Dicho de otra forma, que la charlatanería es un delito. En principio tal resolución permitiría ir detrás de los estafadores que se aprovechan de la ignorancia, la falta de información, la angustia que causa la enfermedad, y un sin fin de situaciones que permiten que los abusivos abusen. Para comentar sobre este punto, nuestro país ofrece un enorme abanico de ejemplos: baste con sintonizar la radio para escuchar anuncios pagados de “maestros de la luz” con capacidades omnipotentes que alivian absolutamente cualquier mal. O bien, no cambie de canal cuando empiecen los anuncios, y escuche como una crema, un extracto de vegetales orgánicos, un hongo de Michoacán o un amuleto relleno de arena del Mar Muerto pueden acabar con la enfermedad, la fatiga, el estrés, la celulitis, las hemorroides, la mala suerte, el mal aliento, etc. Hay desde luego charlatanería más fina, que de hecho tiene su propia regulación. Digo más fina pues el nivel promedio de conocimiento de la población no permite discernir entre que tanto es cierto y que tanto no: verdades a medias. Me refiero a las reivindicaciones que hacen las empresas alimentarias sobre los beneficios de consumir sus productos. En este sentido, la Agencia de Regulación de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) tiene un estricto control sobre lo que pueden y no pueden reivindicar los productos alimentarios. Así, y “aunque usted no lo crea” hace unos meses impuso una multa por 45 millones de dólares a la empresa Danone por anunciar en las etiquetas que estaba probado “clínica y científicamente” que sus productos Activia y DanActive regulaban la digestión y estimulaban al sistema inmunológico. El dictamen considera, ojo, no que sea falso el efecto de los microorganismos en estos productos (prebióticos) el que manifiestan, si no el que hubiese sido probado. Lo interesante del dictamen es que la multa se pagará a los consumidores afectados, quienes podrán reclamar hasta $100 dólares si pueden demostrar haber adquirido estos productos en los EUA después del 23 de abril del 2010 como se puede constatar en el sitio: http://www.dannonsettlement.com/. Activia se vende en los EUA (y en México) desde febrero de 2006. Pero claro, si usted los compró aquí, que lo proteja la santa virgen y todos los santos. Danone desde luego se defendió señalando que sostiene lo que se reivindica en sus productos y niega haber cometido una acción fraudulenta. Como sea, la empresa (con base en París) deberá eliminar de las etiquetas de sus productos las palabras “clínicamente” y “probado científicamente”. Yo lo creo, pues soy un entusiasta consumidor y promotor de prebióticos, pero el asunto no es de creer, sino de no decir mentiras.
Falta ahora por saber si este dictamen sobre charlatanería de la Suprema Corte será usado por las instancias pertinentes (eg. la Secretaría de Salud) para que se haga justicia al consumidor engañado, al enfermo desesperado o simplemente al ingenuo ciudadano. ¿O tiene que ser una actriz famosa y que le arruinen el trasero con cemento para exigirlo?