Se preparaba el escenario para el inicio del primer periodo ordinario de sesiones del segundo año legislativo y todos los accesos al recinto fueron fuertemente custodiados, había que contar con autorización –algún gafete- para el ingreso y aún así, se hacían revisiones.
Fue algo novedoso, porque se trataba de un evento cien por ciento local, es decir el Poder Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, cada uno de ellos, con decenas de invitados y desde luego empresarios, comerciantes, poco pueblo, pero muy selectamente convocados.
Sí llamó la atención, porque había por lo menos tres o cuatro filtros a superar. Es decir, el operativo que se montó fue similar al que observamos cuando viene un presidente de la república, pero sólo se trataba de un acto rutinario que se da cada medio año, por el arranque de las actividades legislativas en pleno.
Como quiera que sea, es de considerar que -salvo en lo que toca a los medios de información, donde no se puede coartar la libertad de expresión y por eso dejan pasar a todos- el resto de los concurrentes había sido de invitados ya sea por alguno de los 30 diputados locales, los miembros del gabinete del gobernador o por la magistrada presidenta del Poder Judicial.
Por cierto, en lo que toca a los representantes populares, a cada uno de ellos les entregaron 100 pases para igual número de invitados, sólo a Jesús Escamilla Casarrubias le dieron únicamente diez, por lo menos eso fue lo que él sostuvo un día anterior al acto, no entendemos por qué.
Es decir, dadas esas condiciones, se entiende que se tenía un aforo humano a modo, pero lo ocurrido -una vez en el interior, generó sorpresa en los del presídium y primeras filas, porque como que en su oportunidad se salió de control.
El presidente de la mesa directiva Francisco Moreno Merino perdía el control y se mostraba inquieto cuando la asamblea casi se levantó de sus asientos para aplaudir la intervención de Escamilla, quien, en su ya usual característica, les puso los pelos de punta a todos –sí por lo menos a los altos mandos- porque comenzó a hacer señalamientos a diestra y siniestra. Lo menos que dijo es que a él nadie lo podría comprar.
Por un momento, el que esto escribe consideró que la iba a pasar muy mal, pues lo menos que podía acontecer es que lo bajaran de la tribuna. Pero la sorpresa fue que ocurrió todo lo contrario, en un 80% o más de los quizás mil 500 ahí congregados, le ofreció un aplauso único, que no se reprodujo para nadie más de los que intervinieron al micrófono.
Claro, imposible identificar a alguien en especial, porque fueron casi todos, así que en el anonimato, dejaron sentir el sentimiento que priva y ello nos llevó a analizar algunos detalles de lo que está sucediendo en el Estado, confirmando que no estamos equivocados cuando decimos que a nivel de percepción, existe un desánimo popular por el desempeño de algunos de los poderes públicos.
Nosotros no podríamos valorar si el trabajo del Ejecutivo o las reformas del Legislativo son realmente malas, como popularmente se aprecia, igual y a lo mejor no lo son tanto, pero la verdad es que el pueblo piensa de manera diferente y no se siente escuchado.
No obstante, sí es sorprendente que en una reunión que pudiéramos llamar como de afines, se dieran esas reacciones, habría que imaginar si ello se hubiera realizado en campo abierto. Es aquí donde entendemos que para los organizadores era necesario el control, que al final no fue absoluto, porque ahí estaba la semilla del descontento. Moreno Merino fue rebasado, no supo qué hacer cuando su “compañero” se le fue encima al gobernador.
Pero no sólo fue ese suceso, en su oportunidad, tocó la palabra a la representación del Partido Social Demócrata (PSD), que se fue sobre la figura del presidente municipal Cuauhtémoc Blanco Bravo. La reacción fue nuevamente de defensa de la mayoría a la figura del ex futbolista.
Lo menos que ocurrió, fue una rechifla y hasta gritos en el sentido de que se dejara de agredir la imagen del edil. Es decir, que a pesar de duras campañas de denostación en su contra, el señor sigue siendo, para buena parte de los ciudadanos, particularmente capitalinos, una figura respetada y hasta querida.
No obstante, la mayoría de los diputados que intervinieron para fijar su postura a nombre de sus respectivas fracciones parlamentarias se mantuvieron en la decisión de que las reformas cuestionadas, como la del Instituto de Crédito, o la del servicio público del transporte, se harán valer, a pesar de la resistencia de algunos sectores.
Y en el escenario externo, se insistía, durante la sesión, de bloqueos a la circulación vehicular a la altura del Polvorín, por parte de concesionarios del transporte público, así como en Plan de Ayala, de parte del movimiento antorchista. Incluso se llegó a mencionar que uno de los líderes del ramo, Dagoberto Rivera Jaimes, había usado para ello unas 100 unidades colectivas.
Casarrubias y panistas se manifestaron en contra de llevar las sesiones fuera del Congreso local, sin embargo lo que la mayoría de los legisladores dejó ver ayer, es que al menos durante el comienzo de este periodo se irán a desarrollar esas asambleas en los municipios, porque en el recinto hay una especie de plantón en contra de la reforma al Instituto de Crédito.
Por cierto, otro dato que llamó la atención, porque fue algo muy comentado, es que el priismo local estuvo ausente, que ninguna figura relevante, incluyendo al presidente Rodolfo Becerril, acudió y más aún, confió uno de los diputados al reportero, que se sabía de una ruptura interna entre los del tricolor y que ése fue el motivo de sus ausencias.
Bueno, que seis diputados locales del tricolor no estuvieron ahí porque la dirigencia nacional los había convocado para dialogar, que porque desde aquellos niveles irían en contra de las reformas ya aprobadas y también estarían asumiendo una posición en el sentido de que se atienda a los inconformes del Frente Amplio Morelense (FAM) y se resuelva un conflicto que amenaza con mayores niveles de confrontación. En conclusión, algunos de los detalles que ocurrieron en el inicio del periodo ordinario de sesiones son como para valorarlos profundamente, por el mensaje que llevan.