Ayer, personajes identificados con el perredismo, entre ellos, Agustín Alonso Mendoza, ex alcalde de Yautepec; Anastasio Solís Lezo, ex legislador federal, y Carlos Caltenco, quien fuera artífice del proyecto político de Gisela Mota Ocampo rumbo a la presidencia municipal de Temixco, volvieron a aparecer para reiterar que van en busca de cargos de elección, pero más allá de los partidos.
Bueno, Solís Lezo aceptó que para la elección del 2018 difícilmente como PRD podrían mantener la gubernatura de Morelos, así que la única posibilidad es volver a unificar a la izquierda si se quiere continuar conservando el poder estatal vía el Movimiento Nacional por la Esperanza (MNE).
Frente al descrédito partidista, decíamos, se viene optando por la vía independiente, y el dirigente estatal de la Federación de Trabajadores de Morelos (FTM), filial de la CTM, Vinicio Limón Rivera, hace lo mismo, igual que los del MNE: desarrolla activismo preelectoral en todo el estado, anunciando que buscará la candidatura a gobernador, pero por la ruta ciudadana.
Bueno, los del MNE dijeron que ya han logrado sumar a algunos militantes de otras fuerzas partidistas, como en el caso específico de Jorge Toledo Bustamante, actual presidente municipal de Mazatepec, emanado del Partido Humanista (PH).
Morelos durante las elecciones intermedias del 2015 no figuró como territorio de candidatos independientes. Sin embargo, esa modalidad, que tuvo relevancia en otras entidades, parece que tomará fuerza en la justa que se aproxima.
Como lo decíamos, ya el dirigente estatal de la FTM, Limón Rivera, se cuenta como un aspirante a la gubernatura por ese camino. En lo referente al MNE, como que la mayoría de los cuadros que vienen sacando la cara van por presidencias municipales y diputaciones locales.
Sin embargo, y a pesar de que no han mostrado intenciones claras sobre sus proyectos políticos, es de considerar que parecieran llevar esa misma tendencia activistas como el rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), Alejandro Vera Jiménez o el sacerdote con licencia José Antonio Sandoval Tajonar, de la fundación Don Bosco, que ya comenzó a trabajar con tendencias a buscar una candidatura.
Igual y al final, todos ellos acaban sumados a una plataforma partidista, pero por ahora han considerado prudente ir abriendo camino como figuras ciudadanas, admitiendo que sus respectivos partidos más bien ahuyentarían al electorado, porque le han fallado una, dos y mil veces como autoridades o representantes populares.
Como que con tantas malas experiencias vividas, la sociedad exigirá en el 2018 mayor garantía en los compromisos. Por eso se hace hincapié en la promoción de aspirantes con vocación de servicio y honestidad, que son valores casi ausentes hoy día en todas las esferas de representación popular o de niveles de gobierno.
FEMINICIDIOS: NI UNO MÁS
Y en torno al delicado problema del asesinato y las agresiones a mujeres, ayer -con motivo de la jornada nacional de la lucha contra la violencia- diversos organizaciones como la Comisión Independiente de Derechos Humanos (CIDH) volvieron a reclamar de autoridades y sociedad en general luchar por el respeto hacia dicho sector.
Sin duda se trata de un fenómeno por demás preocupante y de ello hacía énfasis el vocero de la comisión, José Martínez Cruz. Los niveles de agresión hacia el sector femenino han venido creciendo e incluso, escapando al control de las instancias competentes en la materia, porque en la mayoría de los casos, los hechos se dan en el interior del hogar.
Ya los gobiernos federal y estatal han debido aplicar la alerta de violencia de género en distintas zonas, en las que se detecta el problema con más algidez, pero ello tampoco ha logrado disminuir la incidencia y pareciera casi imposible garantizar la integridad física de las mujeres.
Claro, las medidas preventivas son insuficientes porque difícilmente pueden evitar desgracias cuando las agresiones se dan en el ámbito privado. Sin embargo, las quejas más bien van en el sentido de que en la mayoría de los sucesos se dan grados inadmisibles de impunidad y ahí sí es responsabilidad institucional.
Es claro que si un delincuente en esa materia no es llevado ante los tribunales y sometido al riguroso castigo que merece, pues las cosas no van a cambiar. Por el contrario, irán empeorando, y a eso obedece el llamado de las organizaciones.
Se ha pedido la integración de un banco de datos sobre el tema, para poder ir midiendo el comportamiento del delito a nivel nacional; sin embargo, hasta la fecha no existe. Se viene llamando incluso a un paro nacional en contra del feminicidio, porque hablamos de algo que se da en toda la república.
Es decir, del fenómeno de la delincuencia que azota al país nadie escapa, pero sí alarma que decenas de mujeres vengan siendo sacrificadas sin aparentes razones y algo más trascendente se deberá hacer para poder encontrar una solución.
Ahora bien, ciertamente que a nivel de autoridades hay algunas fallas y acciones deficientes sobre el asunto, pero esto no podrá detenerse mientras no se genere conciencia y civilidad de los agresores. No es posible que existan seres tan despreciables como para llegar a privar de la existencia a una mujer, que nos debe merecer todo respeto, amor y consideración.
Muy frecuentemente, esos desafortunados desenlaces se dan entre parejas y revelan el grado de perversión al que hemos llegado como sociedad, lo que se suma a tantas calamidades que padecemos como nación.
¿Cómo podemos, en calidad de ciudadanos, exigir al gobierno garantizarnos paz y seguridad, cuando nosotros mismos no la fomentamos en nuestras casas y familias? Los hijos suelen ser testigos de la mala vida que esos seres sin moral dan a sus cónyuges, porque reiteramos, buena parte de los feminicidios se dan entre marido y mujer.