textualmente, de rescate y lo que tú has hecho, Fernando, está cumpliendo las obligaciones mexicanas ante la Unesco”, consideró.
Por último, destacó ante el auditorio el hecho de que en la globalización, “este fenómeno de recolección, la cocina de recolección, existe todavía en estos días y no es casual que ese fenómeno se dé en México”, por lo que aprovechó para recordar que, la mexicana, es la primera cocina del mundo que reconoce la Unesco.
Cocina de recolección en Cuauhnáhuac. Patrimonio milenario sobreviviente, “es un regalo el que nos has hecho, Fernando”, concluyó Iturriaga.