En toda comunidad los espacios para la convivencia son de vital importancia. En estos textos he mencionado diversas ciudades con excelentes espacios para convivir. La ciudad de México tiene muchos de ellos distribuidos en diferentes regiones, aunque en otras su carencia es notoria. En esta ocasión quiero llamar la atención sobre uno de los espacios que tenemos en Cuernavaca y donde disfruto en cuanto puedo de una caminata relajante y enriquecedora.
Quiero enfatizar que desde mi punto de vista, las plazas comerciales no son lugares adecuados para convivir. Estas plazas que recuerdan a los “malls” del vecino país del norte, son lugares que no fomentan la convivencia y nos alejan de percibir la naturaleza que hemos relegado por el desarrollo urbano que hemos propiciado. Por otra parte, estas plazas fomentan la frustración, en las personas que no reciben lo suficiente por su trabajo para adquirir los productos que se ofertan en estas tiendas.
En cambio lugares como Chapultepec o el parque de Aragón en la Ciudad de México fomentan la convivencia entre las personas y la naturaleza en su mínima expresión son uno de los ejemplos que muchos conocemos.
En Cuernavaca contamos que muy pocos parques y uno de ellos es realmente emblemático porque está situado en una bellísima cañada con ahuehuetes centenarios. Me refiero al Chapultepec de Cuernavaca. Este lugar lo he disfrutado en diferentes formas, desde que me mudé a Cuernavaca hace casi 30 años. Primeramente, lo disfruté con mis hijos pequeños, llevándolos a conocer algunos pequeños animales; después lo he disfrutado al ejercitarme por las mañanas y hoy los disfruto caminando y percibiendo los diferentes usos que se le da, dependiendo de la edad de los visitantes. Así en un día normal podemos observar como antes de las 8 de la mañana, ya hay personas que disfrutan de ejercitarse al correr, trotar o caminar entre la vegetación y el murmullo del correr de las aguas del arrollo que circula por la cañada. En esta época del año, alrededor de las 10 podemos observar a centenares de niños y jóvenes ingresando al parque para convivir con su franja etaria y con la vegetación del lugar. A esa misma hora podemos observar también el ingreso de familias con niños menores que miran con alegría el mismo entorno natural.
Desde mi punto de vista, las condiciones en las que se ha mantenido el lugar han sido suficientes para que sea disfrutable; pero podría mejorarse. El año pasado escribía por estos espacios que se estaba adecuando la pista para trotar; hecho que se realizó y quedó bien en la mayoría de los tramos. Hoy podemos observar que se están rehabilitando las zonas que no quedaron perfectas; pero el mantenimiento ha continuado y considero está dentro de lo aceptable. Ante el cambio de administración en el entorno estatal, me permito recomendar que se continúe con el mantenimiento y la mejora de este parque; pero que se evite su privatización, como se intentó en los primeros sexenios de este milenio.
Existe otro parque, el conocido como Alameda Luis Donaldo Colosio, donde también van familias a pasar un rato; pero no tiene la belleza natural que se ha conseguido a lo largo de décadas en el parque Chapultepec de Cuernavaca.
Es más, se tiene la oportunidad de que además de los aspectos naturales del parque Chapultepec, pueda convertirse en un verdadero ejemplo del uso de ecotécnias o de fuentes renovables de energía; pero para ello se requiere de proponer un buen plan y de contar con los recursos financieros para conseguirlo. Hoy podemos ver una casa que muestra estos aspectos hacia la sustentabilidad; pero no de forma funcional. Es más existe una mini planta hidráulica, al final del pequeño lago, que no ha podido funcionar por un diseño no adecuado. El parque está sufriendo las malas decisiones de sexenios anteriores; pero hoy la sociedad cuernavacense se merece al menos continuar disfrutando de este parque.
Por supuesto que si se desea contribuir con algún otro espacio para los cuernavacenses, sería importante realizar un plan de revitalización del Parque Ocampo. He estado en ese parque y realmente lo disfrutan muchas familias; pero se requiere impulsar mayor número de actividades en forma continua para que sea retomado por la sociedad y que el sentimiento de inseguridad que en ocasiones se percibe desaparezca. Es un parque menor; pero con posibilidades interesantes que con una inversión moderada podría revitalizar a artistas locales en todas sus facetas. Otro pequeño parque es el de Acapantzingo, donde se encuentra el Museo de Ciencias, en ese lugar ya existen actividades; pero pueden aumentarse y esperar a que en algunos años los árboles maduren mucho más y sea un verdadero lugar para disfrutar de la primavera.
Tenemos al menos estos parques en la zona metropolitana de Cuernavaca, algunos con vocaciones científicas y ambientales o recinto de biblioteca; pero hace falta uno con vacación artística, este podría ser el nicho de oportunidad para el Ocampo.
Por supuesto, que para que estos parques cumplan completamente su función de integración social, se requieren actividades en todos los matices de las actividades de las personas. Sin embargo, provocar inicialmente una vocación específica, puede facilitar la consolidación de todos ellos como la tiene el Jardín Borda.