Hoy en día nuestras acciones han provocado niveles de contaminación y agotamiento de los recursos naturales muy alarmantes y amenazadores. Hemos, con nuestro diario comportamiento, transformado a la CDMX en un lugar inhabitable; sí, la región más transparente ha sido transformada antropogénicamente para reducir la calidad de vida de sus habitantes.
El día 6 de mayo me sorprendí al leer en la revista Nature Energy (efectivamente, la revista más reciente del grupo Nature en ciencia) un artículo sobre las oportunidades que tenemos para reducir el consumo de combustibles fósiles en los hogares y las organizaciones. Por supuesto que estas oportunidades deben ser aprovechadas por todos nosotros y, desde mi punto de vista, las estamos dejando pasar.
El artículo (http://www.nature.com/articles/nenergy201643) comenta que los ambiciosos compromisos de la Conferencia del Clima de París 2015 (COP21) requerirán nuevas formas de satisfacer las necesidades humanas, en comparación con las que hemos usado hasta hoy, mediante la quema de combustibles fósiles. Los autores reconocen que los avances tecnológicos serán fundamentales, pero tendrá un mayor efecto la rápida adopción de tecnologías y prácticas de baja emisión. Solamente los compromisos nacionales serán alcanzables si las intervenciones tienen en cuenta los factores psicológicos, sociales, culturales y organizacionales que influyen en las decisiones energéticas, junto con los factores de carácter estructural, técnico y económico. Se necesita una intervención más amplia de las ciencias sociales y del comportamiento humano para identificar oportunidades de reducción del consumo de combustibles fósiles.
Las oportunidades que muchos hemos señalado se refieren al cambio en los hogares y las organizaciones, principalmente en corto y mediano plazo, e identificar las oportunidades que han sido poco utilizadas en gran parte de la política energética. Sobre la base de este estudio, se sugieren principios de diseño para las intervenciones de los gobiernos y otras organizaciones, e identificar áreas de énfasis para el futuro de las ciencias sociales y la investigación interdisciplinaria. Desde mi perspectiva, claramente los científicos o tecnólogos (físicos, biólogos e ingenieros) no hemos podido convencer a la sociedad de que las soluciones tecnológicas existen y son factibles para implantarlas en nuestros hogares. De aquí la necesidad de trabajar en colaboración con las ciencias sociales y del comportamiento para implantar acciones concretas, ante el mayor reto que hemos enfrentado como humanidad: La transformación antropogénica de nuestro planta.
Este artículo claramente señala que la reducción del consumo de combustibles fósiles en las actividades domésticas, puede influir significativamente en reducir el cambio climático antropogénico, ya que las personas somos los usuarios directos e indirectos de los combustibles fósiles.
En resumen, propone una serie de sencillos y posibles cambios en la conducta en el uso de la energía, para el consumo de combustibles fósiles tanto en el ámbito doméstico como en las organizaciones.
Así en los hogares en el aspecto de consumo de energía en el corto plazo proponen: Alterar la temperatura interior de las casas cuando haya aire acondicionado, apagar las luces y los aparatos cuando no estén en uso. Conducir sin cambios bruscos de velocidad (por supuesto que no proponen disminuir la velocidad límite). Compartir el transporte. Cambiar los vehículos del transporte por unos de bajo consumo de hidrocarburos. En el mediano plazo proponen: Reemplazar los electrodomésticos, la calefacción, la ventilación y aire acondicionado y los vehículos de motor con modelos de bajo consumo o eléctricos. Definir estrategias de aislamiento adecuada para los diversos climas. Adoptar sistemas fotovoltaicos. Elegir unidades de vivienda pequeñas y eficientes, cercanas al transporte público, sector comercial y al trabajo. En el largo plazo: Transitar a una tasa de natalidad menor y hogares multigeneracionales.
Sobre el consumo de combustibles fósiles relacionados con la cadena de suministros proponen en el corto plazo: Comprar alimentos y servicios de baja huella de carbono. En el mediano plazo: Comprar productos duraderos con baja huella de carbono. En el largo plazo: Cambiar las preferencias de casas grandes, suburbanas y coches lujosos y de gran tamaño como expresión de bienestar, por otras que minimicen los daños ambientales.
A las organizaciones que proveen bienes y servicios les sugieren en el corto plazo: Encontrar fuentes de suministro de menor huella ecológica. Informar a los clientes sobre el uso eficiente de la energía en los productos y servicios ofrecidos. Reducir el consumo de combustibles fósiles en la cadena de producción. En el medio plazo: Reducir el uso de combustibles fósiles como una parte estratégica de la oferta de negocio. Formar al personal en el pensamiento sistémico y de la sustentabilidad, así como el rediseño de los productos con menores requerimientos de energía. En el largo plazo: Desarrollar estándares bajos en carbono para toda la industria.
En fin, desde el punto de vista de algunos, hacer lo que es racional para propiciar el beneficio social.
Los invito a leer el artículo y estoy convencido que estarán de acuerdo en cambiar paulatinamente nuestra forma de actuar en lo relacionado con la energía y el uso de los recursos naturales en el día a día para conseguir el bienestar social y olvidarnos de programas fallidos como el Hoy No Circula y atacar los problemas de raíz.