La muestra integrada por una carpeta con 30 grabados, estuvo acompañada en la exhibición con un cuento de Juan Villoro y un cuaderno de dibujos del año 1995 y “es resultado de la exploración y reflexión del artista sobre el Libro del Consejo de los maya quichés”, de acuerdo al IAGO.
Las piezas, reflexionó León-Portilla, “son, en suma, obra de un arte que es dos veces arte: el de la antigua palabra a veces mágica y siempre luminosa y la creación propia, la del maestro Sergio poseedor de la antigua tinta negra y roja que nos acerca a un universo que, siendo legado de Mesoamérica, lo es también de los hombres y mujeres de los cuatro rumbos del mundo”.
El libro, tesoro de Mesoamérica, y patrimonio de la humanidad, continúa el antropólogo e historiador mexicano, autor de Visión de los vencidos y de Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, “ha sido una vez más fuente de inspiración para Sergio Hernández. En él encuentra vivo el legado que otros pintores, tlahcuilos nahuas, ahtzib mayas, han transvasado al lienzo, al papel o al barro”.
“Recordaré que en un conjunto de vasos cilíndricos mayas del periodo clásico tardío —hacia los siglos VII y VIII d. C.— fueron pintadas escenas de las que habla el Popol Vuh. Esos vasos han sido estudiados por el arqueólogo Michael D. Coe y dados también a conocer por los mayistas Frances Robiskek y Donald M. Hales.
“Y si esos pintores y escribanos mayas son los predecesores en este arte, recordaré también a otros dos grandes pintores, uno es Carlos Mérida, guatemalteco y mexicano a la vez, que en 1943 produjo diez litografías con inspiración en el Popol Vuh. El otro, el gran Diego Rivera unos años después pintó acuarelas con escenas del mismo Popol Vuh. Algunas han sido reproducidas y acompañan a la versión japonesa del Popol Vuh debida a Eikichi Hayashiya, publicada por la editorial Chuokoran Sha en Tokio, 1961; otras se conservan en el Museo Dolores Olmedo en Xochimilco, D.F.
“En la misma línea que los maestros prehispánicos pintores de los vasos mayas y del gran Diego Rivera, Sergio Hernández nos ofrece ahora su versión pictórica del Popol Vuh. Consiste ella en una serie de treinta magníficos grabados. Brillantes colores, luces y sombras, figuras que evocan dioses, hombres, animales y plantas. Diferente y única es su aportación. Como en una sinfonía llena de vida, trasmite Sergio lo que sus ojos, su mente y su corazón han percibido y sentido en sus muchos acercamientos al Popol Vuh”, afirmó León Portilla.
El especialista estableció además que el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas quichés, “ha fascinado desde hace muchos años a Sergio Hernández. En trabajos suyos anteriores —dibujos, grabados y pinturas— ha estado inspirado en las antiguas palabras del Popol Vuh. Ese libro, que por mucho tiempo estuvo oculto, trasmite el antiguo saber no sólo de los quichés y todos los otros pueblos mayas, sino de Mesoamérica entera.
Ese legado prehispánico, subraya, “es él portador de luz y misterio. Habla de las sucesivas creaciones de cuanto existe, obra del que es padre y madre, abuelo y abuela. En él —como en varios textos en náhuatl— se evoca a los seres que existieron en esas varias creaciones que terminaron en destrucción hasta que aparecieron los hombres verdaderos, nuestros antepasados, los hechos del maíz”.
De acuerdo al IAGO, Sergio Hernández ha participado en más de 70 exposiciones en más de una decena de países. Nació en 1957 en Santa María Xochistlapilco en la Sierra Mixteca de Oaxaca. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, en la Academia de San Carlos y en La Esmeralda. Su producción artística ha sido muy variada y completa ya que ha incursionado en distintas áreas de la plástica como el grabado, la escultura, la cerámica, la pintura y el dibujo. Ha desarrollado una larga trayectoria internacional y su obra forma parte de las colecciones de diversos museos de México y del mundo.