Bueno, este conflicto, entre legal y político que libran el senador Fidel Demédicis Hidalgo y el gobernador Graco Ramírez es parte de lo que estamos mencionando. El primero quiere a toda costa contender con las siglas del Partido de la Revolución Democrática a la gubernatura, pero de ninguna manera es el candidato del gobernador y por eso la confrontación, que tiene su origen en el asesinato de la alcaldesa de Temixco, Gisela Mota Ocampo.
Pero no sólo en ese partido, en el poder estatal la carrera hacia el 18 arrancó. También en el resto de los institutos políticos el trabajo preelectoral sube de tono, aunque a decir verdad, no hay mucha tela de donde cortar; son muy escasas las figuras con presencia, carrera y formación que les merezca contender por un cargo de tanta relevancia, y como dijera aquel viejo político cetemista, Fidel Velázquez, como que “la caballada está flaca”.
Ya lo venimos advirtiendo, que si los perredistas no logran modificar la percepción que la mayoría del electorado tiene de sus administraciones gubernamentales, no tendrán nada que hacer en la lucha por la sucesión en la gubernatura. Tempranamente se aprecia una derrota que los sacará de palacio de gobierno luego de un solo sexenio en el ejercicio del poder.
Aún la figura del senador antes mencionado sería insuficiente bajo los colores amarillos, porque independientemente del conflicto que se traen con el mandatario en turno, que es asunto entre ellos, la ciudadanía los ve como un todo y el voto de castigo será apabullante.
Pero en el resto de las trincheras tampoco pueden echar las campanas al vuelo, andan en las mismas. Los panistas todavía no se recuperan de las derrotas del 2012 y se quedaron sin cuadros competentes, siguen desgastados y sólo muestran signos de vida en la capital. La figura más grande que traen en estos momentos para jugar por la grande es la del diputado federal Javier Bolaños Aguilar, pero para dar la pelea requiere de un acompañamiento igualmente fuerte y no se ve por dónde saldarán las figuras.
Siguen buscando una conciliación, luego del agarrón que se dieron por la dirigencia estatal de Acción Nacional, en la que los neo panistas desplazaron a los de la “sagrada familia”, y se llevarán un buen rato en lograrlo. Aunque ya se viene señalando que volverán a apoyarse en la figura del ex gobernador Sergio Estrada Cajigal Ramírez que, todo indica, está “volviendo a casa” luego de haber tomado distancia.
Bueno, se están enviando mensajes en el sentido de que lo volverían a impulsar como candidato a la presidencia municipal capitalina, en busca de suceder en el mando a Cuauhtémoc Blanco Bravo, ¿Será? Pero igualmente reconocen que por haber sido ya jefe del poder ejecutivo estatal, no podría contender a la gubernatura.
Entonces pues, tampoco los azules están en sus mejores momentos, porque como ocurre en la mayoría de partidos, entre ellos mismos vienen poniéndose obstáculos en la batalla por los mejores espacios electorales.
En lo referente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) muestran los eternos conflictos que los llevaron a la pérdida total del mando en el 2000, porque las corrientes que encabezan Maricela Velázquez y Guillermo del Valle, el ex candidato a la gubernatura Amado Orihuela Trejo y otros grupos emergentes, parecen irreconciliables cuando de buscar candidaturas se trata, todos quieren quedarse con lo mejor y si no es así, operan en sentido contrario, empujando a la auto destrucción.
Pero ahí se espera que puedan ir evolucionando algunos priistas, entre ellos, el ex alcalde de Cuernavaca, Jorge Morales Barud, que podría venir de regreso en el 2018, luego de ocupar un espacio en el gobierno federal, que se dice, ya lo tiene prácticamente amarrado.
La diputada federal Rosalina Mazari Espín comienza a generar cierta preocupación entre los francotiradores del tricolor, porque se le ubica como una de las legisladoras y legisladores que ganaron con el mayor número de votos en las urnas de acuerdo al padrón electoral a nivel nacional y que eso la puede hacer rentable hacia la gubernatura.
Pero su compañero de curul en la cámara baja, Matías Nazario Morales, quien en el proceso del 2015 aspiró a la comuna capitalina, aunque al final declinó a favor de Maricela Velázquez Sánchez, pudiera agregarse al grupo de contendientes internos.
Desde luego que hay dos figuras más que siguen siendo motivo de análisis en torno al tema de la sucesión del 2018: la del edil capitalino Cuauhtémoc Blanco Bravo, quien -si logra una administración municipal más o menos aceptable para los ciudadanos- sería candidato natural por la gubernatura y, qué decir, el rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) Alejandro Vera Jiménez, que bien iría por la vía independiente o ciudadana o por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Claro, aquí quien hoy día considera ser el merecedor de la candidatura del partido de López Obrador es el senador Rabindranath Salazar Solorio.
En términos muy generales, ese sería el panorama político electoral rumbo a las elecciones presidenciales y por la gubernatura de Morelos en el 2018 y no vemos de qué manera se pudieran dar modificaciones significativas en el escenario.
En esto, construir una carrera política no es fácil, se requieren años de formación y desempeño en cargos de representación a fin de llegar a soñar con candidaturas de relevancia, de ahí que sea poco posible el surgimiento de más cuadros.
Por eso es propicio comenzar a hacer ciertas valoraciones para poder advertir hacia dónde se estaría inclinando la balanza en la justa electoral que se aproxima y en cuya búsqueda de candidaturas ya se observan muchos actores.