La muestra itinerante que presenta propuestas de 48 renombrados artistas, llega al Jardín Borda de Cuernavaca
Al admirar la exposición Piedra, papel o tijera. El juego de los artistas, la imaginación es alentada a manifestarse, no sólo para recuperar la emoción que durante la niñez se vive ante la inmediatez de un juego, sino incluso a darle rienda suelta, ante la posibilidad de ser usuario de juguetes fascinantes, que más bien son propuestas incomparables, planteadas por casi medio centenar de reconocidos creadores contemporáneos.
Una imagen de la fotógrafa mexicana Ambra Polidori que volvería al imaginario jugador a la realidad. (Fotografía: José Antonio Gaspar).
Desde que uno ingresa a las salas Rivera, Tamayo y Siqueiros, del Jardín Borda de Cuernavaca, un mundo extraordinario toma forma gracias al video (al principio y al final de la muestra), la fotografía, el dibujo, la pintura, la escultura, el arte objeto y la instalación.
¿Se había imaginado la posibilidad de jugar sobre una mesa diseñada con figuras de enormes lápices amarillos, realizada por el artista oaxaqueño Francisco Toledo, con creaciones lúdicas elaboradas por renombrados exponentes del arte contemporáneo?
Esa eventualidad sería un lujo muy caro en realidad, pero todo es posible para una imaginación fértil, estimulada por la propia creatividad desplegada por los autores.
Si se le diera permiso a esa imaginación, uno se vería en ese singular mueble jugando a formar dos rompecabezas de gatos, también creaciones de Toledo u otro par, que al terminar de armarse mostraría el rostro de Emiliano Zapata, a color o en blanco y negro, producto del genio de Arnaldo Coen.
Por la superficie de esa misma mesa singular –o de plano ya en el suelo-, uno también vería transitar con sus rueditas a dos elefantes –de nueva cuenta creados por Toledo-; unas escaleras de Perla Krauze; un enorme chapulín de madera estucada; una serpiente de carrizo, canicas, cerámica y malla de alambre o unos cubos diseñados por Roger von Gunten.
En donde sí habría algunos problemas, sería en manipular la resortera propuesta por Miguel Ángel Madrigal, cuyas ligas son de varios metros de extensión.
José Valtierra, coordinador de museografía de la Secretaría de Cultura de estado de Morelos, llevó a cabo un recorrido por la exposición para presentarla a los medios de comunicación, un día antes de la inauguración, el pasado viernes 10 de julio.
Explicó que Piedra, papel o tijera es una muestra itinerante del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y la Coordinación Nacional de Desarrollo Infantil Alas y Raíces, que presenta 69 obras de 48 artistas con propuestas particulares sobre el juego y el juguete.
Además de precisar que la curaduría de las piezas fue realizada por el maestro Juan Coronel Rivera, dijo que antes de llegar al Borda, la exposición se había presentado en el Centro de las Artes de San Agustín Etla, Oaxaca; en las salas de San Pedro Museo de Arte, en Puebla, Puebla; en el Centro Cultural Clavijero, en Morelia, Michoacán; y en el Teatro Isauro Martínez, en Torreón, Coahuila.
Asimismo, durante el recorrido planteó que una característica de la exhibición es que no solamente hay la presencia de juguetes, sino también de piezas que están juntas porque tienen en común que no necesitan el objeto, sino la imaginación de los participantes.
Aclaró que aunque la propuesta original, hecha a los artistas, era que los visitantes de la muestra pudieran tocar y realmente jugar con los trabajos presentados, esa intención fue modificada ante las averías que ya han sufrido algunas piezas en su recorrido por el país.
Pero la imaginación no necesita de esa restricción y quien se dedicara a jugar en el exterior de las salas, si alzara la vista, podría recrear el emocionante trabajo de un trapecista, gracias a tres piezas de Betsabeé Romero.
Y si mirara en las paredes de las salas, se sorprendería por la belleza lograda en “El circo” -un trabajo plástico a color de José Luis Cuevas- y en las fotografías de Graciela Iturbide, Pablo Ortiz Monasterio, Rogelio Cuéllar y Gabriel Figueroa Flores. Ni más ni menos.
Una de las dos coloridas muñecas que se observa en las paredes: un juguete que ya no existe. (Fotografía: José Antonio Gaspar).
Sin embargo, la mirada sería atraída poderosamente en otra imagen, sin título, pero perteneciente a la serie “Érase una vez”, de la fotógrafa mexicana Ambra Polidori: el retrato de un niño descalzo y sin camisa quien, como trabajo, transporta entre sus brazos dos bloques para construir edificios. Filas de esos objetos por cargar le esperan a su espalda.
El contraste de la imagen en blanco y negro, lo resalta la artista al incorporar al original un conjunto de globos de colores, que nos recuerda que ese niño no debería de estar ahí ni haciendo eso. Y que su derecho al juego ha sido trasgredido. Esa imagen volvería al imaginario jugador a la realidad.
Por la superficie de esa misma mesa singular –o de plano ya en el suelo-, uno también vería transitar con sus rueditas a dos elefantes, de nueva cuenta creados por Toledo. (Fotografía: José Antonio Gaspar).
Otros de los trabajos presentados fueron elaborados por Andrea Garza (serie de dibujos realizados con la punta de un trompo), Marysole Wârner Baz, Yvonne Domenge, Rafael Coronel, Gilberto Esparza, Vicente Rojo, Alan Glass y Raymundo Sesma.
Un par de coloridas muñecas se observa en las paredes, al fondo de donde se encuentra el mobiliario de lápices creado por Toledo: son pinturas de Benjamín Domínguez y Rocío Maldonado de un juguete que ya no existe.
Durante la presentación, José Valtierra también mostró los volúmenes de “Cuaderno para iluminar”, de Francisco Toledo y una obra similar realizada por Dr. Lakra.
Completan la exposición las piezas de Alejandra Venegas, María José de la Macorra, Alberto y Miguel Castro Leñero, Laura Cohen, Abraham Cruzvillegas, Fidel Figueroa, Gabriel Figueroa Mateos, Oweena Camille Fogarty, Renato González, Daniel Guzmán, Saúl Kaminer, Magali Lara, Daniel Lezama, Ernesto Mallard y Miriam Medrez.
Así como las propuestas de Gustavo Monroy, Gerardo Monsiváis, Helio Montiel, Amor Muñoz, Carla Rippey, Nunik Sauret, Roberto Turnbull, y Germán Venegas.
Imágenes de otras de las piezas que se exhiben en el Borda. (Fotografía: José Antonio Gaspar).
Otro trabajo que llama la atención es un conjunto de rehiletes que compone una pieza dinámica del artista Phillip Bragar, creador que –de acuerdo a José Valtierra- buscó con ella hacer referencia al niño interior que todo adulto tiene y que por eso, firmó la obra con la edad que tenía cuando la hizo: 88 años.
La exposiciónPiedra, papel o tijera. El juego de los artistas estará abierta al público, en el Jardín Borda, hasta el próximo mes de septiembre.