En estos días llegó a mis manos un ejemplar de la revista Ciencia y Desarrollo editada desde hace 44 años por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Con ella recordé precisamente los primeros números y la primera suscripción que pagué con el salario que obtuve por haber impartido clases de regularización a compañeros de primer grado cuando estudiaba la secundaria. Recuerdo muy claramente los cuentos de Arthur Clarke y de Isaac Asimov. El dinero que invertí en la suscripción anual fue una de las mejores inversiones de mi vida. La lectura de los artículos de esos números fueron elementos que motivaron mi decisión de estudiar física.
En esta ocasión me sorprendió gratamente la lectura de artículos con un verdadero énfasis en la llamada ciencia útil. En el número de abril y mayo del 2018 que cayó en mis manos pude leer seis artículos sobre el tema de Turismo Social. Estos artículos están enfocados a la península de Yucatán y su lectura me permitió reflexionar sobre los caminos que debemos propiciar para conseguir el bienestar social.
En el primer artículo “Las comunidades: Agentes turísticos clave para salvaguardar el patrimonio cultural” [1] se comenta que: “el sector turístico ha experimentado profundos cambios motivados por la rápida modificación de su entorno social y económico. Las nuevas demandas de los viajeros y turistas, así como el diseño de estrategias para potenciar un turismo sostenible y responsable, han dado lugar a la elaboración de estudios y modelos de gestión turística, como el turismo sostenible o el turismo comunitario”. Con estos hallazgos se detecta que las comunidades están dispuestas a abrir su patrimonio cultural, para un uso turístico a cambio de obtener beneficios económicos bajo acuerdos institucionales que también respeten sus formas de vida. La conciliación de los intereses de las comunidades y de los turistas es una tarea de las instituciones actuales y futuras, para garantizar la sostenibilidad de la actividad turística y la sustentabilidad de las poblaciones y el entorno natural y cultural.
Otro de los estudios plantea que es necesario “Conocer para cuidar: Una forma de valorar el patrimonio en localidades de Mérida, Yucatán”[2]. En este artículo se plantea una metodología encaminada a detectar los recursos patrimoniales y garantizar las mejores actuaciones para generar productos turísticos de una forma sustentable. Esta metodología en forma simplificada se puede resumir en 5 pasos: 1. Realizar el inventario de los recursos turísticos con la participación de las personas de la localidad; 2. Determinar el perfil de visitante que actualmente o en el futuro se desea; 3. Evaluar el potencial turístico con miras a obtener retribuciones económicas evitando los desequilibrios entre las dimensiones naturales, económicas, sociales y organizacionales; 4. Planificación territorial turística participativa para diseñar el producto turístico en el largo plazo; y 5. Finalmente se diseña el producto turístico con alto valor agregado y miras en el largo plazo.
En esta ocasión quiero comentar un tercer artículo “Turismo alternativo en la Península de Yucatán”, el que comenta la necesidad de realizar una evaluación de la aptitud natural del territorio como primer paso para generar información de las características naturales del territorio. Esto permitirá planear las formas óptimas de su uso para el turismo alternativo. Para ello es muy importante integrar las dimensiones de la sustentabilidad: Naturaleza, Economía, Sociedad y Organizaciones con el objetivo de generar las capacidades técnicas y organizacionales locales necesarias para traducir la riqueza natural en un bienestar social para las comunidades. El artículo termina comentando que es importante “Reconocer la aptitud natural de la Península de Yucatán para ecoturismo, el turismo de aventura y el turismo rural es, por lo tanto, fundamental para iniciar un proceso estratégico de planificación territorial, orientado a generar productos turísticos innovadores y competitivos que contribuyan a impulsar el desarrollo sustentable de las comunidades rurales”.
El sabor de boca que me dejó la lectura de este número de Ciencia y Desarrollo fue muy agradable. Desde mi perspectiva es un claro ejemplo de la construcción de acciones sociales, derivadas del conocimiento científico amalgamado con el conocimiento tradicional para propiciar el bienestar social. Acciones como las desarrolladas por el grupo de científicos, trabajando en la península de Yucatán con las personas de las comunidades, deben ser un ejemplo que imitemos en el resto del país. A la vez éste es un claro ejemplo de que la ciencia (natural, exacta o social) es aplicable y útil para resolver la compleja problemática que hoy enfrentamos.
[1] Pérez González et al. http://cienciaydesarrollo.mx/index.php?p=articulo&id=335
[2] García Gómez et al. http://cienciaydesarrollo.mx/index.php?p=articulo&id=337
[3] Ayala Arcipreste y Arteaga Aguilar http://cienciaydesarrollo.mx/index.php?p=articulo&id=338