Las familias campesinas pobres han recurrido a la migración para reunir el dinero necesario para sobrevivir, estimado en 100 mil pesos anuales. Aquí se comenta la importancia de entender esta circunstancia para el diseño de políticas de fomento a la economía rural sostenible.
La economía campesina tiene tres fondos orientados a: la subsistencia, las ceremonias comunales y el intercambio comercial[1]. Para la subsistencia, una familia de cinco personas consume una tonelada de maíz y frijol, complementada con huevos, carne de pollo y queso, así como frutas y verduras del huerto familiar. Cada año, las comunidades rurales celebran las fiestas patrióticas y religiosas, donde confirman sus alianzas de solidaridad local. Además, venden bienes y servicios para comprar: medicinas, aparatos domésticos, ropa y muchos otros productos. Como la mayoría de las familias pobres viven en zonas expuestas a siniestros meteorológicos, plagas y enfermedades, se ven obligadas a contraer deudas con intereses elevados. Por ello, dependen de las remesas de los jóvenes que migraron a EUA y enviarán a sus familias el dinero necesario para sobrevivir.
Durante los últimos 10 años los migrantes campesinos enviaron a México, cada año, 25 mil millones de dólares. Ese dinero, al dividirse entre 5 millones de familias, corresponde a 5 mil dólares, equivalentes a 100 mil pesos. El destino principal de las remesas es el pago de: comida, deudas, mejoras a las viviendas y compras de vehículos[2]. Así, la meta productiva para crear el bienestar familiar sostenible es superior a la ayuda asistencial transitoria de 5 mil pesos mensuales, fijada por la Secretaría de Bienestar. Esta última ayuda no es necesariamente sostenible, porque no exige metas ni condiciones productivas para su asignación.
El 18% de la superficie de maíz de temporal está ocupada por dos millones de pequeños productores con sólo dos hectáreas por unidad productiva[3]. Ellos constituyen la mayoría de los nueve millones de mexicanos que viven en condiciones de extrema pobreza y, a la vez, son los principales recipiendarios de las remesas de EUA. Para generar ingresos anuales de 100 mil pesos tendrían que ocuparse de actividades artesanales o de pequeña industria, pues será casi imposible obtenerlos de la venta de sus cosechas. Por ejemplo: con el precio de garantía del maíz de 6 mil pesos por tonelada, se requiere vender más de 17 toneladas al año para obtener 100 mil pesos. Esta meta productiva es cinco veces mayor del promedio de la agricultura de temporal. En cambio, si produjeran quesos de buena calidad, vendidos a 200 pesos por kilogramo, sólo necesitarían 500 kilogramos para obtener los susodichos 100 mil pesos, lo cual se podría obtener con la leche de dos vacas. El problema será vender esos quesos a buen precio, porque los intermediarios compran en el campo los productos a un valor cuatro o cinco veces menor del precio final de venta. Para citar un ejemplo: la fibra de ixtle se compra a 15 pesos el kilogramo y los morrales de ixtle se venden a mil pesos el kilogramo. Esto se comprueba porque su precio en el portal www.mercadolibre.com.mx, es de 300 pesos, con un peso menor de 300 gramos. En la sierra de Sonora, los campesinos producen el licor tradicional llamado bacanora y lo venden a 100 pesos por litro. Este licor, revendido en Nogales, Arizona; alcanza el precio de 1 mil 500 sin tener que pagar el impuesto llamado IEPS, por ser producto exportado.
Este breve análisis de la economía rural indica que el problema de la pobreza no está en la falta de productividad de la tierra labrada por los campesinos, más bien está ligada a la falta de oportunidades para la producción y venta de productos artesanales certificados, con los mejores precios del mercado nacional o internacional. En términos modernos, se dice que no tienen acceso a los mercados con el precio justo.
En conclusión: la superación sostenible de la pobreza rural y la reducción de la migración a EUA, requieren alcanzar la meta familiar mínima de 100 mil pesos de ingresos anuales, propios. Este ingreso es equivalente a 8 mil pesos mensuales, lo cual podrá lograrse mediante el desarrollo de la industria ligera rural con acceso al precio justo de sus productos.
[1] Magdaleno-Hernández, E. et al. (2014) Agricultura, sociedad y desarrollo, 11(2), 167-179.
[2] Anuario de Migración y Remesas. México (2017). Fundación BBVA Bancomer. SEGOB. CONAPO.
[3] Turrent-Fernández, A. et al. (2014). Rev. Mex. Cienc. Agríc. 5 (8): 1531-1547.