Pero esa dimisión era ansiosamente esperada en Morelos, porque ateniéndonos a las aspiraciones del gobernador tabasqueño Graco Ramírez Garrido, estaría buscando quedarse con la dirigencia, como una manera de escapar de los problemas que enfrenta como mandatario y que lo tienen prácticamente atrincherado.
Y es que entre tantas ocurrencias, en su oportunidad también se dijo presidenciable, hacia la justa del 2018, sin embargo cualquiera persona en sus cabales sabía que eso era una tontería y ahí están las estadísticas, le dan un ridículo 5% de preferencias al interior de su partido, contra más del 80% a favor del jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera.
O sea, que la única puerta de escape que pudiera tener es la de la dirigencia nacional del instituto político, misma que está vacante en estos momentos y entonces habrá que ver si en verdad nos hace el gran favor de tomar distancia y dejar al estado en paz, porque es la figura que viene provocando la desestabilización y la ingobernabilidad territorial.
Claro, sería mucho pedir, pero de todos modos, si algo tienen de sustento esas hipótesis respecto a sus ambiciones futuristas, pues es el momento de saberlo, o se va para que Morelos busque la reconciliación e intente disminuir el encono, o de plano entendemos que habrá que soportarlo por un tiempo más, pero eso ya sería demasiada desgracia.
Aunque así fuera y pidiera licencia al cargo, con toda seguridad habría que esperar a que se cumplan los cuatros años de ejercicio gubernamental, a fin de que no se tenga que llamar a elecciones y el PRD pueda reclamar el derecho de silla y la fecha sería a partir del primero de octubre.
Pero el CEN del partido del sol azteca sigue siendo manejado por el grupo de los “chuchos”, al que pertenece Graco, de tal forma que bien pueden instalar a un encargado de despacho los tres meses y cacho que faltan, para poder reservarle el lugar a éste aventurero de la política que ya cumplió con su principal objetivo al aspirar a la gubernatura morelense: desmantelar las arcas públicas y saquear el erario.
EL COSTO DE LOS EXCESOS
Y en otro tema, es indiscutible que el gobierno federal debió pagar los costos de algunos errores y excesos cometidos a lo largo de estos más de tres años y medio de mandato presidencial, con la pérdida de algunas gubernaturas el pasado 5 de junio.
La derrota en las urnas obedece a dos factores fundamentales: 1. El errático manejo del caso Ayotzinapa, por la desaparición de los 43 normalistas; y 2. El paquete de reformas que han sido rechazadas por las mayorías, particularmente la educativa, que es motivo de otros tropiezos más.
El tema Ayotzinapa sigue mostrando muchos aspectos incomprensibles; inicialmente se responsabilizó a las autoridades municipales de Iguala y al propio gobierno del estado, de ahí la renuncia de quien fuera gobernador Ángel Aguirre Rivero, o sea asunto del PRD, pero entonces no se entiende cómo es que la Federación fue cargando con las culpas, hasta llegar al grado de tener que pagar los costos por la vía electoral.
¿Es que en efecto se trató de un hecho de responsabilidad compartida entre los tres niveles de gobierno?, porque de no ser así, se pudo haber hecho un deslinde, pero nunca se vio la intención de hacerlo y el asunto sigue siendo un misterio.
Desde luego que los perredistas buscaron por todos los medios generar confusión, a fin de no quedarse con toda esa carga negativa, pero con las manos en la cintura, desde el centro se tenía la sobrada capacidad para aclarar las cosas, a partir de la búsqueda inmediata de los muchachos y de la apertura en la información e investigación, que tampoco ocurrió.
Tanto PRI como PRD fueron rechazados en las urnas y con seguridad, en buena parte de lo que pasó el caso en referencia tuvo mucho que ver. Pero lógicamente que para el partido en el poder, también las reformas han empujado hacia la desconfianza y el descontento ciudadano, muy en particular, la educativa.
El enfrentamiento entre corporaciones policiacas y el movimiento de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en Chiapas, con saldos rojos, es otro hecho que necesariamente abona en el mismo sentido, el castigo electoral.
Y si usted se fija, curiosamente son otra vez los dos partidos, PRI y PRD, representados en el gobierno, porque Gabino Cué es gobernador amarillo y la intervención policiaca sumó contingentes federales. Ahora bien, ¿no había otra manera más civilizada de resolver algo que sigue cada vez más candente?, ciertamente que tampoco está fácil, la CNTE parece ser un nido de agitadores, tanto en Chiapas, como en Michoacán o Guerrero.
Pero a lo lejos, los ciudadanos entran en confusión y no saben con claridad quienes son los buenos y quienes los malos, sin embargo, sí se va formando un criterio y asumiendo una posición, que siempre tiende a ser contra la autoridad.
Y todo ese escenario tan terrible que vemos a distancia, como que se ha reproducido en Morelos, donde la represión, persecución, amenaza y agresividad parten precisamente del mismo gobierno. Ahí está el caso de la injusta detención de activistas de Ayala, quienes el viernes pasado anunciaban integración de autodefensas y por cuyos hechos sigue desaparecida la abogada Adelaida Marcelino Mateos.
Ojalá que no termine en desgracia, pero conociendo el grado de odio de Graco, todo es posible. Ella fue la que dio el anuncio de la creación de esos grupos y seguramente se la llevaron para hacerla cambiar de opinión. ¿Y lo de las fosas de Tetelcingo y Jojutla? por eso decimos que aquí el ambiente es igual, el enojo popular alcanza índices nunca vistos en contra del gobernador y su séquito de consanguíneos. Pero es absolutamente seguro que la historia y los electores se van a cobrar las facturas.