En otras ocasiones me he referido al sistema científico de Morelos como un sector que trabaja y produce conocimiento. Está compuesto por más de mil investigadores formando aproximadamente otros mil estudiantes becados de posgrado. Esta fuerza productiva todavía no ha sido plenamente aprovechada por las empresas o industrias morelenses. Este sector científico tiene poco más de 30 años de establecido en el estado. Aunque para muchos de nosotros es toda una vida, no lo es para la sociedad. Todavía no ha pasado una generación con este sector científico que goza de reconocimiento en el ámbito nacional e internacional.
Muchas veces en conversaciones me han preguntado que para qué sirve este sector y yo les he dicho que poco a poco se puede cambiar la sociedad y tornarla en una sociedad con mejores fuentes de trabajo y con un ambiente cultural diverso. En pocas palabras, todavía este sector científico es un infante y requiere cultivarlo.
Déjenme ampliar esta discusión. Si bien los morelenses estamos orgullosos de tener entre nosotros varios sitios arqueológicos con antigüedad de cientos de años, he tenido la oportunidad de estar en templos en China que han estado funcionando como tales más de un milenio. Claramente, esto es en realidad una tradición. Estos lugares han sido ocupados por personas que hacen prácticamente las mismas actividades por más de un milenio. Recientemente estuve en Cambridge, Inglaterra, donde está una universidad fundada hace más de 800 años. Estuve en Manchester donde la universidad tiene casi 200 años trabajando. Claramente estas instituciones han tenido tiempo para generar conocimiento que redunda en beneficio social en su entorno y han dejado huella en el ámbito internacional.
Tengo que enfatizar que, este verano estuve en una ciudad mucho más joven que Cuernavaca (casi 500 años) la ciudad de Toronto que tiene menos de 400 años de fundada. Ahí visité la Universidad de Toronto que tiene más de 150 años de estar operando. Su creación se debió a que los fundadores de la ciudad deseaban que los jóvenes se formaran para que desarrollaran lo necesario para vivir en ese gélido lugar. De esta manera, queda claro que estas sociedades han considerado a la educación como una inversión social, y desde mi perspectiva ha sido totalmente benéfica para ellos. Por esta razón considero que la inversión que actualmente se hace con la Beca Salario es una inversión que redituará en el futuro.
Por otro lado, pero en el mismo tenor, quiero resaltar que en Toronto encontré dos escuelas, una primaria y otra secundaria, con más de un siglo de antigüedad, que continúan funcionando como tales. No conozco una escuela en Cuernavaca con esta tradición. Por supuesto que han sido modernizadas, pero continúan siendo activas y formando a los ciudadanos del lugar. Uno de los aspectos que considero importante en estas dos escuelas es que tienen lugar para hacer deporte, cancha de voleibol y basquetbol, así como pequeños jardines que son usados en la mañana por las escuelas, pero en la tarde o fines de semana son disfrutados por la comunidad en conjunto. Es decir, se enseña el compartir y el respetar los lugares de la comunidad.
He comentado todo lo anterior para recordar que tenemos, como sociedad morelense, una deuda con pequeños poblados donde no se han construido instalaciones apropiadas para la enseñanza de los jóvenes. En particular, hoy me refiero a Cuentepec, pero podría decir lo mismo de muchas otras pequeñas ciudades o poblados de nuestro México profundo.
Menciono Cuentepec, porque ha sido un lugar en el que la Academia de Ciencias de Morelos ha visto un esfuerzo pausado pero de paso firme hacia la formación científica de sus jóvenes. En Cuentepec está funcionando el Cobaem Emsad 02, en instalaciones prestadas y sus estudiantes, dirigidos por comprometidos maestros, han tenido excelente desempeño en actividades relacionadas con la ciencia. Esto ya ha sido mencionado varias veces en esta columna por Enrique Galindo y Alejandro Alagón. Es más, en este año uno de sus estudiantes obtuvo el primer lugar en el Congreso CUAM-ACMor. Sin embargo, no cuentan con instalaciones adecuadas, por supuesto que tenemos un rezago con ellos y considero importante que colaboremos para que cuenten con una escuela digna. Quizá se pueda innovar y construir un sitio comunitario que en el día sea ocupado por la escuela y los fines de semana sea disfrutado por la comunidad.
Con esto lo que queremos decir, es que necesitamos darles a nuestros jóvenes las herramientas necesarias para que puedan promover el bienestar social en sus comunidades y en el estado, mejor, en el país. Considero muy importante que las personas encargadas de tomar decisiones visualicen la relevancia de establecer instituciones educativas en las poblaciones que no las tengan. Todo esto será una inversión para todos nosotros, incluidos los que no vivimos en esas comunidades.