Y el tiempo se les está pasando, porque el ex secretario de Movilidad y Transporte, Manuel Santiago Quijano, llegó a esa dependencia precisamente para empezar a abrir brecha al respecto. No se avanzó mucho y optó por regresar a desarrollar cosas más importantes para él.
Es igualmente claro que Jorge Messeguer Guillén lleva la misma encomienda, pero ya resbaló y fuerte, porque quiso “chamaquear” a todos con aquello de que ya se había licitado el contrato y hasta indicó a quien se le asignó, cosa que provocó todo tipo de reacciones, sobre todo del Congreso local, porque sucede que ello requiere de una ley que contemple esa modalidad de servicio y no la hay, pués todavía no se aprueba.
A partir de aquí no puede haber licitación, pero no sólo eso, todo indica que de todas maneras no se hizo, porque se trata de todo un proceso que demanda de una serie de pasos y no existe huella alguna de que se dieran, pues de todo eso tiene que quedar constancia pública.
Un ex funcionario de transporte explicaba que por tratarse de un proyecto de tal magnitud, la convocatoria al concurso debió ser nacional, es decir, en una publicación en medios de ese alcance, independientemente de hacer lo propio en los dos medios locales de mayor circulación, cosa que no se ha visto.
Más aún, que cuando se van a dar a conocer los resultados del concurso, se tiene que llamar a una reunión de todos aquellos que participaron y ahí, se les informará a detalle cómo es que tal o cual empresa logró el contrato. Suele incluso haber reclamaciones que se desahogan.
Claro, hay muchos pasos más y en efecto, no hemos visto nada de lo anterior, lo cual indica que fue una “tomada de pelo” o intento a ver si pegaba. Pero lo que vemos es que se pretende asignar de manera directa el contrato, porque eso siempre se ha dicho, que los acuerdos vienen amarrados y sólo se busca legitimar la acción, pero las cosas no están para nada fáciles, el control se les sale de las manos.
Es un paquete parecido al de entregar el servicio de alumbrado público de los municipios a una empresa privada o de concesionar los servicios municipales de limpia a la cooperativa Cruz Azul, con sede en el estado de Hidalgo. Por cierto, en lo que toca a este intento, malas lenguas aseguran que algunos ediles electos como Manuel Agüero de Jiutepec, ya están comprometidos con dicha cooperativa, que porque le entró con buena lana a su campaña electoral.
Eso en lo que tiene que ver con el mecanismo de licitación en el caso del morebús, pero insistimos, buena parte de los permisionarios locales del transporte en la zona conurbada de Cuernavaca, donde iniciaría dicha modalidad, no están de acuerdo, ya que sostienen que los desplazará en algunos derroteros.
Uno de los más reacios es el presidente de la Federación Auténtica del Transporte, Dagoberto Rivera Jaimes, y vencer esas resistencias a estas alturas del sexenio no es cosa sencilla, por eso reiteramos que el tema para nada se encuentra resuelto.
Entonces, para poder pensar en serio sobre el caso, primero deberá tenerse la ley y ésta se encuentra en el Poder Legislativo para su revisión, análisis y posible aprobación; segundo, hay que convencer a los ruteros para que den su anuencia y hasta sean parte de la inversión y, tercero, hasta haber logrado todo eso, emitir la famosa convocatoria, porque no ha habido tal, a menos que nos hayan agarrado dormidos, porque no nos enteramos de nada. Por cierto, se dijo del levantamiento de una encuesta entre usuarios a fin de conocer su opinión respecto a dicho servicio, pero igual, no se han publicado las estadísticas.
No es para nada mala la idea de obligar al sistema estatal de transporte público en todo el estado, no sólo en algunos municipios, a modernizarse, pero no entendemos por qué se intenta hacer mediante mecanismos incorrectos, ¿no sería mejor obrar con transparencia? porque de otra forma se provocan muchas especulaciones. Lo menos que se tiene derecho a considerar, es que detrás de eso existen gordos intereses entre empresarios y funcionarios del ramo.
Ya de por sí hay una serie de pruebas documentales de actos de corrupción que se vienen dando en la Secretaría de Movilidad y Transporte (SMyT) que suponemos, son avaladas desde la cabeza, y si a ello se le agregan intentos de engaño en un supuesto proceso de licitación para echar a caminar el morebús, entonces la percepción de que aquello es un negocio de unos cuantos se generaliza.
Son muchos los intereses que hay en juego, en la prestación del servicio se han creado monopolios bastante poderosos que no admiten contrapesos. Son décadas de intentos de someterlos a un proceso de evolución y no se han dejado, las autoridades acaban doblando las manos, sobre todo por intereses de corte político electoral, es decir, el clientelismo.
El morebús bien podría obligar a una especie de competencia interna, llevando a los empresarios del ramo a mejorar unidades y calidad del servicio, o sea, evolución, pero la primera acción es la negativa a lo novedoso o que pudiera dañar sus ingresos.
El modelo, como muchas otras cosas, es copiado del Distrito Federal. Si usted usa transporte urbano en la capital, seguramente se habrá topado con esos autobuses que en efecto, llaman la atención, son atractivos. Pues son unidades similares a las que se busca poner a rodar en Cuernavaca, Jiutepec, Emiliano Zapata, Temixco y una esquinita de Yautepec, porque uno de los ejes llegaría hasta La Joya. Su tránsito debe ser por calles o avenidas amplias.