El año 2016 fue el más caliente del mundo registrado, superando 2015 y marcando el tercer año consecutivo de temperaturas promedio récord. Es decir estamos rompiendo el récord de año más caliente cada año. De hecho, de los 17 años más calientes de la historia, 16 han ocurrido en el siglo XXI. Tal como están las cosas, el mundo está en camino de perder los objetivos establecidos en el Acuerdo de París, con casi 1°C de aumento de la temperatura media mundial que hemos presenciado desde la era preindustrial. Por la actividad humana hemos incrementado la temperatura del planeta en forma constante cada año. Para mantenerse dentro de los límites acordados del Acuerdo de París, el mundo solo puede permitirse entre 0,6° y 1,1° C de calentamiento promedio adicional. En concordancia con este acuerdo, los compromisos de los países, o contribuciones determinadas a nivel nacional, podrían iniciar un descenso de las emisiones en los próximos años; pero no son suficientes para alcanzar los objetivos climáticos. Así que los esfuerzos deben ser fortalecidos y solamente pueden ser satisfechos si empezamos a actuar desde lo individual hacia lo global. Para mí es claro, que los esfuerzos gubernamentales o centralizados han mostrado su ineficiencia y se requiere el compromiso de cada uno de los individuos y para ello es necesario una apropiación del conocimiento de que las actividades de cada persona afecta en lo global.
Es importante conocer que alrededor de dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la producción y el uso de energía, lo que coloca al sector energético en el centro de los esfuerzos para combatir el cambio climático. Los sectores más grandes emisores de CO2 son la generación de electricidad y la industria, que en conjunto son responsables del 65% de todas las emisiones de CO2 relacionadas con la energía en la actualidad. El 35% restante proviene del transporte, los edificios y la calefacción urbana. Por esta razón, si nosotros nos comprometemos a generar nuestra propia electricidad en el ámbito de nuestro hogar u oficina o industria, estaremos contribuyendo sustancialmente a la solución del problema.
El sistema eléctrico actual evolucionó durante muchas décadas con combustibles fósiles en forma centralizada, puede ser transformado en uno verdaderamente distribuido. Las nuevas tecnologías de generación de energía requieren un nuevo sistema de electricidad que sea flexible y permita la integración de fuentes variables, como la energía solar y eólica.
La generación de electricidad a partir de estas energías renovables variables fluctúa de acuerdo con la disponibilidad de recursos y puede no coincidir con la demanda. Esto puede causar dificultades para igualar la oferta y la demanda, lo que requiere flexibilidad para enfrentar la variabilidad.
De acuerdo a la opinión de IRENA (Agencia Internacional de Energías Renovables), la participación de la energía eólica y solar en la generación de energía aumentaría al 52% para el 2050, requiriendo una variedad de opciones de flexibilidad para garantizar la estabilidad de la red, incluida la fijación del precio del tiempo de uso, la adaptación de diseños de mercado y nuevos modelos comerciales y de financiamiento.
La generación flexiblilizada y en disminución de combustibles fósiles y la respuesta del lado de la demanda también pueden aumentar la adaptabilidad, lo que permitía mayores porcentajes de energías renovables variables. La integración de microrredes inteligentes en ámbitos locales es una de las tareas pendientes. Una opción de flexibilidad a menudo discutida es el almacenamiento, que hoy en día tiene diversas variantes. En la actualidad, existen alrededor de 4 700 gigavatios hora (GWh) de almacenamiento de electricidad, 96% de los cuales provienen de centrales hidroeléctricas con rebombeo, es decir, hidroeléctricas que en las horas de mayor insolación o de mayor viento rebombean el agua hacia arriba de la presa para poder usar su caída para producir más enerǵia eléctrica. De acuerdo con IRENA, se esperan 11 900-15 300 GWh de almacenamiento de electricidad para 2030, con sólo el 51% de hidroalmecenamiento. También con las posibilidades que plantea el almacenamiento por batería promedio de 50 kilovatios hora (kWh) en vehículos eléctricos, podrían proporcionar unos 8 000 GWh de almacenamiento para 2030.
El costo de almacenamiento de energía por baterías puede hacerse en forma individual y cada día disminuye; de tal manera que en los próximos años no solamente la generación eléctrica con fotovoltaicos será más barata, como lo es hoy, sino el almacenamiento con baterías será más barato.
Las opciones se están construyendo, hay alternativas económicamente viables hoy o estarán presentes en el corto plazo, sólo resta la decisión que debemos tomar individualmente y en colectivo. Impulsemos el uso de las energías renovables con nuestro ejemplo y tomemos el futuro en nuestras manos.