La psicoterapia es una manera de vernos a nosotros mismos. Los seres humanos necesitamos expresar lo que sentimos para que cobre forma lo que está en nuestro interior innombrado y oculto. “Sólo hablamos si alguien escucha. Sólo sabemos lo que sentimos y podemos comprenderlo cuando alguien lo comprende y lo recibe. Siempre se necesita un continente para un contenido”.
Con estas ideas queremos decir que para entendernos a nosotros mismos, para conocer lo que se nos oculta en nuestro inconsciente, para descubrir nuestro interior necesitamos guía, necesitamos alguien que nos escuche y reciba lo que sentimos y nos ayude a elaborarlo, a pensarlo, a nombrarlo, a digerirlo, a sufrirlo y superarlo. No cualquier oyente está capacitado.
Un psicoterapeuta es una persona entrenada por años para escuchar a otro en su dolor, en sus emociones sin forma, en sus conflictos inconscientes. Un amigo o amiga te da por tu lado, da su opinión, co-participa de lo que te pasa, pero no tiene la formación ni la obligación para ayudarte a salir del sufrimiento y conocer el funcionamiento de tus tendencias y actitudes.
Lo que la psicoterapia hace por ti es darte el espacio adecuado, esto es, privado, seguro y reservado para ti. Y también te da al escucha profesional que hace a un lado su vida personal, sus propios problemas, que no involucra sus asuntos personales en la exploración de tu interior.
Lo que dices se queda en ese lugar y el que es realmente profesional se guarda lo que compartiste sin platicárselo a nadie. De tal manera que lo que dices, lo que exploras no afecta la manera en que otros te tratarían si les comentaras algunas cosas de tu vida.
Es decir, el terapeuta no toma partido, no trata de imponerte una manera de resolver las cosas, no afecta la forma en que se relaciona contigo ni con tus familiares y amigos, como lo haría alguien que está participando de tus circunstancias y tiene lazos estrechos contigo. Eso es una ventaja para poder soltarse sin restricciones. No vas a agradar al psicoterapeuta ni a demostrarle algo, tu inocencia, no necesitas defenderte. Es el espacio ideal para sacar lo peor de ti mismo “sin juicio ni castigo”. Lo que se te dice y la intervención que se lleva a cabo para ayudarte se basa en tu misma forma de pensar, en lo que se llama técnicamente “tu realidad psíquica”.
Es decir, de acuerdo a cómo tú ves las cosas y cómo sientes que te afectan. Eso no significa que “se te da por tu lado”, pero es desde allí, desde tu propia manera de pensar que se te va llevando a reflexionar acerca de lo que vives y a aprender a verlo con mente más abierta, desde otras perspectivas, considerando otros puntos de vista. Inclusive que reconsideres los puntos de vista de tus seres queridos, de los que te afrentan o de los que te crees una víctima. Y de repente tienes el cuadro completo y puedes tomar decisiones.
La psicoterapia es un espacio para generar el cambio de tu vida y que te percates de tu situación, sanes tus heridas y te capacites para tomar decisiones que cambien tus circunstancias. Sin esta toma de decisiones la psicoterapia parece inútil. Ningún psicoterapeuta debe tomar decisiones por ti sí realmente es un profesional. No te dice “este es el camino que debes seguir”. Nadie es Dios en la vida del otro para saber qué debe hacer. Pero sí te ayuda a despejar tu mente, tu corazón anegado de emociones y sentimientos encontrados, de heridas para que puedas ver con claridad tu situación. Y sobre todo con objetividad.
Solemos autoengañarnos y justificarnos. Realmente no somos “blancas palomitas”. Siempre de algún modo somos cómplices de aquello que nos sucede. Entender esto es la clave para liberarte. Pues allí donde tú tuviste poder, puedes volverlo a tener. A veces es sólo cuestión de poner límites o de irte de la situación abrumadora de tu vida. Y para eso es necesario reunir mucha fuerza y decidirse a seguir uno sus principios.
El psicoterapeuta es un guía que te va llevando por donde normalmente no te gusta caminar: por tus resentimientos, por tus heridas sin sanar, por tus mecanismos de defensa, por tus errores, por los conflictos que vives y las áreas en las que no estás creciendo. No es fácil, pues no vienes a relajarte ni a sentirte bien, a inflamar tu ego y sentirte omnipotente, no vienes a apapacharte de alguien que te dé por tu lado.
A una psicoterapia se viene a confrontarse uno a sí mismo, a reconocer lo que uno es y la forma en la que colaboró para estar viviendo lo que se vive. Se viene a enfrentar el dolor, los miedos, las partes más indeseables de nuestra persona, más rechazadas. Es difícil. Duele ver la realidad sin maquillaje, sin máscaras.
A una psicoterapia venimos a “desenmascaramos”, venimos a perder la “armadura”. Venimos a recobrarnos a nosotros mismos. A buscar nuestro verdadero ser y a vivir con libertad y responsabilidad, dejando atrás nuestra tendencia a mostrarnos inocentes y buscar a quién echarle la culpa.
Se trata de recordar el pasado doloroso, entender nuestra participación, perdonar y dejarlo atrás para vivir sin miedo, sin resentimientos y sin los fantasmas de entonces que retornan porque nosotros mismos los convocamos en nuestra situación actual por algo que no resolvimos.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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