¡Atención, las áreas de protección ambiental ya no son protegidas! Como menciona Raúl García Barrios representante de la UNAM en el este órgano ejecutivo, “se derogaron el Criterio Administrativo 3 que prohíbe el desarrollo de obras e infraestructuras en bosques y barrancas protegidos, y el Criterio Administrativo 10 que regula el desarrollo de obra o infraestructura pública al someterla a los principios precautorio y de certeza científica. Estos dos criterios tienen su origen en las luchas ciudadanas por la protección del medioambiente de Cuernavaca y son herramientas regulativas muy importantes para proteger los muy maltrechos bosques, manantiales, ríos y barrancas de la ciudad, y así valer nuestro derecho humano al medioambiente adecuado, protegido desde hace un mes por la Constitución. La reforma invierte, además, el orden de prioridad legal entre el POET y el Programa de Desarrollo Urbano (PDU). De acuerdo a la ley, el PDU debe estar subordinado al POET; la reforma invierte la polaridad, y somete el POET a un PDU completamente anacrónico y fuertemente agresivo al medioambiente.” Con esta resolución, seguramente se autorizarán construcciones en la reserva natural del poniente de la ciudad de Cuernavaca, como el libramiento norponiente que puede propiciar la urbanización de esa región con el deterioro ambiental de la zona y consecuencias graves para el entorno natural de la ciudad. Además los recursos hídricos de Cuernavaca peligran con cualquier construcción no adecuada y el privilegiado clima también, ¿acaso será el fin de la eterna primavera?
La otra noticia se refiere al informe de la CFE para notificarle al gobernador de Morelos de la aprobación de la construcción de dos centrales termoeléctricas y un gaseoducto de 150 kilómetros. El proyecto consiste en dos centrales 620 MW de ciclo combinado que consumen gas natural, el gaseoducto para unir a la ramal Puebla Tlaxcala de Pemex con a región oriente de Morelos donde se instalarán las termoeléctricas y un acueducto para conducir aguas residuales de Cuautla a las termoeléctricas.
Antes que nada quiero comentar que soy un convencido de que el conocimiento científico y la tecnología son herramientas que nos permiten generar un desarrollo económico. Sin embargo al no contemplar los aspectos sociales, naturales e institucionales de la sustentabilidad estamos tomando el camino depredador que conduce al agotamiento de los recursos y a la desigualdad social.
Ya en esta columna manifesté que la construcción de las termoeléctricas no es un gasto que genere riqueza a largo plazo. Varias veces he planteado que los recursos económicos usados en fotovoltaicos o en plantas termosolares son inversiones que dan solución energética a más largo plazo para el entorno morelense. Es más, éstas son inversiones que pueden ser consideradas negocios para y de la sociedad. Los montos de inversión inicial para las plantas solares son prácticamente las mismas que las de gas; sin embargo el costo de vida de las plantas solares es menor y por lo tanto las ganancias económicas y sociales en su ciclo de vida son mayores.
Los principales argumentos de los actuales gobiernos para tomar estas decisiones son: la generación de empleos, incremento de ingresos fiscales, combustible barato para industriales de la zona, entre otros. También la construcción de plantas termosolares generan empleos e incrementan los ingresos fiscales, la inversión en energía solar posibilita el abastecimiento con una fuente renovable de energía y acceso al mercado de valor de los productos verdes. Cualquier inversionista conoce las actuales posibilidades en el mercado verde que generan empleos bien remunerados y ganancias mayores comparadas con los productos actuales.
Considero que todos nosotros debemos colaborar para generar planes de largo aliento que bajo un acuerdo social definamos el entorno económico, social y natural que deseamos para el futuro, al menos los próximos 25 años, y nos liberemos de las limitaciones de planes trianuales o sexenales, es decir, generemos un plan de desarrollo sustentable.