El propósito principal del libro Solo a dos voces, conversaciones entre Octavio Paz y Julián Ríos (Galicia, 1941), es de reunir una serie de reflexiones sugeridas por la reconstrucción del lenguaje poético, el arte del oficio de escribir; los signos de la modernidad, y las complejidades de la vida: “Es un libro como el título mismo, hecho a dos voces: la de Octavio Paz y la mía. Es, además, una larga entrevista donde nos sumergimos en múltiples ideas, y es, como decía el mismo Paz, ‘conversación hija del diálogo’. Ideas que van y vienen, encuentros y desencuentros, donde los unos nos planteamos muchos temas”.
Julián Ríos combina en el libro el ensayo y la entrevista, en varios planos y en diversas facetas de la acción y el pensamiento de Octavio Paz. Ríos publicó en 1983 su obra más conocida, de corte experimental, Larva. Babel de una noche de San Juan. Dos años más tarde publica, Poundemonium. En 1989 publica Impresiones de Kitaj: la novela pintada, novela escrita en inglés producto de conversaciones con el pintor norteamericano R.B. Kitaj.
En 1993 publica un libro de cuentos Sombreros para Alicia que continúa en 2001 con Nuevos sombreros para Alicia. Amores que atan o Belle lettres, y Epifanías sin fin son publicados en 1995. En 1999 edita Monstruario, y al año siguiente La vida sexual de las palabras, hasta que en 2003 aparece Casa Ulises. En 2008 Cortejo de sombras, escrita entre 1966 y 1968, que es realmente su primera obra, pero espera el momento adecuado para publicarla. Este mismo año publica un ensayo publicado como novela Quijote e hijos, y la novela Larva y otras noches de Babel. Antología. En 2009 publica una novela basada en el mito de la muerte de Lady Di llamada Puente de Alma.
-¿Qué podemos encontrar de nuevo en la reedición de Solo a dos voces?
-Lo que se agrega es que Octavio Paz y yo seguimos en un diálogo a dos voces. En la primera edición era un diálogo entre un joven poeta y un gran escritor como Paz; en la segunda parte, que realizamos en París, es una conversación donde recordamos el pasado y nos adelantamos al futuro. Es también un repaso que hace Octavio Paz sobre el siglo, el cual trato de vincular entre la utopía y la entropía. Es decir, que comienza con muchos sueños e ilusiones políticas, sociales y culturales, y que entra en un periodo que no encuentra su propia voz, su propio destino.
-¿De qué forma lo repasan; es decir, hay algún hilo conductor en la conversación para describir el siglo de ambos escritores?
-No, repasamos el siglo de múltiples formas: las ideas, el arte, la poesía, la vanguardia, el lenguaje, y otros temas constantes en la vida de Octavio. Es la “revoz” de dos escritores interesados por la culminación del siglo, por las atopías y por las ideas. Ahora, los dos pertenecemos al mundo hispano, a dos generaciones diferentes, pero al mismo tiempo, claro, guardando el respeto por las edades, pues Octavio me llevó siempre dos décadas; quizá ello no importa, pero en el recuento de los años sí: él tuvo el privilegio de vivir y convivir con los grandes personajes del siglo, vivió también experiencias únicas. Por eso la nueva edición del libro será muy importante para los interesados en su obra.
-¿Considera que el lector o el estudioso puedan encontrar cosas nuevas o reveladoras sobre la vida y obra de Paz?
-Es una respuesta difícil, y contestarla podría llevar mucha pretensión. Lo que creo es que se trata de un libro interesante, pues a partir de él se han hecho muchas entrevistas o estudios para entender la obra de Paz y su visión sobre el mundo. Aquí encontramos su pasión por el lenguaje, por algunos poetas: Machado, Lezama Lima, Pound, por la pintura. En fin, son una infinidad de temas de los que hablamos, que sería ambiguo contarlo todo.
-Dentro de ese azar que se observa en las conversaciones, ¿qué es lo que más le apasionó a usted como entrevistador?
-Habría que remetirnos al principio del libro, por ejemplo, al momento de plantear el libro como tal tuvimos muchos encuentros e incluso desencuentros, pero al mismo tiempo grandes preocupaciones y afinidades compartidas. El idioma era una constante: esa comunicación que hacia Octavio con el hablante de habla hispana la hizo a través de un joven escritor, y eso me resulta estimulante, porque los dos hablamos la misma lengua, un mismo idioma: el español. Pero me gustaría agregar que Paz fue siempre un escritor, y desde luego un hombre muy generoso, que siempre entabló un diálogo con las nuevas generaciones.
-Ya nos dijo cómo se entabló el diálogo entre ustedes, pero, ¿cómo se construyó el libro en su estructura?
-A partir de 1970, Paz establece un diálogo con un novelista, no con un poeta en sentido estricto; en ello también el azar funciona como un hecho real de la vida; esto es, crea atmósferas diferentes, al mismo tiempo distantes y cercanas a la literatura de Rulfo, Fuentes, Lezama Lima; el arte internacional: Antoni Tàpies, Eduardo Chillida, Marcel Duchamp, y otros temas afines que el lector atento descubre en cada página.
-De la primera entrevista a la segunda hay una distancia de dos décadas, ¿cree que era necesario esperar tanto tiempo?
-La obra de Octavio Paz es muy diversa, tiene muchos períodos, es como un remolino que en momentos retrocede y en otros avanza sin mesura, lleno de vitalidad, de fura, de radicalidad. En estos años que dejamos pasar, la obra y el pensamiento de Octavio se modificaron. Creo haber encontrado a un Paz más reflexivo, y, desde luego, al gran intelectual que revaloró muchas cosas. Fueron casi veinte años en los cuales yo, Julián Ríos, maduré como escritor, como intelectual, y Octavio Paz creció como hombre y como gran poeta.
*Esta entrevista pertenece al libro Crónicas de la memoria de Miguel Ángel Muñoz, de próxima aparición. “Los privilegios de Octavio Paz”. Entrevista con Julián Ríos. Se publicó en el Periódico El Financiero, Sección Cultural, jueves 4 de noviembre de 1999.