En el mundo a lo largo del último siglo hemos observado que las democracias o las dictaduras han existido con diferentes tintes. Hemos visto dictaduras de ultra derecha o de izquierda en todos los continentes; también hemos observado democracias de derecha o de izquierda en diferentes países. Hemos tenido noticias de países donde la población en elecciones democráticas ha optado por la alternancia en los tintes de los gobernantes.
Desde mi punto de vista, las alternancias pueden ser benéficas para la sociedad, ya que experimentamos en carne propia las diferencias de estilo.
A pesar de estos vaivenes en los estilos de gobernar, lo que podemos observar es que los países con un mejor desempeño en los indicadores de bienestar social son aquellos que han planificado con miras en el largo plazo. De esta manera, en esos países los gobernantes en turno solamente deciden en la priorización las acciones acordadas; pero mantienen el rumbo hacia los objetivos del largo plazo.
En nuestro país, los gobiernos han sido tradicionalmente de derecha o centro derecha promoviendo el bienestar de unos cuantos y creando desigualdades.
Ante esto, las personas nos hemos opuesto con base en organización construyendo instituciones que llamamos de la sociedad civil a políticas que favorecen la explotación desmedida de los recursos o las personas.
Estas instituciones, con autonomía basada en la participación de las personas, han obligado a los gobernantes de diferente orientación a modificar las políticas que atentan contra el bienestar social. Por supuesto que también las organizaciones de la sociedad civil pueden ser cooptadas por personas sin escrúpulos que se enriquecen o atentan contra la población o segmentos específicos de la población (infantes, mujeres en situación de violencia, migrantes, etc.) pero existen instituciones que han funcionado adecuadamente para evitar que las malas acciones de gobierno sean todavía más dañinas.
También estas organizaciones han sido la voz de muchas personas en muy diferentes situaciones denunciando actos de corrupción o medidas en contra de nuestro entorno o de abuso de poder.
En otras ocasiones, encontramos que algunas organizaciones son creadas para evitar el pago de las contribuciones que toda persona física o moral debe hacer para poder vivir en sociedad, situación que debemos evitar.
Con estas palabras quiero comentar que, como seguramente ya anticipan ustedes, las organizaciones tienen las mismas bondades o defectos que las personas. Sin embargo, la organización de las personas en estas asociaciones es algo que todo gobierno debe fomentar, cuidando, como en todo, que los recursos sean ejercidos con pulcritud y para los fines altruistas de la asociación.
En muchos ámbitos de la sociedad estas asociaciones de la sociedad civil pueden proveer un punto de vista experto y diferente al de los gobernantes o de las empresas ante proyectos específicos.
Un buen gobernante o un buen empresario siempre está atento de la opinión de este tipo de organizaciones para modificar sus planes y contender con las preocupaciones genuinas de estos grupos organizados. En este sentido, la opinión de organizaciones científicas es de vital valía para un gobierno que pretende construir el bienestar social en el largo plazo.
Por esta razón, en la mayoría de los países con mayor bienestar social financian a las Academias de Ciencias, Ingeniería, Medicina, Artes y Humanidades, en el entendido que en ellas están agrupadas las personas con mayores conocimientos en muy diversos campos de las actividades humanas.
Por supuesto, que este financiamiento es a cambio de obtener opiniones calificadas sobre muy diversos tópicos, problemas, proyectos o iniciativas.
En nuestro país, el financiamiento a estas asociaciones ha padecido lo mismo que el financiamiento a la ciencia, ha sido reducido.
Tengo que admitir que en algunos momentos y en determinadas organizaciones profesionales, estos financiamientos fueron utilizados para sufragar algunos gastos superfluos, pero en la mayoría de los momentos el dinero fue invertido en acciones que beneficiaron realmente a la población.
De hecho, las propias comunidades profesionales enmendaron el camino y cambiaron de dirigentes para retornar el ejercicio adecuado de sus recursos.
En particular, en Morelos el ejercicio de los presupuestos a estas asociaciones ha sido dedicado a promover la comunicación de la ciencia y el fomento a las actividades científicas en la población juvenil del estado.
Regreso al tema de que las opiniones diversas y calificadas de científicos previamente discutidas entre especialistas son un verdadero tesoro para los estadistas y generadores de planes y acciones encaminadas a construir el bienestar social.
En particular, para el órgano rector de la política científica la diversidad de opiniones basadas precisamente en la discusión amplia y con argumentos es un invaluable consejo a buscar, obtener y valorar.
Tengo que decir que hoy, en el estado de Morelos, el gobierno actual no busca obtener estas opiniones y, desde mi punto de vista, debería acercarse a las Academias de Ciencias, Ingeniería y Humanidades que ya existen para, con base en conocimiento, planear para el futuro y no solamente actuar con fines corto-plazistas.
En el ámbito nacional, en mi opinión, el actual Conacyt debe promover la participación activa en la toma de decisiones de la comunidad científica organizada y evitar que por decisiones unipersonales solamente una visión sea considerada en la definición de la política científica.
Las discusiones y argumentaciones basadas en conocimiento son las que verdaderamente pueden construir planes en el largo plazo y proveer de sólidas definiciones de política pública. Lo dictatorial, inmediato y sesgado fenece, no resiste el escrutinio de la historia. Las dictaduras han caído, las democracias parecen subsistir incluso a vaivenes o “trumpicones”.