Creo que no hace falta abundar en que los usos medicinales de los canabinoides, y las investigaciones científicas que sobre ellos se hagan, deben ser abiertos, como los de otras moléculas de importante potencial iatrogénico. En realidad el verdadero debate es sobre el uso recreativo y social de la mariguana; allí son relevantes las experiencias generadas por décadas en Holanda, y años en Portugal, Uruguay, y en un creciente número de estados de la Unión Americana y provincias de Canadá. Por supuesto, la mariguanano es inocua, como no lo es el tabaco ni el alcohol; además una pequeña pero relevante proporción de los consumidores desarrollarán adicción, como con el tabaco y el alcohol.
Hago nuevamente referencia al estudio del Doctor David Nutt et al. en 2007 [1] que reporté en un artículo de esta columna [2]. Tomando como escala estas dos drogas legales, los índices de “peligrosidad compuesta” (evaluados de 0 inocuo a 3 extremo, según la escala definida en [1]) son: alcohol 1.8, tabaco 1.6, y mariguana 1.25. Las primeras dos drogas están reguladas y pagan impuestos; la prohibición de la tercera cuesta actualmente a la sociedad la manutención de la mitad de los presos en todas las cárceles, más una buena dosis de la criminalidad y su corrupción concomitante, además de los dineros necesarios para las fuerzas armadas que los persigan y el tiempo que los tribunales inviertan en ellas.
Sin embargo, me parece que el verdadero problema estriba no en el destino sino en el camino. Déjenme explicar. En Noruega, Vinmonopolet es la empresa estatal que controla toda bebida con más de 4.75% de alcohol: su producción, exportación e importación, distribución, venta, y la campaña para desalentar su consumo. En Uruguay el gobierno tomó un rol similar, en compañía con clubes sociales registrados para tener su propia producción de mariguana. Pero en México ¿quién regulará estos procesos?, ¿cómo se licitará a las tiendas o farmacias que la vendan? Tendrán que ser los cárteles actuales, porque son ellos quienes hoy controlan su producción, distribución y venta. ¿Quién más? ¿Pagarán impuestos, extenderán facturas con RFC, cotizarán en la Bolsa? Los cárteles ya tienen asesores financieros que saben transformar los billetes, con los que se maneja el menudeo, en dólares electrónicos guardados en algún paraíso fiscal. ¿Los cárteles podrán ser competidores “honestos” como la Coca y la Pepsi? o ¿seguirán como antes?
Y cuando se libere a la mitad de la población carcelaria acusada de tráfico o posesión de la verde (con el tradicional “disculpe usted”) ¿habrá empleos dignos para todos?, ¿o tendrán que recurrir a la extorsión y al secuestro, cuyas técnicas ya aprendieron en la cárcel? Por si fuera poco, ¿qué hacer respecto de la cocaína y otras drogas compuestas o sintéticas como las anfetaminas y diversos inyectables? No sorprende que el gobierno sea tan renuente a moverse en un tablero donde hay tanta pieza suelta.
La mariguana ha sido consumida por mi generación desde los dorados sesentas. Es conocido que el pot (weed, grass, dope…) permite a la mente divagar y crear, sea arte, música, comida o sexo, o concentrarla en cualquier otra actividad que el usuario se proponga. No es incapacitante como el alcohol, ni mueve a la violencia; es su antítesis –aunque tampoco es la gran cosa, realmente. ¿Quién quiere estar high todo el tiempo? Donde se ha legalizado, el consumo de mariguana no ha aumentado mayormente. Pero dadas las circunstancias, el objetivo de una sociedad tolerante y racional respecto del riesgo y del uso de drogas requiere de un periodo transitorio que puede ser muy turbulento. ¿Quién entre nuestros muchos políticos puede liderar un proceso ordenado para convertir peligrosos cárteles en empresas productivas de jóvenes emprendedores? Porque si no se hace, seguiremos inercialmente con los conflictos y miserias actuales, sin poder ganar ni perder.
Doy por hecho que el consumo lúdico de la mariguana, con restricciones similares a las que rigen sobre tabaco y alcohol, será legislado aquí poco tiempo después que lo sea en una mayoría de provincias y estados de nuestros vecinos del norte. Probablemente entonces la importaremos de compañías transnacionales en cajetillas con variedades patentadas y marcas registradas.
[1] Tecléese en Google “Lancet Nutt 2007” o acceda al documento en http://www.antoniocasella.eu/archila/NUTT_2007.pdf
[2] K.B. Wolf, “¿Cuál es el daño de las drogas?” La Unión de Morelos 16/03/2011, p. 21.