Son cuatro las principales fuerzas electorales que se perfilan como las que pueden alcanzar posiciones significativas en lo sucesivo: el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN), Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que va con Andrés Manuel López Obrador como candidato a la primera magistratura del país por tercera ocasión.
El resto de los institutos acaban siempre en alianza con alguno de los hermanos mayores, por eso decimos que son los anteriores aquellos que muestran mayores posibilidades de controlar algunas posiciones significativas. No obstante, las 12 gubernaturas quedarán entre priistas, perredistas y panistas, a Morena no le alcanza su capital social todavía para conquistar alguna, por ahora se conformará con ayuntamientos, diputaciones locales y federales, nada más.
Más aún, azules y amarillos se muestran en desventaja frente a los tricolores, tanto, que han intentado formar alianzas entre ellos a fin de enfrentar al partido en el poder, pero en más de un estado no lo han logrado, por diferencias sobre todo en el partido del Sol Azteca, donde prevalece el canibalismo, una lucha casi mortal por controlar los mejores espacios o candidaturas.
Fernando Belaunzarán Méndez, diputado federal de ese mismo instituto reconocía que el peor enemigo electoral está al interior del PRD, que los intereses se imponen y las corrientes o lo que se le ha dado en llamar tribus, no conceden tregua a nadie y prefieren en su caso acabar en la trinchera de enfrente si no logran satisfacer sus ambiciones.
Ponía como ejemplo el estado de Veracruz, donde los grupos se oponían a la alianza con el PAN y la única manera de que prosperara fue la decisión del líder del CEN, Agustín Basave, de poner su renuncia al cargo sobre la mesa, sólo así se alcanzó el objetivo.
Pero agregaba que en Oaxaca no se tuvo igual suerte, acá acusó al gobernador en turno de ser el responsable de la ruptura, porque impuso a un candidato a la gubernatura que no era el más posicionado, y adviertió que difícilmente se podrá conservar esa plaza hoy en manos suyas con Gabino Cué.
Como decíamos al principio, los mayores obstáculos para que los partidos políticos fortalezcan su democracia están dentro, los grupos y corrientes se hacen pedazos antes de permitir que alguien que no pertenezca a su célula, a pesar de que tenga un mejor posicionamiento, se quede con la candidatura.
Desde luego que los otros dos partidos tampoco cantan mal las rancheras, el PRI perdió la presidencia de la república en el 2000 debido a su división interna. Morelos es un ejemplo de cómo ellos mismos han obstaculizado el regreso al gobierno estatal por rencillas entre sí.
De los panistas tampoco se puede decir otra cosa, a partir de que lograron gobernar al país también se transformaron, se han metido en serios escándalos cuando algo que los distinguía en el pasado era que solían aplicar y hacer efectiva aquella medida en el sentido de que “la ropa sucia se lava en casa”.
Indudablemente que en este momento a nivel nacional los que se ven más divididos son los perredistas, pero ellos sí nacieron ya con esa enfermedad, bajo el argumento de que ahí se aplicaba cabalmente la democracia y cada quien podía gritar a los cuatro vientos lo que pensaba, como que con ello buscaban enviar el mensaje a los electores en el sentido de que eran diferentes a los otros partidos, sólo que al paso de los años resultó poco funcional y siguen padeciendo las consecuencias.
Lo que Belaunzarán también dice es que en buena parte de los estados en los que no son gobierno, el perredismo suele tener “negocios” con la autoridad en turno y entonces, cuando vienen las elecciones, esas células ya enfermas se mueven por interés y son usadas como arma del enemigo electoral.
Todos esos vicios en sus estructuras se reproducen puntualmente en los estados, porque las corrientes centrales van extendiendo sus tentáculos en todo el territorio en busca de fortalecerse a fin de ganar mayores espacios en las estructuras de gobierno.
Morelos es muestra clara de lo anterior, en el PRI hay por lo menos tres grupos que, llegado el momento, van a pelear con todo la candidatura al gobierno estatal para el 2018, el que encabezan Guillermo del Valle Reyes con Maricela Sánchez, el que conforma el ex candidato a la gubernatura, Amado Orihuela Trejo y uno más en evolución, en torno al diputado federal Matías Nazario Morales, que parece el más fresco y con tendencias positivas.
En el PRD son tantas corrientes que se presta incluso a confusión, pero en la elección entrante los bloques que se van a dar hasta con la cubeta son los que conducen, por un lado, el senador Fidel Demédicis Hidalgo, que aspira al cargo y por el otro, el gobernador Graco Ramírez Garrido. Hasta la elección anterior había más, pero algunas figuras emigraron hacia Morena, como en el caso del senador Rabindranath Salazar Solorio, que igual, buscará ser el candidato a gobernador.
Ahora bien, ¿cuáles son los pronósticos en torno a las 12 gubernaturas que renovarán mandatarios en el año?, pues los números parecen indicar que los priistas se llevarán la mayor parte, seguidos de los panistas y quizás los perredistas puedan lograr una o dos, pero no es muy seguro, por las circunstancias de división interior que siguen mostrando.
Hacia adelante, en el caso de Morelos, se advierte que sería casi imposible que el PRD conservara el poder estatal a partir del 2018, la calificación respecto al desempeño del actual régimen no es muy benevolente y eso necesariamente se va a reflejar, pero sí así fuera, entonces se les acabaría el efímero control del corredor político Ciudad de México, Morelos y Guerrero, éste último estado ya regresó a manos del tricolor.