“Nuestras decisiones sí producen efectos, nuestra forma de reaccionar, de actuar o no actuar, de comportarnos determina gran parte de lo que nos pasa.”
Es muy popular la famosa frase: “Lo que siembras, cosechas”, concepto bíblico que nos habla acerca de que todo lo que vivimos es nuestra cosecha, resultado de lo que hemos sembrado. Este concepto es fundamental para avanzar a un nivel más maduro de atención psicoterapéutica.
En un inicio el consultante acude a psicoterapia considerándose víctima de la situación que vive y que le rebasa. Es poco frecuente, aunque ocurre, que la persona reconozca que es cómplice de la situación que vive y que quiere cambiar para mejorar su vida. Generalmente necesitamos culpar a otros o al ambiente. Nos solemos ver como quienes padecemos de ciertas cosas, sin la plena conciencia de nuestra participación. En un tratamiento que va siendo efectivo se pasa de esta actitud de víctima, que viene a consulta, se desahoga hablando de lo que “el otro hizo, la otra o los otros” y luego “se siente mejor” por sacarse de adentro los resentimientos, los acontecimientos dolorosos, desagradables. Pero luego damos un paso fundamental para recuperar terreno sobre nuestra vida y volver a tomar la responsabilidad de lo que vivimos. Nos reconocemos co-partícipes, co-creadores, cómplices de las situaciones que vivimos y podemos entonces cambiar nuestra participación y así modificar nuestra vida. Eso es ser libres, lo que nos cuesta mucho asumir, sobre todo porque no podemos controlar todo, pero nuestras decisiones sí producen efectos, nuestra forma de reaccionar, de actuar o no actuar, de comportarnos determina gran parte de lo que nos pasa. Inclusive nosotros podemos invitar a la tragedia cuando nuestra vida está en desorden.
En psicoterapia reconocemos que podemos sembrar ciertas semillas que van a dar como resultado lo que somos, lo que vivimos, lo que nos pasa y las relaciones que establecemos con los demás y con el mundo en general. Para que esas semillas den fruto deben ser sembradas en buena tierra, cuidadas y alimentadas. Algunas otras semillas sólo se esparcen y producen efectos inmediatos. El hecho es éste: “lo que siembras, cosechas”. Así que si vives soledad, desamor, mentiras, violencia es importante que reconozcas qué semillas sembraste que produjeron eso. Siempre hay un margen para la libertad. Es decir, no podemos cambiarlo todo, pero de lo que de nosotros depende, sí podemos cambiar las cosas y mucho, pero ello puede implicar un gran esfuerzo y dominio, una conciencia de nuestro actuar cotidiano, de nuestros pensamientos, emociones y creencias. Y eso es parte de lo que una psicoterapia que da fruto provee a sus consultantes: un reconocimiento de los frutos. Y es que dependiendo del fruto, sabemos la semilla que fue sembrada.
Las semillas que sembramos para constituir la situación que vivimos se pueden agrupar en catorce tipos. En esta primera parte podremos mencionar siete. Lo que siembro con:
1. Lo que predico con mis palabras y pensamientos. Somos poco conscientes del gran poder de lo que pensamos y las declaraciones que hacemos con nuestras palabras para determinar lo que nos pasa y la forma en la que otros se comportan.
2. Lo que produzco con mi actitud. No siempre podemos cambiar las situaciones pero sí podemos decidir cómo tomarlo, qué actitud asumir y dependiendo de ella podemos influir en lo que pasa y cómo lo toman otros. Una buena actitud puede cambiar una mala situación o adquirir un sentido inesperado.
3. Lo que genero con mis emociones. Si reacciono con ira, con tristeza o con desgano, si sonrío o actuo con apatía determino con mucho lo que pase, la forma en que otros respondan y lo que pueda suceder puede verse modificado totalmente. La fuerza que puede imprimir lo que manifestamos con nuestro sentir es muy grande.
4. Lo que resulta de lo que digo. Cuando afirmas algo sobre tu situación, por ejemplo, que es desdichada, empiezas a enfocar todo lo que es desdichado para justificar tu juicio. O si le dices a alguien: “no puedes”, de repente actúa con impotencia pues se ve influido por tu forma de verlo. Forma parte de las palabras y pensamientos que cultivo y que me hacen dar mensajes diversos a los que me rodean.
5. Lo que transmito con mi cuerpo, mis expresiones, mi postura, tono de voz y demás elementos. Cuando decimos algo y con nuestro cuerpo transmitimos lo contrario, alzamos la voz o decimos las cosas con cierto tono, acabamos diciendo otra cosa, pues la comunicación no-verbal siempre está presente e influye en lo que pasa. Esos mensajes también son semillas aunque sean opuestos a lo que decimos producen sus efectos.
6. Lo que construyo con mis acciones concretas. Si hago algo eso va a determinar un rumbo. Y sobre una acción concreta se puede tomar otra. Si decido tener pareja puedo luego casarme y tener hijos formando una familia. O si hago una determinada carrera, luego ésta será una plataforma desde la cual se monte el tipo de trabajo que tal vez desempeñe.
7. Lo que determino con mis decisiones. Elegir algo es dejar otras opciones fuera y eso va constituyendo una trayectoria de vida en la que voy perdiendo opciones y adquiriendo otras. Elegir es hacerme responsable de lo que suceda, es adquirir un rumbo y perder otras oportunidades. Es construirme con lo que decido.
Continuará…
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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