Amo a nuestro hermoso estado. Con entusiasmo y orgullo les he contado a mis hijos sobre la labor pionera de sus antepasados y les he mostrado lo afortunados que son al compartir el enorme legado natural y cultural de la tierra en que nacieron. Pero hoy, tengo vergüenza de ser arizonense.
Recién iniciada su gestión como gobernadora, y aprovechando nuestra posición en la frontera mexicana, su administración generó una iniciativa de ley para el desarrollo de un antiveneno para las picaduras de alacrán. Los fondos otorgados, si bien fueron insuficientes para lograrlo, motivaron a un grupo de investigadores para establecer un consorcio público-privado para alcanzar tal objetivo. Con el transcurrir de los años, el consorcio ha conseguido otros fondos, ha publicado en el New England Journal of Medicine, ha sido cubierto por la televisora del National Geographic, ha sido noticia del New York Times y ha sido fundamental para enfrentar el problema del desabasto de antivenenos en el “cinturón de las serpientes”, de California a la Florida. Y, lo más importante, ha conseguido el antídoto suficiente para tratar a 1,200 arizonenses, mismo que ha sido donado, sin costo alguno, por el productor. El medicamento debe ser donado ya que no puede ser vendido, por ley, hasta que complete el proceso de licenciamiento ante la Agencia de Alimentos y Medicamentos de los EUA (FDA).
La compañía que ha proporcionado los antivenenos es mexicana. La familia Silanes y su Instituto Bioclon, que produce antivenenos para América Latina y Africa, accedieron donar el antiveneno como un servicio público internacional, al tiempo que trabajan arduamente para lograr ser la primera compañía Latinoamericana en conseguir la aprobación de la FDA para un nuevo medicamento. Juntos, Bioclon, Rare Disease Therapeutics (de Tennessee), la Universidad de Arizona y la Universidad Nacional Autónoma de México esperan establecer un nuevo estándar de colaboración entre nuestros países. Uno que beneficiará a pacientes (niños en su mayoría), negocios, estudiantes y viajeros en ambos lados de la frontera.
Y hoy, ¿qué es lo que hemos hecho in Arizona?: ¡aprobar una ley que promueve la intimidación y el abuso de nuestros colegas y benefactores! Ya en el pasado, antes de la ridícula parodia legislativa de esta semana en Phoenix, nuestro grupo ha tenido que aceptar la detención de líderes de la compañía por errores de la Seguridad Nacional, la cuarentena de antiveneno importado legalmente por agentes aduanales confundidos, la revisión en carreteras de los documentos de identidad de líderes académicos mexicanos, el rechazo en el otorgamiento de visas para estudiantes de posgrado que trabajan en el proyecto y multitud de advertencias, por personas que deberían saber más, de no usar la palabra “mexicano” al dar los créditos correspondientes, simplemente porque “suena a sucio”. Y, ahora, ¿qué? Por lo que puedo interpretar del fraseado de la iniciativa de ley, aun los ciudadanos norteamericanos del grupo debemos cargar con nuestros pasaportes para salvar inspecciones sorpresa o retenes imprevistos cuando vayamos a hospitales en el área fronteriza. La nueva ley establece que cualquier empleado del estado –lo que me incluye- puede ser demandado por cualquier ciudadano del estado si éste considera que el empleado interfiere con el cumplimiento de la ley de inmigración. ¿Cómo es posible que tenga que negar tratamiento a un niño moribundo a menos que traiga su acta de nacimiento? No estoy segura si entiendo bien la nueva ley pero, como médico, me revuelco ante la idea de que se me presione si cometo el error de hablar en público de nuestro maravilloso consorcio.
¡Por favor, Secretaria Napolitano, ayúdenos a mantener el legado de cooperación, de salud pública y de amistad desarrollado durante su gestión como gobernadora! ¡No permita que la paranoia y la ignorancia destruyan lo que ha tomado años para construir! Los que vivimos en los estados fronterizos necesitamos su liderazgo más que nunca. Hable fuerte en contra del uso de tácticas legales, basadas en criterios raciales y culturales, que promuevan el enfrentamiento entre vecinos. Ayude a Arizona y a sus colegas internacionales para usar ventajosamente sus intereses comunes y no para generar vergüenza internacional.