Una de las cosas en las que coincido con las autoridades educativas de la famosa reforma es la de elevar el nivel académico, ya que muchas de las soluciones a los problemas que nos aquejan es tener mejor educación, una educación integral que se refleja desde el momento de salir a la calle, tener civilidad y no aventarle el auto encima a los transeúntes, o estar rebasando autos sin precaución porque ya se nos hizo tarde para llevar a los hijos a la escuela o al trabajo, y echar la culpa al despertador que no sonó, o que estaba muy cansado del día anterior, o que el auto no encendió; en resumen buscando a que o a quien echarle la culpa. Esto tal vez lo hubiésemos evitado al irnos a dormir más temprano, probado el despertador o haberle dado el mantenimiento preventivo al auto en su momento, pero resulta más sencillo justificarnos diciendo “yo no tengo la culpa”.
¿Por qué nos resulta más sencillo echarle la culpa a algo o alguien? Quiero pensar que echar la culpa a algo o alguien nos ayuda a sentirnos menos culpables por haber actuado mal, así es, nos pone en una postura de víctimas. “Yo no hice las cosas mal, fui víctima del despertador”, de esa manera mantenemos nuestra conciencia más tranquila, sin embargo no asumir nuestra culpa es un error, es no hacernos responsables por nuestras acciones o errores que aunque no son tan graves pueden representar un peso para nosotros.
Es momento de darnos cuenta del daño que ocasionamos por nuestros descuidos y nuestra falta de civilidad, es momento de ponernos en los zapatos de aquellos que tuvieron la mala suerte de transitar detrás de nosotros y que tienen que esperar mientras dejamos el auto en doble fila para bajar sin precaución a nuestros hijos (a quienes también exponemos). No nos ponemos a reflexionar, que el tiempo de las personas es igual de valioso que el nuestro.
Y tal vez esto no fuera tan preocupante si sólo se circunscribiera a la escuela de los hijos, pero eso se traslada a la mayoría de las actividades cotidianas. Pues sucede que aquí en México no pasa nada… y lo digo de verdad, no pasa nada cuando utilizamos los lugares de discapacitados, adultos mayores y mujeres embarazadas sólo porque están más cerca de la entrada. “No importa, al cabo no va a llegar nadie”, “hay que dejarlo ahí porque no me gusta caminar” y aunque esté ahí alguna patrulla no les dicen nada, no hay autoridad que haga cumplir la ley, y en mi opinión más bien no hay educación. Cuando hablo de educación no me refiero necesariamente a la recibida en las escuelas, no dudaría que una buena parte de los profesores de educación básica de este país tratan de inculcar civilidad, respeto, tolerancia; pero que se pierden cuando llegamos a la casa y en el seno familiar, ya que no vemos que las reglas se cumplan. Esto se ve reflejado, cuando tiramos la basura mientras vamos en la calle, cuando tocamos el claxon, nos estacionamos en lugares prohibidos, no hacemos fila para esperar nuestro turno, etcétera. todas esas acciones las ven los niños y van creciendo con un esquema al parecer normal para ellos que echa abajo lo transmitido en la escuela, y como siempre pasa echamos la culpa a las escuelas y esto sigue generación tras generación, por lo que estamos metidos en círculo vicioso que veo difícil de romper.
Como adultos, siempre se está buscando como trabajar menos y, por lo tanto, con mayor tiempo de ocio, que sólo lleva a cosas negativas como estar ideando a quien ponerle trabas, y otra vez buscamos a quien echarle la culpa. El jefe me tiene mala fe, si mi papá me hubiese enviado a una escuela privada sería un buen profesionista y no tendría que estar aquí, me pagan poco, no hay cosas suficientes para trabajar, los otros que trabajan más son unos barberos, y lo último, al cabo todos hacen los mismo, sólo vienen a platicar, esas cosas son las culpables de mi comportamiento, ¡yo soy bueno! Echamos culpas por todos lados, a los políticos, a los servidores públicos y hasta el piojo Herrera le echa la culpa a los árbitros. Por esto, invito a que reflexionemos, no echemos la culpa de los que nos pasa a otros, que seamos responsables y que aceptemos las cosas con valentía, pero no sólo eso, sino que analicemos que hicimos mal para mejorar. Entonces veremos que muchas de las cosas en este país pueden ir cambiando para bien, hagamos de éste un país más recto, en donde sí pasa algo.
Luis Arturo Bello Pérez
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