La ausencia de oportunidades de empleo, el escaso apoyo a favor de la producción agropecuaria y los bajos precios en el mercado de la mayoría de los productos del campo han venido obligando a los campesinos que sobreviven a ir desprendiéndose de sus propiedades, a fin de amortiguar el hambre por lo menos algunos meses, porque además, lo que obtienen es simbólico, casi regalan los espacios de los que vivieron padres y abuelos.
Claro, en ese sentido, nos referimos a lo que viene ocurriendo hace décadas en las regiones oriente, sur y poniente de la entidad, donde la tierra vale muy poco, pero en lo que se refiere a la región conocida como de los municipios de Los Altos y sobre todo, del norte de Cuernavaca hasta Huitzilac, es otro cantar. Acá el metro cuadrado puede llegar a valer entre dos mil y tres mil pesos, si no es que más.
Los espacios más codiciados están en las partes altas de la capital y la zona de fraccionamientos de Monte Casino, que ya corresponden a Huitzilac. Es una parte fresca, sin que se llegue a los fríos extremos, porque se trata de la región de bosque grande, que es un atractivo adicional.
En toda la franja que va desde Huitzilac hasta Tetela del Volcán, conforme a información ofrecida a La Unión de Morelos, existen hasta corredores de bienes raíces que sirven a intereses particulares y decenas de personas que han logrado amasar fortunas o por lo menos vivir cómodamente con base en el despojo o la venta, tres o cuatro veces, de un mismo terreno.
Un espacio de permanente conflicto es Tetela, por ejemplo. Conformada por Lomas del Zompantle, Lomas de Ahuatlán y Popotla, datos ofrecidos por la titular del comisariado ejidal, Leoba Morales, refieren que la zona urbana se ha extendido en 192 hectáreas, equivalentes a más de tres mil lotes, en donde viven igual número de familias en la irregularidad, porque no tienen documentos que avalen sus propiedades y entonces, hay que iniciar un largo proceso de regularización. Incluso, las instalaciones de Caminos y Puentes Federales (Capufe) están en esa situación.
Buena parte del negocio, en lo que toca a la reventa de lotes o la compra-ventas con base en documentos falsos, se le atribuye a la ex comisariada Lucila González García. Se le han detectado unos 40 documentos en esas condiciones y existen denuncias legales en los tribunales en su contra.
Hay por lo menos 100 lotes desocupados y aparentemente sin dueño, que son el objetivo principal de los que encontraron la forma fácil de hacer dinero con lo ajeno. La comisaría acaba de detectar un espacio de más de mil metros con constancia de posesión falsificada.
Un comunero, que formó parte del equipo de Lucila González García, confió que ella tiene en su computadora escaneadas las firmas del nuevo comité y con base en eso sigue reproduciendo y negociando constancias de posesión, en lo que representa un grave delito, incluyendo la usurpación de funciones.
En la mayoría de los casos de despojo y venta irregular, tiene injerencia el Registro Agrario Nacional (RAN), porque debe legitimar las transacciones, y se presume de complicidad de ciertos funcionarios de ese organismo, que siguen manteniendo relación con Lucila.
Poner las cosas en orden es el objetivo de las autoridades ejidales actuales, pero es algo realmente complicado, porque son muchos los intereses que se mueven en toda aquella parte de la capital del estado, donde se producen las flores más hermosas en decenas de viveros en los que ya se trabaja intensamente para poder ofrecer millones de plantas de noche buena con motivo del fin de año, porque se cubre buena parte del mercado nacional y hasta del extranjero.
Pero como en todas partes se cuecen habas, también en el resto de esa zona, como Santa Catarina, ocurre lo mismo: vividores de lo ajeno, invasores profesionales que operan con ayuda de corredores de bienes raíces. Aquí se señala a María Piedra Canalizo, una profesora que da clases en la Preparatoria Dos de Alta Vista.
Las ventas y los despojos los ha perpetrado en lugares como El Capiri, cerca de los límites con Tejalpa. La mayoría de esos predios ya van por su segunda o tercera venta y de ello no han escapado sus propios familiares. Algunos de ellos dan fe de cómo ha llegado en reiteradas ocasiones a los golpes y desde luego, a enfrentar una serie de denuncias penales que la han puesto bajo la sombra en más de una ocasión.
Entre otros, Gaudencio Canalizo Balderas es uno de sus corredores y operadores, aunque llama la atención que la sociedad de bienes comunales –porque la mayoría de las ventas irregulares corresponden a ese régimen de propiedad- no reaccione ante lo que ocurre.
Ella vivió hasta febrero de este año en Santa Catarina. Sin embargo, las denuncias y procesos legales la obligaron a huir y hasta donde sus ofendidos saben, adquirió una propiedad en Ocotepec ( donde está la iglesia hacia arriba) y desde ahí sigue operando el negocio del tráfico de tierras.
Aquí los comuneros deberán estar alerta, porque igualmente se destaca que ya comienza a investigar la ubicación de terrenos baldíos para promover ocupaciones, sólo que pudiera enfrentar serias dificultades, porque ahí bienes comunales sí ha sabido hacer respetar la autoridad.
Los anteriores escenarios se reproducen casi puntualmente en toda esa franja de Los Altos, porque se le considera como el mejor clima del mundo y quienes tienen posibilidades económicas, siempre intentarán hacerse de algún bien inmueble en la región. Están a media hora de la Ciudad de México y eso también le da plusvalía a cualquier propiedad en esa parte de Morelos.
Como decíamos, todo el estado se encuentra en venta, pero en circunstancias diferentes. En el resto de las regiones, más allá de la zona conurbada de la capital, todavía es posible adquirir el metro cuadrado en 50 o 100 pesos.
Por eso cada vez hay menos producción de alimentos, los campesinos han entrado en riesgo de extinción, las nuevas generaciones ya no quieren vivir de ello, la mayoría jamás logró salir de la pobreza.