Solamente el pasado 10 de los corrientes, en diversos puntos de la ciudad de Cuernavaca, se cometieron horribles crímenes. entre las víctimas, dos menores, que hablan claramente de la incapacidad de un régimen que sigue empeñado en hacernos creer que con la instrumentación del Mando Único acabaría con las gavillas de maleantes que pulular por todo el estado.
Simplemente se han puesto oídos sordos al clamor popular, la administración ha desestimado las quejas y lamentos que se multiplican por todos lados y en todos los rincones pidiendo casi clemencia a una autoridad que tiene el mandato constitucional de garantizarnos seguridad y justicia a los morelenses.
Con argumentos falaces y excusas se quiere justificar un trabajo por demás inadmisible en esa materia y que es ya origen de un descontento abrumador en contra de quienes llegaron con un discurso lleno de promesas y de compromisos que a más de tres años, los dejaron en el olvido.
A contrapelo, ante claras evidencias de la irresponsabilidad con la que se conduce la mayor parte de quienes forman parte del mando Único, la Comisión Estatal de Seguridad, a cargo del comisionado Jesús Alberto Capella Ibarra ha venido justificando cualquier acción a fin de no proceder en contra de esos malos elementos.
El ex candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al ayuntamiento de Jiutepec, Rafael Reyes Reyes decía a La Unión de Morelos que “en lo que se refiere a esta localidad, por lo menos, la corporación se dedica a la extorsión, a las agresiones y a la violación de los derechos humanos de quienes se les pongan en frente”.
Y comentaba que “se dedican a atrapar borrachitos, a detener a jóvenes por cualquier motivo, les siembran drogas y armas y los llevan ante sus padres, a quienes les exigen grandes cantidades de dinero con tal de no llevárselos arrestados y eso todo el mundo lo sabe”.
El señor tiene razón, sin embargo, ni el comisionado, menos sus jefes superiores se dan por enterados y continúan afirmando todo lo contrario. La realidad es que como ciudadanos, no sabemos de quienes cuidarnos más, de los delincuentes y pandilleros o de quienes deberían obrar con la Ley en la mano para detener la ola de inseguridad que nos sigue teniendo aterrados.
Ya superada la primera mitad del sexenio, a los actuales gobernantes se les acabaron los argumentos para echarle la culpa de todo a los que les antecedieron y apresuradamente empezaron a acumular sus propias víctimas, caso escandaloso el de las fosas con 150 cadáveres en Tetelcinco, Cuautla.
No habían podido superar esa crisis y las presiones de organismos de todo tipo, incluyendo de índole internacional, que reclamaban aclarar muchas dudas al respecto, cuando se da el asesinato de la alcaldesa de Temixco, Gisela Mota Ocampo, en donde continúan enredados y dando palos de ciego.
Y los sucesos del pasado diez de enero en la capital tampoco son cosa menor, dan cuenta de señales claras en el sentido de que para nada han sido desmanteladas las bandas que controlan colonias completas, sobre todo en Cuernavaca, Jiutepec y Temixco.
Y es cierto lo que señalan algunos críticos del gobierno, el incumplimiento de sus deberes constitucionales es una omisión que también debe ser sancionada y aquí hay incontables casos en ese sentido que tendrían que ser castigados, pero eso sólo se da en un estado de derecho.
Y aquí hace mucho que se perdió la cordura y la decencia política, nos encontramos en medio de una maraña de complicidades que involucra a los poderes estatales, a los partidos y a buena parte de los grupos organizados, no hay quien levante la voz, ya sea por miedo o por intereses creados entre ellos.
Y si la solución a nuestros gravísimos problemas de inseguridad es el Mando Único, pues entonces estamos perdidos, porque el estado como tal, se estaría declarando incapaz al no modificar su postura, a pesar de que no hay resultados reales en el famoso combate.
La administración estatal acusa a los municipios de no tener la capacidad estructural para enfrentar a los delincuentes y tal vez tengan algo de razón, pero lo que vemos en estos momentos en la mayor parte de Morelos, indica que también el estado está siendo rebasado, son los marines, el Ejército o la Policía Federal quienes están dando la pelea.
Pero ya sabemos que tampoco la Federación está en condiciones de mantener esos operativos de manera indefinida en nuestro territorio, vienen a auxiliar en momentos de crisis como la actual, pero pronto emprenderán la retirada, porque en otras entidades también requieren esa ayuda y regresaremos otra vez a manos de los malosos.
A pesar de lo que se diga, de los espacios comprados en medios nacionales para impulsar la falsa teoría de que aquí se ha tenido éxito en el combate al delito con la estrategia policiaca multicitada, lo que vive el grueso de la sociedad no se presta a engaños y por lo menos en estos tres años cuatro meses de gobierno, el fracaso es evidente, los delincuentes controlan a las policías.
Eso sí, presupuestalmente nos ha costado un ojo de la cara; el rubro de la seguridad es el único que sigue creciendo en recursos, a costa de la inexistencia de obra pública que se ve en la pésima calidad de los servicios prestados por la autoridad, llámese municipal o estatal.
Pero ni con todo el dinero del mundo, los tres cuarteles, el C-5 y todo tipo de gastos en la materia, se ha logrado avanzar un centímetro y eso tendría que ser materia de vergüenza para los que ofrecieron cambiar las cosas. Claro, el famoso comisionado Capella sí se ha asegurado mejoras, se construyó una fortaleza personal en el municipio de Emiliano Zapata para salvaguardar el cuero en caso de contingencia ¿y a los ciudadanos quién nos protege?.